Recientemente calificada de «robo a mano armada» por cinco personalidades que recibieron el Premio Nóbel de la Paz, la ley iraquí sobre los hidrocarburos enfrenta la oposición de todas las fuerzas legítimas, militares y sociales, que tratan de sobrevivir bajo la ocupación. La consecuencia es que su adopción, que constituye uno de los objetivos de guerra reconocidos por el Imperio, se ha visto pospuesta varias veces a pesar de las presiones.
Faleh Abood Umara, secretario general de la Federación iraquí de Sindicatos de la Industria del Petróleo, y Hashmeya Muhsin Hussein, presidenta del Sindicato iraquí de Trabajadores de la Electricidad, responden a las preguntas de David Bacon.
Recientemente, los sindicatos de la industria del petróleo estuvieron en huelga durante dos días. ¿Cuáles eran sus demandas?
Faleh Abood Umara: El sector petrolero está enfrentando muchos problemas. Hace algún tiempo, nos reunimos con el primer ministro, le mencionamos esos problemas y llegamos a un acuerdo. Cuando le pedimos al ministro de Petróleo que aplicara el acuerdo, se negó. Se suponía que debía reunir un Congreso especial de trabajadores del petróleo del sur de Irak para entregarles terrenos destinados a la construcción de casas, que iba a aumentar los sueldos, establecer la repartición de los ingresos del petróleo y suspender la adopción de la nueva ley sobre los hidrocarburos. A pesar de nuestras conversaciones con el ministro del petróleo, la situación se mantuvo igual, así que anunciamos que nos íbamos a la huelga.
¿Cuáles son las objeciones del sindicato contra el proyecto de ley sobre el petróleo?
Faleh Abood Umara: La nueva ley pondría el control de todos los ingresos y de la producción en manos de las compañías petroleras extranjeras. Eso les permitiría hacer lo que quieran con nuestras reservas de petróleo, sin que podamos intervenir ni tan siquiera como observadores. La ley sobre el petróleo ni siquiera tiene en cuenta la existencia de nuestro sindicato petrolero, y no nos incluirá en el supuesto «Congreso petrolero». Lo más peligroso de esa ley es la parte que tiene que ver con los acuerdos de repartición de la producción [1]. Nosotros rechazamos categóricamente ese tipo de acuerdo. La ley despojará a Irak del petróleo, que es su principal recurso. También socavará la soberanía de Irak y de su pueblo.
¿Qué impacto tendría esa ley para la capacidad de Irak de reconstruirse después de la guerra y la ocupación?
Faleh Abood Umara: Si se aprueba la ley, no habrá reconstrucción. Estados Unidos mantendrá su hegemonía sobre Irak.
Estados Unidos insiste en la adopción de esa ley porque sus propias reservas petrolíferas se están agotando. El último pozo de petróleo de Texas dejó de trabajar en 2004. Numerosos documentos demuestran que la producción de los yacimientos situados en territorio estadounidense está decayendo rápidamente. Como Irak tiene las reservas más importantes del mundo en este momento, la administración Bush trata de controlar nuestro petróleo para mantener la economía estadounidense. Yo creo que esa fue la principal razón que la llevó a declararle la guerra a Irak.
Hashmeya, cuando conversé con usted en Basora, en 2005, su sindicato se oponía a la dirección de las centrales eléctricas en lo tocante a las condiciones de trabajo y la subcontratación del trabajo que deberían realizar los miembros del sindicato que usted dirige. ¿Cuál es la situación actual?
Hashmeya Muhsin Hussein: Las centrales eléctricas sufrieron muchos daños durante la guerra y hay que remontarse a la época de Sadam Husein para entender el problema. [Sadam Husein] no concedía contratos a las empresas extranjeras y se apoyaba en los recursos locales. Después de la caída de su régimen, nos encontramos ante una situación nueva. Hasta los trabajos más simples les fueron concedidos a los subcontratistas. La consecuencia fue que los locales de la sociedad nacional se llenaron de empleados [iraquíes] sin trabajo. Protestamos contra esa situación y, en un primer momento, los responsables de nuestro sector no aceptaban las demandas de nuestros trabajadores. Hicimos una manifestación frente a la oficina del alcalde de Basora y presentamos nuestras demandas al gobernador. De un total de siete demandas formuladas, las dos más importantes estaban en primer plano: primero, cese de toda subcontratación innecesaria y, después, poner fin a la corrupción existente en el seno de la dirección. Finalmente, nos pusimos de acuerdo con la dirección en que se subcontrataran únicamente los trabajos que estaban realmente por encima de las capacidades de los empleados iraquíes.
