Conviene recordar -a veces- que se trata de un lugar de paso. Que nadie vino a quedarse demasiado. Que las casas se entienden como cuadrados miserables. Que no hubo nadie “con imaginación de triángulo”. Que todas esas vidas venían de una derrota y que todo iba a ser mejor mañana. Siempre al sur, detrás de las miradas, mientras tanto y por si acaso.
Más del 50% de los niños entre 7 y 11 años que viven en el Polo Petroquímico de Dock Sud -en Avellaneda- tienen niveles alarmantes de plomo en la sangre, así lo revela una denuncia efectuada por la Defensoría del Pueblo de la Nación. Allí se encuentra el Polo Petroquímico más grande del país que abarca 380 hectáreas y concentra cerca de 42 empresas altamente tóxicas. En la periferia del Polo se encuentra Villa Inflamable, un barrio donde viven 10 mil personas respirando uñas que se te clavan en el exacto corazón del aire en un eterno orden sin esperanzas.
Las consecuencias son graves: las madres sufren trastornos en sus embarazos y los niños ven alterado su metabolismo, petisos sociales que sufren disminuciones en sus coeficientes y muchos mueren de cáncer.
Todas estas madres y estos niños -al comenzar a cargar el día- están allí, en el patio o en las calles marrones a medio vivir, que en lugar de jazmín del aire el Polo les entrega un invierno, como si la próxima respiración “fuera boqueo y terminara en muerte”.
Gente pequeña y combada -hijas del mal paso- que se van del mundo a cada instante y una Biblia que no se anima a rezar, mientras la gente prende velitas al Gauchito Gil. La gente que administra vidas va de prisa. Pier Paolo Pasolini decía de la socialdemocracia: “os habéis acostumbrado a exaltar sin amor, a denigrar sin odio”.
# Agencia Pelota de Trapo (Argentina)
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