Las guerras de Ucrania y de Gaza se parecen más de lo que muchos creen… al menos para quienes conocen la Historia. La guerra de Ucrania no comenzó con la operación militar rusa sino con las masacres en la región de Donbass. La guerra de Gaza no comenzó con la Operación “Diluvio de Al-Aqsa” sino hace 75 años, con la Nakba. Si miramos hacia atrás, veremos como los verdaderos responsables de estas dos guerras enarbolan la misma ideología.
Generalmente, toda guerra define quiénes somos “nosotros” y quiénes son “ellos”. “Nosotros” somos el Bien y “ellos” son el Mal.
Los dirigentes occidentales, declaran que la guerra en sí misma es mala, pero afirman que hoy es indispensable frente a las agresiones de Rusia y del Hamas. Según los dirigentes occidentales, Rusia, o más bien su presidente, Vladimir Putin, sueña con apoderarse de nuestros bienes y con destruir nuestro sistema político. Dicen que, después de haber invadido Ucrania, invadirá también Moldavia y los países bálticos, y que luego continuará hacia Occidente. El Hamas, por su parte, es presentado como una secta llena de odio que comienza violando y decapitando a los judíos por antisemitismo y que continuará invadiendo Occidente en nombre de su religión.
Hay que observar que tanto Israel como Estados Unidos fueron fundados por sus ejércitos: Haganá y el Ejército Continental. Hoy en día, la gran mayoría de los dirigentes políticos de ambos países hicieron carrera en las fuerzas armadas o en los servicios secretos. Pero los dirigentes de Israel y de Estados Unidos no son los únicos con esas características ya que Xi Jinping es un ex militar y Vladimir Putin proviene de los servicios secretos soviéticos, el KGB.
Habría que preguntarse en qué se basan los delirios y temores del Occidente político y cómo estos le impiden percibir la verdad. Si Francia no invadió Ruanda, Rusia tampoco ha invadido Ucrania. Al igual que París, que interrumpió la masacre desatada contra los tutsis ruandeses, Moscú interrumpió la masacre desatada contra los ucranianos rusoparlantes en Donbass. Al igual que París en Ruanda, Moscú estuvo movido, en Donbass, por su «Responsabilidad de Proteger» [1] y por la necesidad de poner en aplicación las resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Por su parte, los palestinos no violan ni decapitan gente por placer –aunque algunos sí pertenecen a una secta que lo hace. Si los palestinos luchan contra los israelíes no es por antisemitismo –sólo la corriente “histórica” del Hamas se basa en el odio contra los judíos mientras que la mayoría de los palestinos lucha contra el sistema de apartheid que el Estado hebreo les impone.
La ceguera colectiva tiene probablemente como función primaria la de borrar los crímenes anteriores de Occidente. En efecto, fueron precisamente las “democracias” de Estados Unidos y de los países miembros de la Unión Europea quienes organizaron el derrocamiento del presidente electo ucraniano, Viktor Yanukovich, en 2014. Fueron también los representantes de las “democracias” occidentales de Alemania y Francia quienes firmaron, sin intenciones de aplicarlos –según confesaron después la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Francois Hollande–, los Acuerdos de Minsk, que debían garantizar la paz a los ucranianos del Donbass. Sólo al cabo de años, Merkel y Hollande reconocieron que su verdadero objetivo había sido ganar tiempo para armar a Ucrania. Según los términos consagrados por el Tribunal de Nuremberg esa flagrante violación de los compromisos internacionales contraídos es el más grave de todos los crímenes, el crimen «contra la paz».
Ha sido también la «mayor democracia del Medio Oriente», Israel, quien robó, metro a metro, mediante la ocupación militar y recurriendo a innumerables subterfugios, la mayor parte de los Territorios Palestinos reconocidos como tales en la resolución 181 del Consejo de Seguridad de la ONU, en 1947.
La ceguera colectiva de Occidente probablemente tiene también como función la de permitir que las naciones occidentales cometan nuevos crímenes. Por eso, no debe asombrarnos que Occidente se empeñe en tratar de hundir la economía rusa. Tampoco deben asombrarnos los discursos que llaman a la realización de una limpieza étnica en la Palestina geográfica y que promueven, en definitiva, la expulsión de un millón de palestinos.
