Al mediodía del pasado martes 30 de septiembre, decenas de mujeres y hombres luciendo una banda con los colores de la bandera de Colombia rodearon con sus brazos entrelazados el edificio de la Corte Suprema de Justicia en el costado norte de la Plaza de Bolívar en Bogotá. Muchos integrantes del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado se hallaban presentes en la realización de un gesto simbólico de acompañamiento a la valerosa labor de la Corte Suprema de Justicia para evitar la impunidad con relación a los múltiples casos de lo que se conoce como la parapolítica: el involucramiento de numerosos políticos con el narcoparamilitarismo colombiano.
Ver también nuesto dossier: Colombia.
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El 14 de septiembre de este año el Maestro Reyes Mate publicó un artículo en el diario El País de España, titulado «La autoridad de la memoria» en donde formuló muy valiosas reflexiones sobre la relación de la memoria con la justicia; ideas que pueden aportar en la tarea de enriquecer el proceso de memoria que acontece en Colombia y en indoafroamérica.
Además, los pensamientos contenidos en la obra La herencia del Olvido, editada por www.erratanaturae.com hace unos días, en especial la pregunta por sobre si la memoria del expolio de la conquista, la colonia y la neocolonia sobre el sur de América deben o no jugar un papel político y recrear las formas históricas de relación, y la pregunta por sobre las relaciones entre las nociones de “progreso”, “fascismo” e “imperialismo”, también pueden aportar mucho en la tarea de esclarecer nuestras circunstancias y revisar de manera crítica y creadora el proceso de conmemoración y olvido oficial que se emprende en el marco de los 200 años del Bicentenario.
Al mediodía del pasado martes 30 de septiembre, decenas de mujeres y hombres luciendo una banda con los colores de la bandera de Colombia rodearon con sus brazos entrelazados el edificio de la Corte Suprema de Justicia en el costado norte de la Plaza de Bolívar en Bogotá. Muchos integrantes del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado se hallaban presentes en la realización de un gesto simbólico de acompañamiento a la valerosa labor de la Corte Suprema de Justicia para evitar la impunidad con relación a los múltiples casos de lo que se conoce como la parapolítica:
el involucramiento de numerosos políticos con el narcoparamilitarismo para asegurar su elección en los espacios institucionales de poder en diferentes regiones del país y servir desde allí a la ideología del progreso corporativa.
El 1 de octubre se inicio en París la sesión pública de la Comisión de Ética y Audiencia Ciudadana Internacional sobre los Exiliados, Asilados y Refugiados colombianos por razones de persecución política, que sesionó hasta el día cinco para realizar un diagnostico - con base en los testimonios - de lo que ha sido destruido en términos de humanidad y tejido social democrático por la persecución política; sus causas, sus responsables, los alcances de la investigación judicial, la impunidad y los beneficiarios del éxodo.
Ese material será un aporte a la memoria social y a lo que debe ser tenido en cuenta al momento de reparar los destrozos causados que pueden ser reparados, y tener presentes los daños irreparables.
Este 11 de octubre, decretado como día de la memoria a las victimas de la violencia por el Concejo de Bogotá - a instancias de un concejal de Polo Democrático;- se realizo una caminata al Parque de la Reconciliación donde se erige un monumento a la memoria de las victimas de la violencia sobre la fosa común a la que fueron arrojados centenares de cuerpos de victimas del nueve de abril de 1948.
El 11 de octubre de este año se conmemoraron 21 años del asesinato del líder popular de la Unión Patriótica: Jaime Pardo Leal.
Al medio día del 14 de octubre habrá un plantón en la carrera séptima con Avenida Jiménez, en memoria de las victimas de la Unión Patriótica.
Con motivo del doce de octubre George Bush II ha escrito a Su Majestad el Rey Juan Carlos I. Y mientras le recordaba la condición de España como aliado vital, le decía:
Los Estados Unidos también observan este día como una Fiesta Nacional, nosotros recordamos la importancia histórica de la llegada de Christopher Columbus a las Américas. Donde Bush ve motivo de Fiesta, José Martí señalo: Robaron los conquistadores una página al universo.
Un proceso evolutivo diferente al occidental , con respeto a la tierra y a lo espiritual fue arrasado con genocidio que aún hoy no ha sido reconocido como paso esencial hacia la curación del pasado y la transformación de las relaciones herederas del oprobio.
En medio de la crisis descomunal del materialismo ramplón y el delirio de propiedad que ha arrojado a la humanidad al borde de la extinción , se valoran hoy en diversos lugares del planeta los saberes ancestrales en cuya resistencia de siglos se encuentran claves vitales para recrear la forma de habitar la tierra.
