Flavio Sosa, líder de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, hace eco de las consignas que durante los últimos días han hecho las bases del movimiento: “no reconocer a Felipe Calderón como presidente”, y unidos con organizaciones de todo el país, como La Otra Campaña y el movimiento de López Obrador, impedir la toma de protesta del presidente electo.
Oaxaca, Oax. Durante las últimas semanas de conflicto en Oaxaca, las consignas tomaron un nuevo rumbo: la advertencia de frenar mediante la lucha social la toma de protesta de Felipe Calderón Hinojosa, el próximo 1 de diciembre.
“¡Va a caer, va a caer, Felipe va a caer!”, se escuchó a lo largo de las semanas de enfrentamiento y del desalojo de la APPO del zócalo de esta ciudad, las estaciones de radio, los accesos carreteros y algunas calles principales, que los “appistas” tenían en su poder desde el pasado 14 de junio.
“¡El pueblo jura venganza!”, citaban las últimas pintas que una vez que la PFP se apoderó de la ciudad, borró de las puertas y paredes de hoteles y restaurantes las consignas de los manifestantes.
La advertencia parece sólo una consigna más, sin embargo, para los integrantes del movimiento, tiene un significado más profundo. Las bases de la APPO no le perdonan a la federación el envío de la fuerza pública sobre la que pesan aún los recientes agravios a los trabajadores de la siderúrgica Sicartsa, al pueblo de Atenco y los propios militantes de la APPO que han caído a lo largo de la lucha.
En las próximas semanas la APPO concretará sus vínculos con organizaciones sociales de todo el país, para unirse en un cónclave nacional: la Asamblea Popular de los Pueblos de México, entre cuyas acciones está no reconocer a Felipe Calderón como presidente legítimo, en alianza con La Otra Campaña y con el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, el “presidente legítimo”.
Flavio Sosa Villavicencio, representante de la dirigencia colectiva de la APPO, en entrevista habla de los siguientes pasos de la organización que durante los últimos cinco meses mantuvo en jaque a la federación.
“Nuestro futuro va más allá de Ulises Ruiz”, dice Flavio Sosa, un tanto perturbado porque se acercó hasta él una jovencita, enfundada en jeans, que tras extenderle la mano a manera de saludo le susurró -sonrisa abierta-:
“Cuídese porque ya van por usted”.
Sosa disimula la sorpresiva declaración, agradece la advertencia y le pregunta a la emisaria “¿cómo sabes?”
“Sólo lo sé, su hora está llegando”, dijo sin más la joven, dio la vuelta y se perdió entre las empedradas calles del corredor de Santo Domingo.
El saldo parcial
Sosa hace el recuento del saldo que el movimiento dejó a la APPO cuando, antes de la entrada de la Policía Federal Preventiva y los desalojos, ya un grupo de dirigentes de la organización había tenido que refugiarse en el Distrito Federal bajo amenazas de muerte.
En este exilio continúan hasta el momento, dice Sosa, y en la capital del país son también el enlace con las organizaciones con las que la APPO definirá en unas semanas el rumbo que tomará el movimiento social, que plantean extender a todo el país, bajo el régimen en puerta de Felipe Calderón.
– ¿Qué esperan de Calderón?
– Más represión que con Fox. Entre los grupos de políticos que buscaban negociar con la APPO acuerdos por debajo del agua, está gente del michoacano.
– ¿Cómo quisieron negociar?
– Hay muchas llamadas telefónicas, muchas invitaciones a tomar café, a platicar de relaciones personales, de distintos dirigentes políticos, funcionarios de gobierno, todas han sido desatendidas porque pensamos que no vale la pena pactar con este gobierno, y dejar a un lado la lucha que puede dar tanto al pueblo de México.
– ¿Qué espera la APPO de Calderón?
– Esperamos represión, mucha más represión.
– ¿Reconocerán el gobierno de Calderón?
– Está en duda.
Con miras a una posible alianza con la APPO, el pasado 1 de noviembre López Obrador reapareció en escena (luego de los fallidos resultados en las elecciones en Tabasco) para mostrar su apoyo a la APPO en el Hemiciclo a Juárez en la ciudad de México y que la organización, que ha cobrado fuerza incluso en Estados Unidos, Canadá y Europa, lo apoye en su proyecto de rendir protesta como presidente legítimo el próximo 20 de noviembre.
