Funcionarios iraquíes reconocen que hay más de 236 empresas privadas, extranjeras y nacionales, que cumplen tareas de seguridad en el país. De ellas, 200 son consideradas ilegales, no sólo por carecer del registro correspondiente sino también por desconocerse sus “funciones”. La mayoría de ellas está implicada en actos terroristas que luego se cargan en la cuenta de la resistencia.
No importa su origen ni de que países provienen: son una masa de hombres bien adiestrados en el oficio de matar por dinero que en número de 100 mil cumplen las más diversas misiones en Irak. Los llamados contratistas forman parte de ese bien organizado negocio en el que la administración de George W. Bush ha convertido a ese país árabe desde su invasión y posterior ocupación en marzo de 2003.
Sus obligaciones laborales están enfocadas en la seguridad personal de políticos iraquíes y estadounidenses, hombres de negocio, empresarios y abarcan el cuidado de instalaciones petroleras y militares u otros servicios. Muchas de estas prestaciones, aunque poco se habla de ellas, están ligadas con menesteres antes reservados a las fuerzas castrenses, tales como la construcción de bases, intendencia, interrogatorios y en combates.
En el ámbito iraquí son acusados de intervenir en operaciones secretas de los organismos de inteligencia norteamericanos y en otros trabajos sucios destinados a promover el terror, el miedo, las diferencias religiosas e, incluso, la organización de escuadrones de la muerte para sembrar el caos. Peruanos, chilenos, colombianos, hondureños y ecuatorianos, sudafricanos, irlandeses, estadounidenses, iraquíes, rusos, filipinos, turcos, nepaleses, hindúes, ucranianos, entre otros, componen la variada gama de nacionalidades de esos elementos especializados en las tenebrosas artes de la subversión.
El periódico The Washington Post en su versión electrónica, que cita un censo del Comando Central estadounidense, reveló que al menos 100 mil asalariados operan en el país árabe contratados por el gobierno de loa Estados Unidos. La cifra cuadruplica a los existentes en 2003; de ellos 48.000 trabajan como soldados privados, indicó un informe de la Oficina General de Contabilidad (GAO, en inglés). El Departamento de Trabajo norteamericano admite que 650 de esos empleados murieron desde el comienzo de la guerra, la mayor parte de nacionalidad desconocida y con funciones también ignotas.
Negocios y compañías
El jefe de Operaciones Militares en el Ministerio del Interior iraquí, Mohamed Niama, cifra en 236 las empresas privadas, extranjeras y nacionales, que cumplen tareas de seguridad en la nación del golfo Pérsico. Resulta significativo que la mayor parte, 200, sean consideradas ilegales por desconocerse sus funciones y carecer de registro legal. Niama reconoce que la mayoría de sus propietarios están implicados en actos terroristas.
La contratación de esos expertos se extiende por todo el país, pero en Bagdad adquiere singular predominio por la falta de seguridad prevaleciente, la cual obliga a políticos y empresarios a recurrir a esos mercenarios extranjeros "para impedir infiltraciones" de nacionales, comentó el vocero del Congreso de Diputados. En enero pasado el presidente del Parlamento, Mahmud Mashhadani, expresó que una comisión de seguridad contratará los servicios de una empresa sudafricana para su protección y la del resto de los diputados.
Otra modalidad, muy en boga para las autoridades iraquíes, es la de utilizar como guardaespaldas a familiares, amigos o personas del mismo grupo étnico o confesional. Un ejemplo: la ministra de Derechos Humanos, Uichdán Salem, contrató por su cuenta a 20 escoltas, recomendados por sus familiares o conocidos por ella. Las grandes empresas contratistas tienen su asiento en Gran Bretaña y Estados Unidos; en este último país se estiman en tres decenas las compañías dedicadas e ese lucrativo negocio.
Una de esas empresas es la Blackwater Security Consulting Company, especializada en contraterrorismo y combates urbanos, y una de las mayores con operaciones en Irak: cuenta con un ejército multinacional calculado en tres mil miembros. La firma está considerada como la mayor base militar privada del mundo, con campos de entrenamientos sofisticados, decenas de aviones, 20 mil soldados entrenados y vínculos muy estrechos con las altas esferas del Pentágono y la Casa Blanca. El negocio de la contratación abarca, además, a otras empresas que se encargan de proveer pertrechos bélicos al ejército de los Estados Unidos y de ayudar en la "reconstrucción" como las corporaciones Lockheed Martin, General Dynamics, Northrop Grumman y la notoria Halliburton.
Informaciones indican que la inmensa mayoría de las compañías destinadas a la producción de armamentos triplicaron las acciones desde el comienzo de la ocupación de Irak y sus utilidades crecieron en más del 10 por ciento. Analistas consideran que el aumento de los activos de estas corporaciones está ligado en parte al alza del presupuesto de la Secretaría de Defensa. Desde 2001 las asignaciones para la defensa crecieron en más de 50 por ciento, de 300.000 millones a 455.000 millones en 2007.
En 2005 oficiales de la CIA revelaron al Washington Post que el 50 por ciento del presupuesto de la institución, 20 mil millones de dólares, se destinó a pagar contratistas privados. Un libro publicado por el Brookings Institution refiere que el fenómeno de la contratación genera al año unos 100.000 millones de dólares y según estimados, trepará el doble para 2010.
Ilegalidades, violaciones y maltratos
La total impunidad con que operan los contratistas en el país árabe convierte a esta fuerza, la segunda mayor en hombres después de las tropas norteamericanas de ocupación (140.000 hombres), en una maquinaria de destrucción y muerte. El analista diplomático Pedrag Simic vaticina que en la medida en que los aliados de la coalición se retiren, más mercenarios tomarán sus puestos. Para el Ejército y el gobierno estadounidenses el negocio es muy ventajoso si se tiene en cuenta que son simples asalariados en busca de fortuna y que al morir no entran en la gruesa lista oficial de bajas, ni se ven envueltos en discusiones legales o presionados por la opinión pública.
Estos soldados de fortuna se arriesgan a morir en Irak por salarios que ascienden hasta los mil dólares por día, impagables en sus naciones. En reciente visita a países latinoamericanos, el Grupo de Trabajo de la ONU sobre el uso de mercenarios determinó que las contrataciones son posibles gracias a enormes irregularidades y vacíos legales existentes, como es el caso de Perú. José Luis Gómez del Prado, miembro del grupo de trabajo, dijo que más de mil peruanos brindan sus servicios en condiciones inciertas en el país árabe, donde predomina el riesgo para sus vidas, largas jornadas y viven hacinados.
El experto manifestó la total falta de transparencia en las contrataciones por la inexistencia de controles sobre la forma en que son reclutados o las condiciones en que laboran. Un informe publicado por el diario limeño El Mercurio denunció que la violencia no es el único riesgo que corren los peruanos en Irak, sino también sufren maltratos, discriminaciones y vejaciones por parte de la empresa empleadora estadounidense Triple Canopy.
Aunque el fenómeno del mercenarismo no es nada nuevo, éste creció con la llegada de Bush padre a la Casa Blanca, cuyo hijo lo hizo florecer a niveles insospechados con su llamada guerra contra el terrorismo en 60 o más países a los que identifica como "rincones oscuros" del mundo. Como otras tantas regulaciones, la administración estadounidense convirtió en letra muerta la Convención Internacional contra el Reclutamiento, la Utilización, Financiamiento y Entrenamiento de Mercenarios, aprobada por la ONU en 1989 y rubricada hasta ahora por 28 países.
# Red Voltaire (Francia)
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter