Mientras se posicionaba en la Presidencia, Felipe Calderón bajó la guardia. La ilegitimidad que le imputa la oposición perredista y la necesidad de un “toma y daca” con el Congreso –para la aprobación de las iniciativas preliminares a las reformas privatizadoras– lo obligaron a no atender sus problemas políticos, salvo deshacerse de Manuel Espino e imponer a Germán Martínez en el Partido Acción Nacional (PAN). Empero, estuvo trabajando con el hombre de todas sus confianzas: Juan-Iván Camilo Mouriño Terrazo. A inicios de 2008, ambos se deshicieron de Beatriz Zavala (Desarrollo Social) y de Francisco Ramírez Acuña (Gobernación).
En 2007, un grupo de “constitucionalistas” (amigos de Calderón, de la Escuela Libre de Derecho) revisaron la supuesta acta de nacimiento de la mamá de Mouriño y los artículos 30 y 91 de la Constitución para resolver si podía, como mexicano no nacido en México, ser secretario del despacho donde ahora mueve y remueve papeles, escritorios, recursos humanos y se entrevista con dirigentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del PAN –pues con Germán Martínez integra el “uno-dos” para la sucesión calderonista– y el resto, con excepción del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Mouriño en Gobernación y Calderón en Los Pinos preparan al PAN rumbo a las elecciones intermedias, en las que se elegirán los 500 diputados federales. Iván y Felipe, éste es el nuevo orden, saben que en ese proceso electoral el calderonismo y su partido se juegan la sucesión presidencial. Preparar a Mouriño y Martínez es la tarea, para lo cual se requiere que los panistas afiancen su poder, con un triunfo arrollador en julio de 2009.
Los problemas económicos y sociales de México se acumulan en las secretarías calderonistas, y de esas soluciones depende que los problemas políticos de Mouriño-Martínez-Calderón no se compliquen. Pero, el combate a muerte de militares y policías contra el narcotráfico, donde está de por medio la suspensión de los derechos humanos y garantías (artículo 28 constitucional) está subiendo de tono y puede convertirse en un muy serio obstáculo. Entrado en gastos, Calderón y sus calderonistas no tienen más que seguir y así lo ha decretado el inquilino de Los Pinos: la manu militari hasta 2012, año electoral clave.
Calderón va con todo por 2009 y Mouriño-Martínez prepararán el terreno. El PRI, el PRD y el resto de los partidos ya pararon oreja: los calderonistas van por la presa con todo el poder presidencial. Mouriño parece ser el estratega. Larios, el coordinador actual de los diputados panistas (puesto como precandidato para la candidatura municipal de Hermosillo, Sonora, en complicidad con Manuel Espino y Eduardo Bours) ya dijo que Mouriño es elegible. Así que en 2009 construirán la plataforma de la sucesión calderonista.
Con su nombramiento en la Secretaría de Gobernación, Mouriño Terrazo –el hombre de Calderón en los intereses políticos, el afecto personal y el futuro mediato e inmediato sucesorio– ha generado un escándalo mediático por sus orígenes (nació en España); su formación en el neoliberalismo empresarial; graduado, dice, en una universidad patito de Florida; asiduo visitante a su patria: poseedor de un pasaporte hispano; avecindado en Campeche, donde fue diputado local y en donde está el asiento de la millonaria fortuna familiar (tienen más de 200 gasolineras, en las que laboran, por las propinas, en sus tres turnos, 100 empleados sin Seguro Social ni prestaciones).
Su designación es para devolverle a Gobernación su antigua plataforma de lanzamiento: los calderonistas y uno que otro seguidor del fanático Manuel Espino, como Héctor Larios, ya nombraron a Mouriño heredero de Calderón para la sucesión presidencial. Además, llega respaldado por la fortuna familiar que lo quiere de presidente, por los “churumbeles” (españoles radicados aquí) y por los gallegos, desde Vigo, España.