El Robo que señalo Martí no fue solo a los pueblos nativo, sino a la humanidad.
Llega este 12 de octubre del 2008 con el asombroso empuje de un movimiento espiritual y cultural de los pueblos nativos en todo el sur de América, acompañado por la energía de una amplia comunidad mestiza que encuentra la parte ignorada de sus raíces, y la miopía histórica de una parte importante del Estado español con relación a lo que acontece en estos territorios.
Aún parecieran pesar más en la política exterior del actual gobierno español los poderosos intereses corporativos que los principios y los intereses básicos de los pueblos del estado español.
Algunos programas del Estado central y algunas notables Comunidades Autónomas comprenden mejor la dinámica social de fondo que estremece no solo a la región, sino a Colombia, y emprenden una acción exterior más respetuosa de los pueblos , menos sospechosa de asignar recursos de cooperación a programas de control territorial que vulneran los derechos fundamentales de la población local, y más en consonancia con los intereses comunes de la humanidad de sanar y cuidar la tierra.
No son excepcionales los responsables de la acción exterior que ignoran los sentidos creadores de lo que podría ser una genuina alianza de civilizaciones y solo la siguen comprendiendo como un discurso que ve dinero en la naturaleza, y clientes o trabajadores o mano de obra sobrante en los seres humanos, por esto, con razón, en muchos pueblos nativos se dice que después de tantos años “Aún no han descubierto, pues no nos han escuchado, porque siguen ignorando el núcleo precioso común a los diferentes pueblos nativos de América”.
No es promoviendo el olvido del exterminio con fiestas y eventos culturales cuya supuesta calidad se desdibuja por su distancia del decoro con los herederos presentes de las victimas de ayer y la expoliación de hoy, como se curan las profundas heridas del pasado y se abre paso a un porvenir de respeto y cooperación genuina, en donde se pueda enraizar la verdadera fraternidad.
Están haciendo más por la autentica fraternidad entre los pueblos los grupos de jóvenes peninsulares o pequeñas organizaciones no gubernamentales cooperando con las comunidades de base en Colombia o con los valerosos defensores de derechos humanos que viven bajo amenaza, o los pensadores españoles que no subastan ni su palabra ni su silencio, o los funcionarios estatales honestos que no se pliegan a la estrategia perversa de utilizar los impuestos de los españoles destinados a la cooperación para controlar territorios codiciados por las corporaciones a través de alianzas inconfesables, que un millón de notas de prensa falaces que hablan de amistad y música, mientras ocultan las succionadoras insaciables de una tierra y unos pueblos cuyo cuidado tendría que servir a toda la humanidad.
Destinar en Colombia - que como con bastante picardía afirma Miguel Ángel Bastenier en el diario El Pais: es la excepción en el sur de América pues dirigida por el presidente Uribe ha seguido yendo del bracete con Estados Unidos, pero bien que a cambio de importantes prestaciones militares y económicas para combatir con éxito la subversión, y, en bastante menor medida, el narcotráfico ( 8.10.08) - unas migajas de los beneficios de algunas corporaciones españolas para las “fiestas y la cultura” que borren de la conciencia el pasado y el presente, no es un gesto de fraternidad hispanoamericana.
Intentar hacer olvidar con un uso astuto del lenguaje y sofisticadas estrategias mediáticas: relaciones opresivas, sobornos descomunales, mecanismos de colonia cultural, y las colosales utilidades generadas a partir de la violación de los derechos de los trabajadores, de la afectación de la naturaleza, y el no pago de impuestos que tendrían que destinarse a la salud y la educación de las comunidades , no constituye ningún gesto de fraternidad iberoamericana.
Es más de lo mismo de siempre, pero más repugnante, por disfrazado.
La dinámica de la memoria de las victimas en el Sur y en Colombia corrobora lo que afirma Reyes Mate en su escrito:
la memoria ha desbordado las fronteras de lo convenido sea en derecho o en saberes. Las victimas, invisibles hasta ahora , irrumpen haciendo verdadero el aserto martiano: “...porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le falto, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella.”
Reyes Mate señala en su escrito que en tiempos de enorme sensibilidad hacia la memoria que afecta el recuerdo de los pasados mas diversos es preciso tener en cuenta la cultura de la memoria y algunos de sus contenidos precisos en los que el recordar , y las turbulencias que suscita , se desenvuelven. Examinemos esos tres contenidos: En primer lugar que la memoria se refiere al lado más tenebroso y ocultado del pasado. Hay pasados que no necesitan de memoria porque ya están recogidos en el presente (el pasado de los vencedores) y otros (los olvidados) que claman por su presencia.
