Con pavoroso ritmo la tierra se cubre con un manto de sangre, asfalto y cemento, con atmósferas tóxicas y millones de ruidos, con armamentos de poder destructivo inconcebible y omnipresentes cámaras de vigilancia, con hambre y despilfarro, angustia y desesperación, un decorado de espanto impuesto por la dinámica siniestra de los egoísmos desbordados.
Este curso depredador y suicida se instauró anestesiando la capacidad de pensar y resistir de miles de millones de seres humanos.El peor sistema para todos ha triunfado inoculando masivamente la idea de que no existe otro camino.
En este escenario tenebroso, la pluma implacable de El Roto detona las formas impuestas de percepción que contemplan como normal lo demencial, y nos revela una a una las diversas facetas del absurdo y de la farsa hoy globalizados.Por eso su obra es apreciada no solo en el mundo hispanoparlante, sino allí donde la traducción de sus textos breves y agudos permiten el acceso a los sentidos de sus imágenes.
Con su trazo enraizado en una tradición artística que pasa por Goya y Daumier, y su pensamiento nutrido en lo más claro y mejor de diversos acervos espirituales, El Roto utiliza la sátira para desnudar las infamias del poder y sus engaños. En el conjunto de su obra es posible apreciar todo el vacío y la barbarie presentes en la crepuscular cultura occidental que privilegió el valor del dinero por encima del amor y la creación.En su crítica sin clemencia del orden imperante, también se encuentran clamorosas y en silencio las claves de otro mundo posible.
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