La ciudad de Mérida, en la península de Yucatán, y Puerto Vallarta, en el Pacífico mexicano, reflejan con claridad el crecimiento exponencial del mercado negro de refinados: en la llamada ciudad blanca, son 120 las gasolineras franquicia de Petróleos Mexicanos (Pemex), pero hay 350 estaciones de servicio en las que los consumidores pueden comprar gasolina, diésel, lubricantes y hasta turbosina; es decir, más del doble –230– son estaciones piratas. En Vallarta operan 20 franquicias, pero sólo a seis les surte el único distribuidor oficial de Pemex.

En ambas metrópolis, como ocurre ya en muchos puntos del país, una buena parte de los refinados que se comercializan de manera formal e informal, lo mismo en gasolineras oficiales que en los expendios clandestinos, provienen del llamado mercado negro. Aunque todos los produce Pemex, éstos le son robados para su venta directa al consumidor o para su adulteración –como si fuese leche rebajada– y posterior reventa. Sus agentes consignatarios se identifican como “proveedores genéricos de Pemex”.

Entre los “proveedores genéricos” hay contratistas y empresarios de la industria petrolera, grupos de ordeñadores e integrantes de los cárteles de la droga, que a partir de 2006 incursionaron en la industria del “oro negro”, haciendo de ésta una de sus importantes fuentes de ingresos, tal y como lo documentan informes de seguridad interna de la paraestatal.

A pesar de que en diciembre de 2011 entraron en vigor las modificaciones a la ley que endurecieron la penalidad en el robo de hidrocarburos, tipificándolo como “delincuencia organizada”, no se ha inhibido ni el robo ni su comercialización ilegal; en todo el país el mercado negro de refinados continúa expandiéndose, constriñendo al formal.

En 2007 –el primer año de la administración de Calderón– por ejemplo, Pemex Refinación suministraba en promedio 15 mil 401 litros diarios a cada una de las gasolineras del país; ahora, a pesar de que el parque vehicular se incrementó, la cifra de ventas formales cayó a 12 mil 763 litros por gasolinera en promedio.

En cambio los “proveedores genéricos” van viento en popa. Expandidos por todo el país, manejan un negocio estimado por la contraloría interna de Pemex Refinación en 50 mil millones de dólares anuales. Sus ventas van a la alza, estimuladas también por los aumentos que el actual gobierno ha impuesto a los refinados.

La creciente demanda de “refinados baratos” tiene en consecuencia la mayor incidencia en la ordeña de poliductos de Pemex Refinación. Informes de la paraestatal señalan que entre enero y abril de este año se identificaron 503 tomas clandestinas, 383 de ellas en los poliductos de Refinación y otras 79 en sus oleoductos. El resto de tomas ilegales correspondieron 24 a instalaciones a cargo de Pemex Exploración y Producción y las otras 17 de Pemex Gas y Petroquímica Básica.

Desde esas 383 tomas en poliductos, se ordeñaron gasolina y diésel en cantidades industriales: unos 859 mil 417 barriles sólo entre enero y abril de este año. De las 79 tomas en oleoductos se extrajo petróleo crudo que los “proveedores genéricos” habrían comercializado para clientes que lo utilizan principalmente en abastecer calderas.

Igual que el año pasado, en 2012, Sinaloa sigue como la entidad con mayor incidencia de tomas clandestinas. Es la región donde, desde 2010, los “proveedores genéricos” de Pemex obtienen la mayor parte de refinados con que abastecen a su creciente clientela. Le siguen Tamaulipas, Veracruz y Nuevo León.

Comercializan sus refinados tanto en los expendios clandestinos como en algunas de las 9 mil 232 estaciones de servicio de Pemex. A estas les abastece no sólo de los refinados que se ordeñan de la red de ductos, sino también los que sustraen de forma “hormiga” de las seis refinerías –Tula, Salamanca, Cadereyta, Ciudad Madero, Salina Cruz y Minatitlán–, y los que los conductores de pipas (propiedad de Pemex, o las que la paraestatal renta a terceros para el transporte de sus hidrocarburos) sacan de varias de las 77 terminales de almacenamiento y reparto (TAR).

Al igual que la gasolina y diésel que los choferes sustraen mediante mangueras de los embarques adquiridos por otros clientes, práctica conocida como huachicoleo. Aunque esta sustracción regularmente se hace en pequeñas cantidades, ante la Cámara de Diputados, el presidente de la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros, Pedro González, refiere que la merma de gasolina que sale de Pemex es de hasta 10 mil litros por pipa, lo que equivale a entre el 20 y 25 por ciento de cada embarque. Según sus cálculos, en promedio 20 mil millones anuales de litros de gasolina se venden en el mercado negro.