En Colombia, se suscribió un pacto de olvido con el acuerdo que se firmo en Sitges el 20 de julio de 1957 en España y con el que se acordó el Frente Nacional como formula de reparto del poder entre las elites de los partidos conservador y liberal.
Con ese acuerdo se arrojaron al olvido cientos de miles de victimas de un proceso horrendo de atrocidades desatado con el propósito de exterminar todo aquel que concibiese ideas diferentes al orden cultural absolutista, patriarcal, jerárquico y segregador del occidente católico.
El nueve de abril de 1948 a la una de la tarde cuando tres disparos segaron la vida de Jorge Eliécer Gaitán , el líder que encarnaba los más hondos y represados anhelos de dignidad de un pueblo sometido y escarnecido durante siglos, los pueblos de Colombia fueron arrojados a la hoguera de una violencia que aún no cesa.
La trama precisa que condujo al magnicidio aún permanece desconocida. La sangre vertida en ese periodo , los hechos indescriptibles de crueldad cometidos , la dinámica de poder internacional y nacional en la que se inscribió el crimen, y el olvido impuesto sobre las victimas, están íntimamente unidos al proceso de violencia y exterminio posterior que a su vez ha dado lugar al proceso de memoria y de organización de las victimas cuya expresión mas asombrosa es el Movice: Movimiento Nacional de Victimas de Crímenes de Estado que agrupa en todo el país 16 Capítulos, 200 organizaciones y cerca de 4000 personas que convergen en una gran red que percibe la verdad, la justicia y la reparación como un derecho legitimo de la sociedad en su conjunto, y no sólo de los directamente afectados [1]. (www.movimientodevictimas.org)
Este Movimiento desarrolla una labor que contempla el proyecto Nunca Mas en el que ya se han registrado 42.400 casos de crímenes de Estado y un proceso de acompañamiento de la memoria espontánea de millones de victimas de masacres , violaciones, destierros, crímenes selectivos, amenazas, exilios, construcción de una atmósfera social de intimidación y autocensura permanente, y mutilación en el devenir colectivo de un tejido de sueños y labores que forman parte de una propuesta de evolución social con principios y valores alternos a los impuestos.
La labor del movimiento ha significado horadar el manto establecido de confusión y olvido , y hacer retroceder una impunidad que hasta ahora ha bordeado el 98% de los casos, y sobre la que se ha garantizado hasta el momento - en consecuencia - la repetición de la rueda de horror.
Más que el retroceso de la impunidad judicial y política, que en este momento se tensa hasta umbrales decisivos con detenciones que están aconteciendo después de muchos años de impunidad, lo que ha emergido en un incontenible proceso colectivo de memoria que erosiona la impunidad social inducida.
Un proceso de memoria paradójicamente alimentado por la dinámica incontrolada de crímenes de los victimarios que ha generado en el monstruoso proceso de exterminio e imposición de un modelo usurpación basado en la barbarie: una multitud de victimas cuyas vidas tienen sentido en la tarea común de cesar el desangre y la miseria que se sostienen en el olvido de las raíces del orden demencial establecido.
El segundo elemento de contenido de cultura de la memoria que señala Reyes Mate en su escrito consiste en que la memoria es una categoría interpretativa. Lo suyo es dar significación moral y política a algo que siempre ha estado ahí y ha pasado desapercibido. Esto es lo que permite decir que la memoria es justicia. Nadie va a reparar el daño que se hizo al abuelo republicano abandonado en un corralillo, pero la memoria puede rescatarle de la indiferencia y decirnos que se cometió una injusticia y ésa sigue vigente. Esta forma modesta, pero persistente de justicia no es impunidad, aunque entiende la justicia no tanto como castigo al culpable cuanto como memoria de lo irreparable.
En España el proceso de memoria democrática ha conducido a la valorar la memoria como un fundamento insoslayable de la convivencia. El año 2006 fue declarado por ley como Año de la Memoria Histórica (LEY 24/2006, de 7 de julio, sobre declaración del año 2006 como Año de la Memoria Histórica.) Se rindió homenaje a todas las victimas de la guerra civil y a los represaliados por la dictadura franquista. La Ley recuerda el legado histórico de la Segunda Republica Española, como antecedente democrático de enorme valor.