Aunque públicamente la APPO en la ciudad de México rechazó unirse a López Obrador, en Oaxaca las bases del Partido de la Revolución Democrática (PRD) hacen trabajo de base para capitalizar el encono social -provocado por los agravios contra los oaxaqueños- con miras a unirse al tabasqueño.
Flavio Sosa señala que hay la posibilidad de una alianza no sólo con López Obrador, sino también con la Otra Campaña.
“La dirigencia de la APPO ha planteado una posibilidad de punto de encuentro con La Otra Campaña y con la Convención Nacional Democrática y eso hemos estado discutiendo, y eso vamos a determinar en unos días”.
– ¿Si la APPO es capaz de quitar a un gobernador, buscarán la cabeza de Felipe Calderón?
– Cuando el pueblo se decide no hay imposibles. El chantaje de los priístas se hizo explícito en el sentido de que si caía Ulises no iban a asistir a la toma de posesión de ‘Felipillo’, el 1 de diciembre. Decidiremos si queremos que caiga Calderón. Cuando el pueblo se decide todo es posible.
– ¿La APPO es un peligro para Calderón?
“No sé cómo lo vea él”.
– ¿Trató de manipular a su favor el conflicto?
– Aún no decidimos nuestra postura con respecto a él.
Los claroscuros
Flavio rechaza ser un líder y se define como “un ciudadano común”, pero este dirigente es la cara visible del movimiento que durante los últimos cinco meses mantiene en jaque al priísta Ulises Ruiz Ortiz, al gabinete del presidente Vicente Fox y a Felipe Calderón, quien, aunque apenas se refirió al asunto durante su gira por el extranjero, designó un equipo de asesores para que manejaran el conflicto.
Flavio Sosa es también severamente cuestionado por su pasado de negociaciones con ex gobernadores de Oaxaca, como José Murat y Diódoro Carrasco, cuyos mandatos se caracterizaron también por la represión.
Entre los políticos locales trascendió que en el exclusivo restaurante El Fortín, el priísta Juan Díaz Pimentel, enviado por José Murat, habría entregado a Sosa 10 millones de pesos en efectivo para sufragar los gastos del movimiento que desbancaría a Ulises Ruiz Ortiz.
Sosa no niega su relación con los ex gobernadores, aunque rechaza la versión de que Murat financió el movimiento.
“En más de una ocasión he saludado a Diódoro, he saludado a Murat, a don Heladio (Ramírez, líder de la CNC) no lo he encontrado. Con ellos ha habido relaciones de altibajos y de confrontaciones muy fuertes. Con Murat hubo una muy fuerte que llevó incluso a la persecución de mi familia, el hostigamiento permanente, y para un compañero de mi organización al que Murat liberó al asesino de su hermano como una agresión para nosotros. Pero también hubo la posibilidad de acuerdos, con el mismo Ulises hubo también algunos acuerdos…”
– ¿Quién los rompió?
– Lo que no se entiende es que hay un proceso histórico que se agotó en México y en el país, que es el sistema de partidos de Estado; se agotó esa forma de gobernar, se agotó esa forma de relacionarse con el gobierno y la forma de hacer política partidista, la sociedad lo cuestiona, ya está harta de eso y entonces es cuando se plantea el proceso histórico del que la APPO construye las bases”.
Sosa señala que pese a las campañas de desprestigio que se han desplegado en contra de la organización, estos meses de lucha en Oaxaca fortalecieron a la APPO, que ahora tiene los ojos puestos en el resto del país.
“Nos tachan de radicales y piensan que nos ofenden, pero es un halago, un piropo, porque, efectivamente, queremos cambiar radicalmente esta sociedad por una donde haya verdadera democracia, donde, como decía Morelos, ‘se modere la indigencia y la opulencia’”.
– ¿La APPO es un peligro para la clase política mexicana?