Ante este panorama, distribuidores oficiales de Pemex denuncian que la flexibilidad que la subsidiaria Refinación da a los franquicitarios para que a libre albedrío elijan la vía de adquisición y transporte para sus embarques facilita que a las gasolineras oficiales les abastezca de sus productos los “proveedores genéricos”.

“Pemex comenzó a darle a los franquicitarios la opción de elegir la vía de suministro y transporte de sus entregas de refinados. Eso facilitó el trasiego y la comercialización de los hidrocarburos robados o adulterados, en los circuitos comerciales legales de Pemex”, coinciden en entrevista diversos distribuidores oficiales, que pidieron el anonimato.

Pemex tiene hoy autorizados a 23 distribuidores de primera mano que proveen de refinados a una parte de los franquicitarios de Pemex. Sobre esos distribuidores aún tiene mayor control. Sus instalaciones reciben periódicas visitas de inspección de las autoridades federales encargadas del combate al mercado ilícito de hidrocarburos.

Los distribuidores oficiales señalan que a lo largo del sexenio han visto una caída estrepitosa en sus ventas “debido al incremento del mercado negro”. Ahora, dicen, “desde Pemex Refinación se sigue impulsando que los franquicitarios decidan voluntariamente a quién le hacen su compra, y cuando se reporta que hay un franquicitario comprando producto robado o adulterado la autoridad no lo investiga”.

El argumento oficial de la paraestatal es que una vez que el refinado pasó de la garza de llenado de sus TAR a la pipa, es responsabilidad exclusiva del comprador.

Aunque en las sesiones del Consejo de Administración de Pemex Refinación el comercio ilegal de refinados es un tema que ha comenzado a plantearse como un asunto grave, en el área operativa y frente al creciente mercado negro, los funcionarios, lejos de extremar su control para evitarlo, buscan darle más flexibilidad al circuito de comercialización de refinados, según el oficio interno de Pemex Refinación PXR-SC-GVM-256-2012, emitido el pasado 17 de abril, clasificado como confidencial por un periodo de un año.

Negocio en boga

El mercado negro de refinados comenzó a registrarse en 1999. Jaime Mario Willards Andrade –amigo personal del expresidente Ernesto Zedillo– dirigía Pemex Refinación, subsidiaria en la que dejaría huella, implicado en un supuesto fraude por 140 millones de pesos. En aquellos años se detectó el contrabando de aditivos empleados para adulterar y duplicar el volumen de refinados.

La gasolina y el diésel se adulteran con solventes K (sucedáneo de diésel), L (sucedáneo de gasolina) o algunas otras sustancias que también produce Pemex. Los solventes K y L se obtienen del procesamiento de los líquidos de gas natural. Los compran los propios contratistas y franquicitarios para formular sus “combustibles alternos” que comercializan de manera directa, o bien, los revenden a otros franquicitarios o al sector industrial.

El diésel es el que se adultera con mayor facilidad: se mezcla aceite ligero con ciertos solventes para reducir la viscosidad y temperatura de inflamación. Los aceites que más se emplean para su adulteración son el Pale Oil, Pale Oil 45- 60 y Negro de Humo, debido a que tienen un nivel de viscosidad muy parecida a la del diésel.

En el gobierno de Vicente Fox, el desorden administrativo que privó en Pemex se reflejó también en la falta de controles volumétricos, lo que facilitó que los refinados del mercado negro pudieran comercializarse en los circuitos formales. Hasta hoy, el escenario es el mismo. La petrolera continúa sin inventarios precisos de la producción, almacenamiento y venta de sus petrolíferos, lo que facilita el negocio sucio.

Prolifera diésel pirata

En el sexenio de los gasolinazos, los refinados han registrado casi cien aumentos. El 1 de diciembre de 2006, el litro de gasolina Magna Sin costaba 6.74 pesos y 8.29 pesos la Premium; a mayo, la Magna llegó a 10.18 pesos el litro, y a 10.54 la Premium. El diésel alcanzó por primera vez un precio tan alto como la gasolina: de los 5.70 pesos que costaba el litro en diciembre de 2006, este mes de mayo llegó a 10.54 pesos.