¿Qué salario perciben los miembros de su sindicato?
Hashmeya Muhsin Hussein: Al principio de la ocupación, la administración de Paul Bremer impuso una escala de salarios muy tiránica. Su sistema constaba de 11 niveles. El nivel 11 comenzaba con 50 dólares estadounidenses al mes y el primero alcanzaba 1 300 dólares estadounidenses mensuales [alrededor de 1000 euros]. Ya usted puede comprobar la desigualdad. Nadie puede conformarse con 50 dólares estadounidenses cuando una ínfima minoría recibe mucho más. Un trabajador de nuestra industria puede llegar, cuando más, al quinto nivel, alrededor de 250 dólares estadounidenses, apenas lo suficiente para sobrevivir. Le hemos pedido al ministerio que cambie esa ley pero, aunque lo hagan, la compensación sería muy reducida.
Faleh, el sindicato del petróleo rechazó la escala salarial de Bremer en 2004. ¿Cuánto ganan ahora los trabajadores del petróleo?
Faleh Abood Umara: Los niveles que impuso Bremer eran aplicables a los trabajadores de todo Irak. Nosotros los rechazábamos y amenazamos entonces con declararnos en huelga. Los salarios del sector del petróleo son hoy completamente distintos a los de los demás sectores. Por ejemplo, nosotros eliminamos los niveles 10 y 11. Hay una ligera mejoría, pero los precios al consumidor siguen aumentando.
Yo mismo estuve visitando los hogares de trabajadores del petróleo. En esa industria tan rica, muchas de las familias siguen compartiendo una sola habitación y, si bien no pasan hambre, lo cierto es que viven en condiciones muy precarias.
Faleh Abood Umara: Las condiciones son muy difíciles. Un trabajador del petróleo de cuarto nivel cobra alrededor de 600 000 dinares, unos 400 dólares estadounidenses [300 euros] mensuales. Un refrigerador pequeño cuesta 200 dólares. Eso es la mitad del salario. ¿Acaso se puede sobrevivir con 200 dólares al mes? Las condiciones de trabajo también son muy duras. Pero, para ser honestos, es mejor que en la época de Sadam Husein. En los sectores de la electricidad y el petróleo, pedimos un aumento especial del 30% y lo obtuvimos gracias a la fuerza de nuestros dos sindicatos. Si Dios quiere, seguiremos mejorando nuestros salarios.
Hashmeya, ¿cómo se creó su sindicato y cómo se convirtió usted en su responsable?
Hashmeya Muhsin Hussein: Después del derrumbe del régimen de Sadam Husein, en septiembre de 2003, organizamos comités sindicales en numerosos centros de trabajo. A mí me eligieron responsable del comité del lugar donde trabajo. Después, luego de la primera conferencia de todos los obreros de nuestra industria en mayo de 2004, me eligieron para encabezar el sindicato. Ninguno de nuestros delegados sindicales cobra por esa responsabilidad. Tenemos un funcionamiento democrático de voto interno en el que todas las profesiones de nuestra industria tienen que estar representadas. Cada dos años organizamos una convención y durante la segunda convención, en junio de 2006, fui reelecta por unanimidad. Pero, por causa de un decreto gubernamental que confisca todos los fondos sindicales en Irak, estamos sin dinero y sin medios de recoger fondos. Las personas implicadas en los sindicatos, incluso en los sectores de la electricidad y el petróleo, tienen que contribuir en la medida de sus posibilidades, con su propio salario. De ahí viene el dinero para todas nuestras actividades.
¿Qué actitud observan hacia usted los hombres del sindicato?