La Constitución de la Segunda Republica y las leyes de tierras españolas fueron a su vez determinante en las reformas políticas y sociales, y la contención del poder clerical, que aconteció en Colombia en el año 1936 y que impelió el avance del pensamiento y la organización fascista criolla y su voluntad de eliminar en los hechos los avances constitucionales alcanzados.
Laureano Gómez, quien fue apoyado directamente por Francisco Franco para viajar a España en mayo de 1948, regreso después de estar un año en el país ibérico a “triunfar” en las elecciones de noviembre de 1949 en las que no hubo contendor mientras las veredas se inundaron de sangre como resultado de una persecución despiadada y promovida desde los pulpitos cuando se decía que “matar liberales no era pecado” y la impunidad concedida a los matarifes desde el Estado era total. Al igual que Franco, después de acompañar al Eje, Laureano termino subordinado al macartista gobierno estadounidense de la época.
En Colombia el pasado se aparece como presente y el proceso de memoria ha servido para consignar un testimonio imborrable del horror impuesto y descifrar los alcances de la reingeniería social a la que ha sido sometida la población de esta esquina geoestratégica del sur de América. La involución cultural de ayer y hoy, los pavorosos estragos infringidos en la sociabilidad del tejido comunitario y que son exigidos por un proceso de olvido dirigido a garantizar la continuidad de los poderes imperantes significan un mañana anegado de situaciones monstruosas que perpetúa el espanto del presente.
Formas delictivas vinculadas a la comunicación pública e innombradas en los códigos han aparecido como prácticas indispensables para intentar sostener un proceso de dominación - cada vez más precario por su desconocimiento de leyes políticas fundamentales que no pueden ser variadas por las voluntades individuales, por muy poderosas que ellas sean-.
En este sentido la memoria del presente significa un testimonio ético para las generaciones venideras sobre la existencia de unas semillas del decoro que , si vencidas momentáneamente por la barbarie , no han ignorado las formas como se enraíza un porvenir de dignidad , armonía y creación para todos , y han bregado por el mismo sembrando con su vida y su valor de una alternativa ética que tiene luz propia en medio de una tenebrosa atmósfera de corrupción desbordada.
Los hechos monstruosos que han acontecido en Colombia han conmocionado el subconsciente colectivo hasta umbrales que desconocemos.
El movimiento de la memoria en el país, unido a los hallazgos reveladores - que no son descartables - en otras geografías cuya memoria se entrelaza con la nuestra, producirán cambios formidables en la percepción de nuestro pasado.
Lo que hoy es ensalzado con el apoyo de la mayor parte del sistema mediático, mañana podría ser contemplado en toda su miserable dimensión, como repudiable factor causante del sufrimiento inenarrable de nuestras comunidades; seres que han atentado contra lo más sagrado cegados por los brillos falsos del poder o la riqueza material.
Lo que hoy es olvidado y estigmatizado cobrará todo el significado y el valor inconmensurable que se aprecian con el tiempo en la vidas honestas que se han consagrado al servicio genuino de las comunidades.
Múltiples espacios culturales y políticos han sufrido la arremetida de la intolerancia ayuntada con el monstruo bicéfalo del miedo-odio y con la codicia. Los espacios de deliberación de las diferencias y acuerdo de lo mejor para la nación han sido aniquilados y en su lugar se ha instalado la dinámica de la confrontación y la desconfianza. La palabra inerme y valerosa y el pensamiento más luminoso sobre la forma de respetar y sembrar las condiciones para la evolución cultural, espiritual y creadora de nuestra población, han sido atacadas con saña.
Con ríos de sangre y tinta se ha impuesto una historia oficial en la que no ha habido lugar para el merito de los humildes. Hace unos años Manuel Cepeda, Senador de la Unión Patriótica asesinado el nueve de agosto de 1994 escribió:
“Cuando se escriba la verdadera historia del país y quienes la escriban no estén condicionados por el patrocinio oficial , tendrán necesariamente que reconocer el papel desempeñado por los comunistas en la historia del país y deberán rescatar del olvido premeditado a que han sido condenados , a muchos de los comunistas que con su esfuerzo y con su propia sangre contribuyeron a forjar el país y sembrar las semillas de un futuro mejor.”
La memoria que hoy se labra en medio de circunstancias terriblemente adversas, será un elemento indispensable en la curación de lo que puede ser curado y la recuperación de la sindéresis hoy extraviada con el funcionamiento lamentable de la mayor parte de unos medios de comunicación que actúan sin restricciones en la pérfida tarea de catapultar - mediante complejas estrategias e inconfesables alianzas - la confusión que mantiene el orden desastroso , además de desencadenar el frenesí de la estulticia, los miedos y los odios.
