En su primer día como mandatario reelegido, el presidente Álvaro Uribe informó de la privatización de la Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica –Corelca–. Lo hizo en Barranquilla, delante de alcaldes y gobernadores de la Región costeña.
La noticia no podía ser peor. Corelca fue considerada por mucho tiempo –y a pesar de su progresivo desmantelamiento desde 1992, aún lo es– como el orgullo de la Costa, la empresa que les permitió autonomía eléctrica respecto a Bogotá y Medellín.
De acuerdo a Víctor Farián (Presidente Sintraelecol seccional Atlántico) Corelca fue creada en 1969 en gran parte con dineros provenientes de la sobretasa a la energía que se le cobró a todos los habitantes de la región durante diez años, Corelca solucionó en gran parte el problema de energía de los departamentos costeños, que para los años 50s y 60s del siglo pasado era todo un desastre, y dependía de empresas «cachacas». Su crecimiento le permitió generar toda la energía para los departamentos de la Costa Atlántica, tanto a través de termoeléctricas, como con la polémica represa de Urrá que produce 340 megavatios. De esta manera llegó a ser la cuarta empresa generadora de energía más importante del país, que despacha energía térmica a todo el sistema interconectado, a través de Interconexión Eléctrica S.A (ISA).
La empresa sobrevivió a las incontables denuncias de corrupción y malos manejos que sufrió, pese a los cuales sus activos aún suman aproximadamente 2.200 millones de pesos, cifra similar a sus pasivos. Su patrimonio alcanza los 170 mil millones de pesos, representados en activos de generación eléctrica y en la comercialización que hace de Termo Guajira y Termo Cartagena. Ese dinero es el que quiere recoger el Gobierno central para garantizar tapar, en parte, el déficit fiscal y solucionar el flujo de caja menor para los Consejos Comunitarios.
De regreso al pasado
Una vez se concrete la decisión del Gobierno Central (para lo cual creará Geselca, la que cargará con los pasivos de Corelca) la Costa Atlántica habrá regresado al estadio que vivía hace 50 años: depender para el surtido de energía de lo que se decida, en esta ocasión, en Medellín, centro de operaciones de ISA, empresa que centraliza la mayoría de la producción, generación y distribución eléctrica del país. Para ese momento, tarifas, servicio, proyectos, todo, estará unificado de acuerdo al proyecto que se han trazado con ISA: entregar el mayor recurso que tiene el país –agua, y su producto, la energía eléctrica– a los consorcios internacionales
No es imaginación, es realidad. Desde hace décadas hay un proyecto trazado para interconectar todo el país, y por esa vía colocar las redes en las fronteras, pudiendo surtir de energía en cualquier momento a países vecinos de cualquiera de las coordenadas, pero en especial a los propios Estados Unidos. El ingreso de Colombia, en el pasado mes de julio al Plan Puebla Panamá en su megaproyecto energético (que combina refinadora de petróleo en Centro América, con energía eléctrica y biocombustibles), así lo confirma.
Una vez los tendidos eléctricos del Centro del continente estén interconectados, y Colombia se una a ellos, la energía producida en el país podrá llegar en segundos a Estados Unidos, toda vez que el tendido eléctrico de este país ya está conectado a México, el otro socio del Plan Puebla Panamá.
Cuando esto suceda, que será en poco tiempo, las tarifas nacionales –al igual que con la gasolina– bordearán las internacionales e ISA estará en inmejorables condiciones para ser subastada. De esta manera, el sueño de los colombianos, no sólo de los costeños, de ser autosuficientes se habrá diluido en los bolsillos de las empresas multinacionales.
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