Hashmeya Muhsin Hussein: Al principio había algunos problemas, pero ahora es mucho más fácil. Los obreros me eligieron y tengo muy buenas relaciones con los miembros del sindicato y con sus comités locales en los centros de trabajo. Ellos se dirigen a nosotros para explicarnos sus problemas y nosotros hacemos lo mejor que podemos para encontrar soluciones. Hay cinco organizaciones sindicales subalternas en nuestro sector, y muchas mujeres sindicalizadas. Las incluimos en las fotos de nuestros carteles para que sirvan de ejemplo.
Cuando yo estaba en Bagdad, en octubre de 2003, Bremer y la Autoridad Provisional de la coalición [2] publicaron una lista de empresas públicas que pensaban vender a compradores privados. ¿Había empresas eléctricas en esa lista? ¿Hay proyectos de privatización de empresas de producción de electricidad?
Hashmeya Muhsin Hussein: Los equipos iraquíes de generación de electricidad se están deteriorando muy rápidamente y no podemos conseguir las piezas de repuesto que necesitamos. Los terroristas sabotean las líneas de alta tensión y las centrales de producción. Hay una corrupción generalizada en la dirección. No ha habido mejoría en ese aspecto y la población sufre repetidos cortes de electricidad. En el seno del movimiento sindical, pensamos que esta situación fue creada de forma deliberada para que se llegue finalmente a la conclusión de que hay que hacer algo y que no hay otra alternativa que la privatización de la producción de electricidad.
El 23 de mayo estuvimos protestando contra esa situación. Le pedimos al ministerio de la Electricidad que mejore el sistema de transmisión. En aquel momento amenazamos con interrumpir las líneas de transmisión y las estaciones intermedias, y con cortarles la electricidad a las estaciones de bombeo de petróleo. No fue más que una primera etapa. Cuando el ministro de la Electricidad entendió lo que queríamos hacer, aceptó conversar y nosotros pospusimos la huelga. Pero hace tres días mi sindicato me informó que planeaba de nuevo una huelga porque las conversaciones no estaban llevando a ninguna parte. El gobierno anunció un plan de urgencia para renovar las líneas de transmisión y todo el sistema, pero los fondos destinados a ese trabajo han desaparecido. Nuestro objetivo es imponer mejoras inmediatas del sistema, y para ello hemos propuesto planes y soluciones al ministerio. En nuestra industria, los expertos somos nosotros.
La semana pasada el presidente del sindicato del petróleo le escribió al Congreso de Estados Unidos para explicarle que él quiere que se ponga fin a la ocupación y que se vayan las tropas, pero sin que la adopción de la ley [sobre el petróleo] sea una condición previa para esa retirada. ¿Cómo ve el sindicato del petróleo el fin de la ocupación?
Faleh Abood Umara: Todos los problemas de Irak son resultado de la ocupación. Nuestro sindicato del petróleo, junto con los demás sindicatos iraquíes, está convencido de que será imposible reconstruir el país mientras dure la ocupación. La ocupación es la causa de la creciente corrupción. Pedimos al pueblo de Estados Unidos que le exija a su gobierno que se retire inmediatamente de [nuestro] país. Los soldados deben irse sin que la adopción de la ley sobre el petróleo sea una condición.
La administración estadounidense quiere controlar los recursos petrolíferos de nuestro país. Nuestra carta al Congreso también pide a los congresistas estadounidenses que no sigan presentando proposiciones que van en contra de la voluntad de una amplia mayoría de nuestro pueblo. Hay en Irak numerosos expertos del petróleo perfectamente capacitados para dirigir la industria petrolera. La Sociedad Petrolera del Sur, que es la base de nuestro sindicato, es la única empresa en Irak que produce petróleo en la actualidad. Exportamos 2 250 000 barriles diarios, enteramente bajo la supervisión de expertos iraquíes y extraídos por trabajadores iraquíes.
Muchos afirman, en Estados Unidos, que si el ejército se va de Irak no habrá sociedad civil capaz de gobernar el país. ¿Está usted de acuerdo con esas afirmaciones?