Sentidos como “El castigo a los culpables” exigen un proceso de esclarecimiento que revele la urdimbre de la dinámica criminal y de la estrategia de impunidad, y no se clausure con la identificación y juzgamiento indulgente de los perpetradores directos.
No tanto para castigar individuos, como para tener claro el funcionamiento de la dinámica que tanto daño nos ha hecho a todos y evitar su repetición. Incluso la reflexión en profundidad sobre el Crimen y el Castigo es indispensable para un proceso de sanación espiritual como el que requerimos.
Si se tienen en cuenta las características del sistema judicial imperante y, en especial, si se tiene en cuenta el supremo propósito de evitar la repetición de la rueda del horror que durante tanto tiempo ha funcionado, hay que recrear desde el tejido social indeciblemente golpeado de las victimas una propuesta de curación de lo que puede ser curado y, teniendo siempre presente lo irreparable, crear a partir de su voz las condiciones que nos permitan cruzar el umbral hacia una forma de convivencia en la que la vida de todos , la dignidad de todos, sea respetada como un valor sagrado. Llevar la conciencia de lo irreparable a los victimarios y al tejido social indiferente puede multiplicar las columnas que eviten la repetición del horror.
No se trata en absoluto de aceptar el perdón y olvido propugnado desde las más altas esferas de responsabilidad que solo significa la continuidad abierta o soterrada de la violencia. La mayor parte de las terapias actuales para los autores directos de las acciones horrendas carecen de potencia sanadora porque su verdadera finalidad es reintegrar la subjetividad criminal en un orden que mantiene los fundamentos de intolerancia y exclusión que han producido los ríos de sangre y el horror. Pero, tampoco el odio y el rencor engendrados por los autores directos o encubiertos de tantas atrocidades debe guiar el proceso expiación indispensable para curarnos como comunidad de la dinámica de salvajadas a la que hemos sido arrojados.
En tercer lugar , la memoria es el inicio de un proceso que pugna por acabar en reconciliación…..al recordar a las victimas lo que nos mueve no es la promoción de nuestra causa, sino la injusticia que se les hizo a ellas en vistas a un futuro que destierre la violencia de la política.
La memoria como espacio de reunión de las victimas y de las reservas éticas de una comunidad empujada hacia abismos indescriptibles de iniquidad, puede permitirnos comprender los caminos que en adelante estarán vedados porque han demostrado que seguirlos significa sembrar la destrucción y el odio, y significa fabricar en serie subjetividades monstruosas capaces de convertir la vida de todos en una experiencia infernal.
Reyes Mate nos dice que la memoria abre heridas cuando las heridas están cerradas en falso. Si algo caracteriza nuestro pasado es estar repleto de heridas cerradas en falso, por ello ha sido imposible hasta ahora alcanzar una paz genuina.
Los diferentes acuerdos de paz que se han logrado han dejado intactos los factores de confrontación y la maquinaria que engendra la violencia cotidiana.
Desterrar la violencia de la política y desterrar la violencia de la vida cotidiana supone sanar las heridas del pasado que pueden ser curadas. Sanarlas nos exige conocerlas.
Ni la educación institucional, en su mayor parte, ni el grueso de la comunicación pública, hasta hora, ayudan en esta tarea. Por el contrario, están plegadas ambas al oficio de reproducir una historia – con menor o mayor elaboración- que desconoce las victimas, la sistematicidad del exterminio y las circunstancias que explican la aniquilación y sus métodos de terror.
Tampoco se puede sanar el pasado sin transmutar un presente heredero del olvido: las relaciones de dominación internas y las presentes en el escenario internacional. La memoria se abre paso a través de millones de victimas directas del horror, de millares de procesos organizativos, y con la conciencia creciente de los daños irreparables y del colosal desastre de una sociedad conducida por quienes tienen tantos intereses materiales como ausencia de ideales.
Antiguas estructuras de opresión que se erosionan sin remedio, como las impuestas sobre las mujeres, encienden hoy una memoria de largo aliento que genera la comprensión de las formas como se puede curar una comunidad herida en lo más sagrado y profundo y despiertan el recuerdo creador sobre las formas como se puede habitar la tierra abandonando en la vida cotidiana los valores, las ideas y las prácticas del modelo que hoy colapsa sin remedio.
Ver:
[1] El olvido cultiva y favorece la impunidad , Helda Martínez , Informe Especial: http://www.polodemocratico.net/-Periodico-POLO-
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