Dice que la música lo hace feliz, pero también actuó y ahora escribe libros. Que lo mejor siempre es lo nuevo, pero sin renegar de lo viejo. Se reconoce “muy pesimista” con el ser humano, pero sigue apostando al humor y al absurdo para seguir vivo. Cree en que hay que reír para no morir y en generar espacios de cultura desde el propio barrio. Es Horacio Fontova, el Negro, y charló con El Ojo Que Arde. Aquí un reportaje 100% Negro.
- ¿Qué sos, actor, músico, escritor? ¿Qué es lo que te hace más feliz?
– La música. Soy hijo, nieto, sobrino y hermano de músicos. En la música está contenido todo lo que soy. Soy escritor cuando una canción. Actor también, porque algo de histrionismo tengo. La música es lo que más me llena. Es lo que hice desde chico. Nací en Capital Federal, pero no soy tanguero. Soy más bien del folklore, por las mías. Mi familia era de música clásica.
- Tuviste varios grupos, ¿preferís uno en particular?
– No, lo que más me gusta siempre es lo que estoy haciendo ahora. No reniego de lo demás, pero no soy de escuchar lo viejo… es más, no tengo mucho material… no me gusta volver a hacer cosas viejas. Todo lo que sea nuevo mejor.
- Vos hacés humor negro, bizarro, ¿por qué pensás que la mayoría de la gente prefiere más simple, un culo, una teta?
– Este humor es el que más me gusta. También lo que creció ahora es la imitación y la parodia, que van para atrás. Insisto: lo lindo es inventar cosas. El humor paródico nunca me gustó. Tiene un techo. Lo último bueno de humor fue “Todo por dos pesos”. Lo que hay en la tele es una mierda. Pero (Marcelo) Tinelli, por ejemplo, tiene más audiencia que “Todo por dos pesos”. Pero bueno, por algo ganan los Macri y todos esos. Es el lavado de cerebros.
- En tu libro “Temperamental” escribís mucho sobre los animales, sobre los bichos, refranes y cosas populares, absurdas. Da la sensación de que marginás al hombre.
– Estoy negativo con el ser humano. Estamos haciendo muchas cagadas. Hay excepciones maravillosas, pero en general está todo como el orto. Y los bichos nos dan grandes ejemplos. Cuando fue lo del tsunami los bichos se rajaron antes. La situación humana está bastante complicada. A través del absurdo podés zafar de la realidad. Vivimos dentro de algo programado y lo bueno es zafar. Los que zafan son los locos, que sufren, pero de alguna manera intentan salir de este sistema de mierda.
- También fuiste hippie, ¿qué recordás de esa época?
– Tengo una teoría: el hippismo nació en la época de la Guerra de Vietnam, y estuvo bueno porque las premisas eran “amor y paz”. Pero a la vez se anesteció a una generación potencialmente guerrera. De todas maneras fue revolucionario, era lo anti-careta. Se vencieron prejuicios, había una comunicación muy grande. Villa Gesell fue una cuna muy grande de ese movimiento. Ahí empezó el rock. No había violencia. Era una época pacífica.
Hoy está todo enloquecido. No existía la merca que te rompe el cerebro, a lo sumo un porrito. Este sistema se burla de la gente. Bush es una especie de monstruo. La historia de su familia, su padre, su abuelo que armaba a los nazis. Todo es macabro. Lo que queremos para nosotros habrá que construirlo. Lo veo jodido, igual hay que intentarlo. Siempre. Debería volver el verdadero Jesús, el que se cagaría en el Vaticano y cagaría a balazos al Papa.
- Cantando el tema que le dedicaste a George Bush en un programa de TV, la gente que estaba con vos se asustó. ¿Por qué pensás que la mayoría de la gente que está en los medios no aprovecha esa herramienta de comunicación para decirle la verdad a la gente en vez de mentirle y confundirla?
– Y… mientras peor esté la gente, el poder domina más fácil. Por eso implementan el miedo. No dejan expresar a la gente. El miedo es la peor arma de todas. Por eso nos desconectan entre nosotros. Nos fijamos en cada uno, en lo suyo, y el otro no nos importa. Ponés el noticiero y hay 4 ó 5 noticias que las repiten todo el tiempo. Es verso que los marines están acá por las células terroristas, ¡mentira loco!, vienen por el agua.
La década de los noventa fue tremenda. Estamos mal. Macri gana las elecciones pasadas y debe 600 millones de dólares. Tenemos poca memoria a veces. Por eso los medios alternativos me parecen super necesarios, si no morimos envenenados. Aparte con mucho orgullo pertenecí a una revista alternativa en plena dictadura que era “El Expreso Imaginario”.
Lo alternativo y lo barrial es vital. Es medicina. Los centros culturales de barrio son importantes. La gente se acerca. Los viejos hacen algo y hay muchos pendejos que por estar copados con la música, con la pintura zafaron de la merca, de estar afanando o de estar hechos unos pelotudos. Este sistema no te deja espacios para zafar, por eso tenemos que construirlos.
- ¿Cómo surgió la idea de escribir un libro?
– Siempre escribía algo. Había tenido una página en la revista “Eroticón”, pero había escrito cualquier guarrada, híper bizarro. Unos amigos me convencieron para que escribiera las historias que cuento en los recitales. Y así surgió la idea. Ya tengo nuevas ideas para hacer un próximo libro. Me encantó. Fue muy liberador. Nunca sé el final de lo que escribo. Empiezo y en algún momento termino.
- A todo lo que hacés le ponés humor: ¿se puede vivir de otra manera?
– No, imposible. El humor es el vasodilatador, y todo lo negativo, el miedo y la confianza, es vasoconstrictor. Hay informes médicos que dicen que hay que reírse, que favorece la circulación de la sangre. Un gaucho me dijo una vez algo y me quedó para siempre: “si no te reís, morís”. Lo heredé de mi vieja, la persona más demente y maravillosa que conocí en mi vida, y eso que sólo conocí un pequeño porcentaje de ella. Era zarpada, quilombera, donde ella estaba pasaba algo. Le gustaba chorear boludeces, pero era muy fina, por eso no levantaba sospechas.
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