Faleh Abood Umara: Muchas ciudades iraquíes están bajo el control de la administración local. Esas ciudades son relativamente seguras, mientras que en las ciudades bajo control de las tropas ocupantes se suceden las masacres. Mientras se mantenga la ocupación, seguirán los sabotajes y las masacres. Pero cuando personas provenientes de las comunidades locales se encargan de la seguridad, el resultado es que logran expulsar a las fuerzas de Al Qaeda y a otras que aterrorizaban a la gente. Eso quiere decir que somos perfectamente capaces de protegernos y de garantizar la seguridad de nuestra nación. A los que creen que si Estados Unidos se retira habrá caos, yo les respondo: Que se vayan, y si después nos peleamos entre nosotros, ¡que así sea! Ya estamos muriendo por miles. Si la ocupación se mantiene, el único resultado será más sangre derramada de soldados estadounidenses y del pueblo iraquí.
Hashmeya, su sindicato forma parte de otra federación sindical. ¿Qué piensa usted del futuro de la ocupación?
Hashmeya Muhsin Hussein: El sindicato de los trabajadores de la electricidad es miembro del Sindicato General de los Trabajadores Iraquíes, y nosotros queremos que la ocupación termine lo más rápidamente posible. Así lo desean todos los sindicatos iraquíes.
Después de la caída del régimen, se abrieron todas las fronteras. Mucha gente –intrusos– entró entonces en Irak. Muchos decían ser miembros de Al Qaeda y de otros grupos, e introducían armas y explosivos. No había control alguno en la frontera. Siendo un país ocupado, según la resolución 1483 de la ONU, Estados Unidos está en la obligación de garantizar y preservar nuestra seguridad. Pero lo primero que hizo fue abrir las fronteras de par en par. Después de esa experiencia, no creemos que haya seguridad mientras esté aquí Estados Unidos.
Algunas ciudades son seguras, pero allí donde están las fuerzas estadounidenses, hay mucho terror y sabotajes. Queremos que Estados Unidos se vaya. Claro está, eso demora y no es cosa simple. La logística es complicada. Pero en todo caso, nuestra primera y última voluntad es que se ponga fin a la ocupación lo más pronto posible.
La administración Bush dice que prevé muchos años de presencia de una fuerza ocupante y compara la situación a la presencia de las tropas estadounidenses en Corea del Sur. ¿Qué cree usted de esa posibilidad?
Hashmeya Muhsin Hussein: Si de Bush dependiera, él ocuparía el mundo entero. Pero eso no es lo que quieren las demás naciones del mundo. ¿Aceptarán ellas la ocupación, como tuvimos que hacerlo nosotros? Nuestro país no quiere la ocupación, y haremos todo lo que podamos para ponerle fin.
¿Qué esperan los sindicatos iraquíes del pueblo estadounidense?
Hashmeya Muhsin Hussein: Esperamos la solidaridad. Presionen al gobierno de su país para que se vaya lo más pronto posible. No sólo por el bien del pueblo iraquí, sino también por el de ustedes mismos. No queremos que mueran soldados estadounidenses en nuestra tierra. Queremos mantener buenas relaciones con el pueblo estadounidense.
¿Qué piden los trabajadores iraquíes del petróleo?
Faleh Abood Umara: Queremos cooperación entre nuestros sindicatos. Pienso que los problemas de los trabajadores son los mismos en todo el mundo. Tenemos que presionar al gobierno estadounidense para que mejore las condiciones de trabajo en nuestros dos países. Pero en nuestro país, eso implica que la salida de las tropas. Yo hago un llamado a todos los obreros estadounidenses del petróleo para que protejan su tesoro, o sea su propio petróleo, que no pertenece solamente al gobierno o a las compañías privadas, sino también a la nación estadounidense.
Traducción: Red Voltaire.
[1] Para más información sobre la ley iraquí sobre el petróleo y los famosos production sharing agreements, ver el artículo «L’Irak occupée cédera-t-elle son pétrole aux "majors"?», por Arthur Lepic, Voltairenet, 20 de junio de 2007.
[2] Ver «Qui gouverne l’Irak?», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 13 de mayo de 2004.
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