Ante legisladores integrantes de las comisiones de Hacienda y Energía, representantes de los sectores industrial, agrícola, transporte, ganadero y pesquero, entre otros, frecuentemente han documentado la manera en la que los aumentos al precio del diésel encarece los costos de producción. Los legisladores sin embargo, avalaron los aumentos propuestos por la Presidencia, que continuarán por lo menos hasta 2014.

Sin respuesta de la autoridad, los transportistas han hecho ya varias movilizaciones y bloqueos en las principales carreteras que llevan al Distrito Federal, pero el mutismo oficial ha continuado. Ahora muchos optan por buscar “diésel barato” e incluso “diésel genérico”.

En 2011, casi 1 mil de las 1 mil 370 tomas clandestinas detectadas en los poliductos de Pemex Refinación se usaron para ordeñar diésel y gasolina. Distribuidores de Pemex explican que se incrementó también la comercialización de “diésel genérico”. Aseguran que su formulación se fomenta desde Pemex, con la venta sin restricciones de Negro de Humo que es en la actualidad la sustancia más usada para la formulación de diésel pirata, comercializado en expendios móviles entre las carreteras más transitadas del país por el autotransporte de carga –como la México-Puebla, la México-Querétaro o la México-Toluca–, pero también se vende en gasolineras oficiales.

El incremento en la sustracción de diésel mediante tomas clandestinas ocasiona accidentes como el que se registró apenas en abril en Sinaloa, en el ducto Topolobampo, que va de la Residencia de Operaciones Marítimas y Portuarias a la Terminal de Almacenamiento y Reparto en Mazatlán.

Ahora hasta las embarcaciones extranjeras llegan a México a comprar diésel a los “distribuidores genéricos”. Una de éstas –900 mil 928 litros– la incautó la Armada de México a principios de mayo en el barco Havnor, navío con bandera de San Vicente que llegó a comprar al Golfo de México.

Las incautaciones de diésel robado hechas por el Ejército en Sinaloa, Jalisco, Chihuahua o Sonora muestran también lo cotizado que es ahora este refinado.

Impacto social

El mercado negro de refinados no es sólo un problema monetario. En algunas regiones del país se tornó ya en una situación de riesgo para la población que indefensa observa la proliferación de expendios clandestinos en áreas habitacionales, en calles o carreteras. Las afectaciones que provocan las tomas clandestinas o los derrames por el poco cuidado que se pone en el manejo de los refinados.

En abril pasado, colonos de Puerto Vallarta, representados por el Frente Mexicano Pro Derechos Humanos, AC, acudieron ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Secretaría de Gobernación y autoridades de Pemex para denunciar la proliferación de expendios clandestinos de refinados en sus zonas habitacionales.

María Nicolasa García Reynoso, la representante de la organización que está adherida a la Organización de las Naciones Unidas, dice que la mayor parte de los expendios de almacenamiento y venta de refinados carecen de licencias municipales de construcción, del visto bueno de protección civil municipal y estatal, así como de estudios de impacto ambiental.

“En el Frente Mexicano Pro Derechos Humanos, realizamos un trabajo de campo en el que descubrimos graves irregularidades en la industria petrolera en la entidad, como por ejemplo, la utilización de logos de Pemex sin contar con permiso de la paraestatal, simulaciones jurídicas para engañar a la población con permisos apócrifos y venta de hidrocarburo a muy bajo costo”.

García refiere que “debido a la presión social de los ciudadanos, las autoridades municipales y estatales clausuraron dos de cinco instalaciones irregulares, pero luego esas estaciones se instalaron en zonas de alta densidad poblacional, a unos pasos del aeropuerto, cercanas a escuelas y hospitales, lo que representa un gran riesgo para la vida y patrimonio de los habitantes de Puerto Vallarta”.

Explica que en Jalisco las fugas de hidrocarburos y evacuación de colonias se han vuelto frecuentes y la instalación de gasolineras excesiva, incluso para recabar la firma de autorización de los ciudadanos, han recurrido al engaño en informar que las instalaciones son para farmacias o empresas surtidoras de agua.

Los colonos de Vallarta demandaron a Pemex que “investigue la situación en la que operan esos expendios, y que cancele toda negociación de contratos y franquicias contra quienes se instalaron de forma irregular y hoy tratan, con el apoyo y contubernio de funcionarios de Pemex, introducir hidrocarburo robado”. Pero hasta ahora, dice García, “las autoridades de Pemex sólo nos han dado respuestas evasivas, vagas y perversas”.

