Poco importa si estos números de la pobreza tienen que ver con la realidad. La elección de un estilo de gobierno, no es un acto ideológicamente inocente. El Presidente proclama combatir las políticas del FMI y termina pagándole una deuda que nunca existió. Abre las tumbas secretas de nuestros compañeros para que se conviertan en “un patrimonio de retratos” porque no deja desenterrar ni un pedacito de sus sueños “lavando y refregando sus memorias” y levanta el capitalismo como modo de producción, algo que nuestros amados pedacitos siempre combatieron.

Somete a través del mito para perpetuar nuestra soledad. Lo que no han querido las políticas sociales lo han logrado las matemáticas disminuyendo los porcentajes de la pobreza, amparados por la deliciosa impunidad de la confusión colectiva. No hay en nuestro país terreno fértil para la verdad, sino un tropel de chicos desamparados.

Las estadísticas oficiales son de imaginación asombrosa, capaz de emular a aquellos gitanos de Cien años de Soledad que exhibían en las calles de Macondo la máquina múltiple que “servía al mismo tiempo para pegar botones y bajar la fiebre” o el “aparato para olvidar los malos recuerdos”.

Nuestro gobierno cree dar al mundo y a nuestro pueblo -a través de alquimias aritméticas- una imagen virtual de bienestar, abandonando voluntariamente un cierto número de posibilidades y transformaciones para presentar el enigma de la existencia en “su delgadez esencial”. Ha despojado al hombre de aquello que lo hace humano: sus condiciones materiales y culturales de existencia. Quizás para evitarle a las estirpes partidarias desaparecer en el mismo momento en que aprendan a amar.

# Agencia APE (Argentina)