El objetivo de estos conflictos no es el acaparamiento de recursos, sino la ocupación de territorios. Los nacionalistas integristas ucranianos de Dimitro Dontsov, siempre reclamaron, desde 1917, la posesión de la Novorossiya anarquista de Nestor Makhno, la región de Donbass y la Crimea bolchevique. Es cierto que el ucraniano Nikita Jrushov puso esos territorios bajo la administración de la Ucrania soviética, pero Kiev no puede invocar la historia reciente para reclamarlos.
Idénticamente, los sionistas revisionistas de Zeev Jabotinsky reclaman desde 1920 todo el territorio de Palestina, el Sinaí egipcio, Líbano, Jordania y Siria, o sea todos los territorios que se sitúan entre «el Nilo y el Éufrates». Si bien el antiguo reino de Jerusalén se componía de esa ciudad y sus alrededores, eso no les permite invocar la Historia para justificar sus conquistas contemporáneas.
Suele decirse que la pirámide de edad de la población determina la agresividad de los Estados. Los Estados cuya población se compone mayoritariamente de jóvenes de entre 15 y 30 años serían por naturaleza más propensos a la guerra. Pero Ucrania no está en ese caso, ni tampoco Israel. Por cierto es más bien Palestina, no Israel, quien debería ser más propensa a la guerra, según la teoría de la pirámide de edad de su población.
La cuestión ideológica es probablemente lo más importante. Dimitro Dontsov y su títere criminal, Stepan Bandera, dieron una dimensión épica a los nacionalistas integristas ucranianos, presentándolos como herederos de los vikingos suecos, los Varegos, supuestamente destinados a masacrar a los «moscovitas» para llegar a Valhalla. Actualmente, el «Fuhrer blanco», Andriy Biletsky, dirigió sucesivamente las tropas de la División Azov derrotadas en Mariupol, la 3ª brigada de asalto derrotada en Bajmut/Artemiovosk y, más recientemente, las fuerzas ucranianas derrotadas en Avdiivka. De la misma manera, Benyamin Netanyahu, cuyo padre fue secretario particular de Zeev Jabotinsky, no vacila en comparar a los palestinos con los antiguos amalecitas. Con ello implica que, en cumplimiento de las órdenes de Yahvé, es necesario exterminar a los palestinos, para impedir que esa raza resurja en contra de los hebreos. Al mismo tiempo, el ejército de Israel destruye sistemáticamente todas las universidades y escuelas de la franja de Gaza y ya ha masacrado 30 000 civiles, invocando la «lucha contra el Hamas» como pretexto.
En el pasado, el ucraniano Dimitro Dontsov estableció una alianza con Hitler, desde 1923, o sea antes de que este último alcanzara el poder. Dontsov se convirtió después en uno de los administradores del Instituto Reinhard Heydrich, que se ocupaba de la aplicación de la «Solución Final» a las poblaciones judía y gitana. El judío ucraniano Zeev Jabotinsky, fue aliado de Dontsov desde 1922, y en 1935 fundó la escuela de cuadros del Betar en Civitavecchi (Italia) con ayuda del Duce Benito Mussolini. Fallecido en 1940, Jabotinsky no llegó a desempeñar un gran papel en la Segunda Guerra Mundial. Pero las acciones de Jabotinsky, como las de Dontsov, no dejan lugar a dudas sobre la adhesión de los nacionalistas integristas ucranianos al nazismo ni sobre la adhesión de los sionistas revisionistas al fascismo.
También está presente la lógica territorial de los regímenes fascistas y nazis en el discurso actual del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y en la retórica del primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu. Mientras tanto el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente palestino, Mahmud Abbas, resaltan la defensa de sus pueblos.
• Más información sobre el nacionalismo integrista de Dimitro Dontsov en
«¿Quiénes son los nacionalistas integristas ucranianos?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 17 de noviembre de 2022.
• Más información sobre los sionistas revisionistas de Zeev Jabotinsky en
«Cuando el velo se desgarra: las verdades ocultas, de Jabotinsky a Netanyahu», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 23 de enero de 2024;
y «La “Conferencia por la Victoria de Israel” realizada en Jerusalén, una amenaza para Londres y Washington», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13 de febrero de 2024.
[1] Se refiere al famoso «R2P», tantas veces invocado por Estados Unidos y otras potencias occidentales en diversas latitudes. Nota de Red Voltaire.
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