Falta de control

“A partir de que Pemex dio mayor margen de operación a los gasolineros sin vigilar sus compras y ventas, se generó un impacto muy fuerte y un caos en la distribución, puesto que ellos no saben que el producto que están entregando en las puertas de la terminal es el mismo que vendieron, y no se sabe si llegó adulterado o si el gasolinero recibió un volumen mayor”, explica un distribuidor oficial, cuyo nombre se reserva.

Detalla que “hace unos años algunos empresarios comenzaron a comprar ese tipo de hidrocarburos. Luego los mañosos se dieron cuenta del negocio que se estaba haciendo y comenzaron a decir ‘págame por lo que estás haciendo’, ‘por qué te voy a pagar’, y por no pagar ese derecho de piso, a muchos distribuidores del Norte les han puesto granadas, les matan gente. Pero también es cierto que cada vez más gasolineros prefieren comprarle a los ‘distribuidores genéricos’ que a la paraestatal debido a que es mucho más lucrativo”.

Señala el distribuidor oficial que para los franquicitarios “comprar gasolina o diésel robado o adulterado les da márgenes de ganancia de hasta 300 por ciento más altas. Por ejemplo, una pipa la pueden conseguir hasta en 80 mil pesos, Pemex la vende entre 200 mil, 250 mil pesos”.

Hay también franquicitarios que de plano se sirven con la cuchara grande. En enero, las autoridades federales detectaron que en Monterrey una gasolinera oficial tenía ya varios años sin comprar gasolina y diésel a Pemex: se abastecía directamente de una toma clandestina en un ducto en la parte trasera de sus instalaciones.

En el operativo que la Procuraduría General de la República hizo en enero, detectó 30 estaciones de servicio que vendían refinados robados.

Apenas el 28 de mayo, derivado de una “denuncia anónima” según informó la Sedena, elementos de la 29 Zona Militar hallaron el depósito clandestino de hidrocarburos más grande encontrado hasta ahora: dos predios en el ejido Tacoteno, en el municipio de Minatitlán, al Sur de Veracruz, en donde encontraron 1 millón 370 mil 700 litros de petróleo crudo, 141 mil litros de gasolina y 16 mil litros de diésel de exportación. Los hidrocarburos habían sido robados a Pemex y almacenados allí para su distribución en el mercado negro. En el centro clandestino había también ocho tanques cisterna, ocho cisternas con remolque y dos tractores con cisterna.

Veracruz es una de las entidades cruciales en la industria petrolera y el sector de los refinados. Entre Minatitlán y Coatzacoalcos, Pemex tiene varias de sus instalaciones más importantes.

Ante el crecimiento exponencial del mercado negro de refinados, en el marco de la contienda electoral, los distribuidores oficiales de Pemex hacen un llamado a que el próximo presidente atienda seriamente la situación emergente que, dicen, priva en Pemex Refinación, subsidiaria a la que califican como “el mayor lastre de la industria petrolera por la mala administración y proliferación del mercado negro”.

Se solicitó una entrevista con los directivos de Pemex Refinación para saber su consideración sobre el mercado negro de refinados. Hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Tomas clandestinas a la alza

Información oficial de Pemex destaca el incremento estratosférico de las tomas clandestinas en la Red Nacional de Ductos a lo largo del sexenio de Felipe Calderón: de las 70 que se detectaron en el último año de gobierno de Vicente Fox para 2007 se ubicaron 324; en 2008, 392; en 2009, 462; en 2010, 691; y en 2011, 1 mil 370, la cifra de tomas clandestinas más alta en la historia de Pemex, conexiones ilegales por las cuales, en promedio, se sustrajeron 47 mil barriles diarios de hidrocarburos.

Este año el número de tomas continúa al alza. En un boletín emitido en mayo, Pemex justifica que aunque “se ejecutaron proyectos y acciones para desalentar el robo de productos en los diferentes Centros de Trabajo de la empresa”, el robo de hidrocarburos continuó presentándose en la Red Nacional de Ductos, “debido a que los sistemas están tomados, prácticamente, por bandas del crimen organizado, asociadas a grupos fuertemente armados.”

Entre las acciones llevadas a cabo para desalentar el robo de petrolíferos al interior de sus centros de trabajo, al mes de abril se realizaron 26 auditorías técnico-operativas.

El mayor porcentaje de hidrocarburos ordeñados son precisamente refinados, que son los más cotizados en el mercado negro. Aún el petróleo crudo que se le roba a la paraestatal tiene como finalidad utilizarlo como combustóleo, particularmente para su uso en la industria y construcción, para alimentar calderas de baños públicos y hasta panaderías.

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