– Lo que no entiende la clase política es que a partir del 14 de junio se desencadenó un proceso histórico de cambio, es lo que no entienden o lo que temen; tienen temor de perder sus privilegios, de no seguir comprando líderes, de que cambie su estatus y de que pierdan sus prebendas”.
– ¿Para la APPO quién es Felipe Calderón?
– Un producto de la mercadotecnia y una imposición de los poderes fácticos de México.
– ¿Andrés Manuel López Obrador?
– Un luchador social.
– ¿El subcomandante Marcos?
– Un gran luchador social.
– ¿El EZLN?
– Un esfuerzo histórico importante en el país.
– ¿El EPR?
– Compañeros que tienen una lucha legítima.
– ¿Hay gente del EPR en la APPO?
– Mira, el movimiento armado es uno y la APPO otro. La APPO no tiene ninguna relación con el movimiento armado, porque nuestra lucha es pacífica. Respetamos su lucha. Hay grupos armados que dicen apoyar a la APPO, nosotros les decimos a esos grupos armados, cuyas causas son legítimas y cuyas aspiraciones son nobles, que permitan a este movimiento determinar el rumbo de las cosas y tratar de demostrar que la vía pacífica es una posibilidad.
Sosa no descarta la aparición pública de algunos grupos guerrilleros en Oaxaca, en reclamo, dice, a los agravios cometidos por la federación contra la entidad, aunque señala que en estos momentos la presencia de la guerrilla complicaría el propio rumbo de la APPO.
“En Oaxaca pensamos que es tiempo de la lucha del pueblo organizado en la APPO, y pedimos a la gente que representa a los grupos armados, y que además sabemos que están desesperados, que reflexionen, porque la lucha armada es un asunto muy serio, y que nosotros esperamos echar a andar un proceso de reformas que se transforme verdaderamente en el proceso revolucionario para todo el país”.
Desde septiembre pasado, brigadas de la APPO hacen trabajo de base y enlaces con distintas organizaciones del sur, sureste y norte de México, fomentando acuerdos para unirse en un solo frente, el mismo trabajo lo hace un grupo más amplio en el Distrito Federal, un reclutamiento silencioso que espera sus frutos en unas semanas.
Flavio Sosa insiste en que los siguientes pasos de la APPO son la lucha por “encausar la vida institucional, no romper la vida institucional”, y dice que será más allá de Oaxaca, con lo que espera que en unos meses en todas las entidades del país se originen movimientos locales de resistencia y que se fortalezcan todos en una asamblea nacional, que podría hacer tambalear al gobierno de Felipe Calderón.
Publicado: Noviembre 2a quincena de 2006 | Año 5 | No. 68
APPO parteaguas de lucha social
La errónea respuesta policial del gobierno federal a un conflicto de carácter político generó -contrario a lo que esperaban los gobiernos estatal y federal- que la APPO sumara adeptos no solo en Oaxaca, sino en todo el país, en “una nueva forma de lucha de masas, cuyos alcances aún son insospechados”, asegura Víctor Raúl Martínez, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UABJO.
Señala que la APPO será el principal movimiento social que enfrentará el gobierno de Felipe Calderón, cuya presencia se consolida en diversos estados del país e incluso con gran fuerza en el Distrito Federal.
El investigador define a la APPO como un movimiento político, simbólico y de identidad, que no ha sido correctamente interpretado por el gobierno de Vicente Fox ni por Calderón y su grupo de asesores, por lo que, avizora, una respuesta torpe podría reactivar la animadversión general de la sociedad civil contra el gobierno.
“El primer error fue haber enviado a la PFP, sobre todo cuando se estaba en un proceso de diálogo, de negociación, el darle una solución policiaca a un problema de carácter político”.
Tras la declaración de Fox de heredar a Calderón el caso Oaxaca “en las condiciones en que esté”, Raúl Martínez señala que sin duda, la principal afrenta contra Calderón será la pérdida de legitimidad adicional al descontento con que la gente verá su ascensión a la Presidencia el próximo 1 de diciembre, que podría ser la diferencia entre tomar las riendas del país y condensar o recrudecer la represión, y con ello generalizar el descontento en todo el país.
Y es que, dice el sociólogo, Calderón no ha procesado correctamente las dimensiones, el contexto, el origen, el proceso y las consecuencias que puede tener este conflicto.