El Grupo Prisa, con inmensos intereses en México que acordó clausurar el espacio radiofónico de la periodista Carmen Aristegui, aplaudió el nombramiento; el periódico El País incluso publicó una nota: “El economista Juan Mouriño de 36 años, es hijo del dueño del Celta de Vigo”. “Tras bambalinas, como jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño Terrazo ha sido el verdadero poder en la sombra en los primeros 13 meses de gobierno de Felipe Calderón. Desde un cargo que fue creado el 4 de diciembre de 2006 (mentira o error del corresponsal, Francesc Relea, porque el cargo fue creado en 1988 con el francés José Córdoba) ha combinado las funciones de jefe de gabinete (aunque en el presidencialismo mexicano no hay gabinete) con las de operador político con partidos, gobernadores, portavoces parlamentarios, sindicatos, organizaciones sociales, empresarios e iglesias” (El País, 17 de enero de 2008).
Nacido en Madrid, España, Mouriño supuestamente tramitó su naturalización 10 años después de ingresar a territorio mexicano, gracias a la contrarreforma constitucional de 1997 (hecha para favorecer la candidatura de Vicente Fox, hijo de madre española y padre estadunidense), que estableció que el extranjero fuera hijo de padre o madre mexicano para adquirir la nacionalidad por nacimiento. Mouriño ha sacado de la chistera (en un sistema del registro civil donde abundan las maniobras para obtener actas de nacimiento a modo) la acreditación de que su madre, hija de español, nació en México. Así “legalizó” su mexicanidad... pero, por si acaso, tiene pasaporte español y no hay documentación (salvo otro truco) que demuestre su rechazo a la nacionalidad española.
Prisa también festinó que Mouriño fuera nombrado jefe de la Oficina de la Presidencia. El País, del 30 de noviembre de 2006, publicó, como información verídica y contrastada, que el padre de Mouriño, dedicado a los negocios de los hidrocarburos, se vinculó en nuestro país con el PRI y el presidencialismo de José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, para rematar financiado la campaña de Fox. En ésta, Juan Camilo aportó dinero a la mafia de Amigos de Fox.
Mouriño se conectó con Calderón cuando fue designado diputado federal plurinominal y desde 2000 es su confidente, su brazo derecho y su operador. El secretario ha dicho, amenazante, que él y Calderón son uno: “Sería un error subestimarnos” (Milenio, 29 de noviembre de 2006).
Calificado en las revistas del corazón (donde hasta Andrés Manuel López Obrador exhibió el nacimiento de su hijo en segundas nupcias) como el calderonista de “los ojos y la mirada triste”, en cuanto tomo posesión en Gobernación, Mouriño se mostró alegre, sonriente, a diferencia incluso de cuando, en Los Pinos, posaba tenebroso moviendo todos los hilos, para ser “los ojos y oídos de Calderón”.
Cuando ya sabía que iba a ser ascendido, hizo declaraciones sobre el petróleo y la gasolina, en vísperas de la discusión legislativa para la reforma privatizadora: desde Gobernación va a negociar con el Congreso la contrarreforma. Al respecto, Manlio Fabio Beltrones, coordinador de los senadores del PRI, “expresó que cuando se abra el debate sobre la reforma energética, el secretario de Gobernación se deberá deslindar de los negocios de su familia para ser un interlocutor confiable” (La Jornada, 26 de enero de 2008).
No obstante, el caso Mouriño enturbiará la política calderonista. Su nombramiento, cuando crece la disputa por la privatización de Pemex, es un error. Mouriño no tiene las manos limpias: ha hecho negocios petroleros, así hizo su fortuna personal y familiar, con la que compró un equipo de futbol de ¡España! Con el lema de “no nos subestimen”, Mouriño y Calderón van por las elecciones intermedias de 2009 y por las reformas que despojarán a la nación de su único patrimonio. Van por todo, incluido 2012, para que Mouriño sea el candidato a la sucesión.
Como sea, el nombramiento de Mouriño es una “estupidez” política. Éste estratega manipuló a Calderón para satisfacer su ambición. En México –dividida con una mayoría de pobres, un ejército de desempleados, el revés que viene por al desaceleración económica estadunidense, el desastre agrícola del campo y la pavorosa respuesta de los cárteles del narcotráfico– ha iniciado una crisis política que tiene, en 2010, con los centenarios de la Independencia (“¡muera el mal gobierno y mueran los gachupines!”) y de la Revolución (“el pueblo tiene hambre y sed de justicia”), su quiebre para un estallido civil.
cepedaneri@prodigy.net.mx
Revista Contralínea / México
Fecha de publicación: 2a quincena Febrero de 2008
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