Autor de más de 15 libros sobre movimientos sociales, Raúl Martínez señala que los agravios del Estado mexicano en el operativo de la PFP del 2 de noviembre en Ciudad Universitaria y que incluyó la cacería de dirigentes de la APPO, reactivó la simpatía de la ciudadanía de Oaxaca hacia el movimiento y la coincidencia en la caída de Ulises Ruiz.
Durante el operativo, un alto porcentaje de los detenidos extrajudicialmente eran profesionistas, entre ellos médicos y enfermeros, que sin pertenecer a la APPO, recorrían la zona ofreciendo apoyo médico a las gent intoxicada con gas lacrimógeno.
A partir de ese día, diversos sectores de la población hicieron patente su solidaridad y apoyo incluso monetario y con alimentos a la APPO. El agravio a la Universidad, dice Raúl Martínez, fue un nuevo parteaguas en el desarrollo de la APPO como fenómeno social “del que todavía no tenemos una idea clara de sus alcances y dimensiones”.
Asamblea popular
Raúl Martínez hace una clara división entre los movimientos guerrilleros de los setentas con presencia en Oaxaca, como la Liga Comunista 23 de Septiembre, el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), PROCUP; EPR y el ERPI en los noventa, y el nuevo fenómeno social de la década constituida en una Asamblea Popular, al estilo del mandato por Usos y Costumbres en las zonas rurales de la entidad, donde las decisiones se toman por consenso.
La principal diferencia con los grupos guerrilleros, dice, además de buscar un cambio social por la vía pacífica, es el número de integrantes y simpatizantes de la APPO, que hasta el momento han sido erróneamente minimizados por el aparato de inteligencia del Estado mexicano.
A diferencia de los grupos guerrilleros de los setentas y el EPR, y sus escisiones en los noventas, que eran pequeños grupos, dice Martínez, esta nueva forma de lucha es de verdaderas masas que, más allá de la salida de un gobernador, buscan una transformación total de las instituciones.
“Decir que es una minoría es un error de apreciación política para todos aquellos que piensan que es una minoría, sobre todo cuando se está gestando un sentimiento de identidad con la APPO, incluso en ciudades de Estados Unidos y de Europa”.
El que a cada agresión del Estado la APPO sume nuevos adeptos, es enumerado por Raúl Martínez como un acierto de esta organización, a la que define como un parteaguas entre las formas de manifestación y de lucha social.
“Si la APPO en su origen se caracterizó como un frente plural y diverso, ahora se ha convertido en un movimiento de masas, de gente del pueblo que se han ido sumando conforme avanza el movimiento. El ser una organización abierta es un acierto porque entonces cualquiera puede sumarse y eso es ahora la principal fuerza del movimiento”.
– ¿El conflicto en Oaxaca podría desbordarse en todo el país?
– Ya está desbordado, ya es un asunto nacional e internacional; despertó un sentimiento de antiautoritarismo en diversos sectores, y eso lo provocó la entrada de la fuerza pública. La entrada de la PFP a Oaxaca se volvió un actor más en el conflicto, es decir, un adversario que antes no estaba, y esto es más grave, volvió a enardecer los ánimos bajo el supuesto de que la APPO es una minoría.
– ¿A qué se enfrentará Calderón con la APPO en el país?
– A una nueva estrategia de lucha que combina, además una gran diversidad de formas de participación, el reclamo y descontento social.
Los alcances que esta forma de lucha tendrá a mediano y largo plazo, asegura Raúl Martínez, serán más radicales a los que alcanzó en su momento el EZLN con sus bases en distintos puntos del país, porque la APPO, a mediano plazo, podría extenderse “de manera inusitada y con alcances insospechados”.
Agrega que la principal “vena” de la APPO como movimiento social está en el número de sus integrantes que no se reúnen en encuentros impenetrables y tampoco lanzan comunicados desde la clandestinidad.
“La fuerza pública fue tras la APPO donde mantenían el grueso de las barricadas, sin saber que la APPO está en cada casa, en muchas familias y que al menor llamado, van a responder”. (Ana Lilia Pérez)
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