Campesinos ancianos, jóvenes, mujeres y niños provenientes de las veredas de la parte alta del Castillo se dieron cita en los dos puntos de encuentro planeados para la Misión. Reunión distinta a las acostumbradas filas de carros de las organizaciones de derechos humanos. Allí solo había mulas y caballos, esos son los vehículos de transporte.
Por espacio de más de 2 horas la actividad fue el reencuentro entre los que íbamos de Bogotá y Villavicencio y los que habían llegado de las distintas veredas. Hasta ese día no habían tenido la oportunidad de encontrarse. La precisión y el asedio militar, sumado al miedo, había impedido el encuentro entre los campesinos retornados. La Misión [1] era la excusa perfecta.
Pasado el medio día se inició en serio el encuentro. Narraciones de la crueldad vivida se mezclaban con la alegría de estar en sus tierras recuperando cultivos cercados para el ganado –que no hay por que se lo robaron-, reconstrucción de casas. Sueños y proyectos.
El Castillo cuenta con una población total de 9.949 habitantes, de los cuales 2.156 se encuentran en la cabecera municipal; 4.044 en centros poblados (cabeceras veredales) y 3.749 en la zona rural [2]
Veredas como Miravalles, La Esmeralda, Puerto Esperanza, Campo Alegre, El Retiro entre otras quedaron abandonas y convertidas en ruina cuando en el 2002 paramilitares autodenominados Autodefensas Unidas de Colombia – Bloque Centauros incursionaron en la zona sembrando muerte, terror y barbarie.
La acción paramilitar más cruel contra los campesinos de la zona alta de El Castillo, 2006 dejó una estela de dolor y sufrimiento incalculable:
Las más de cien ejecuciones extrajudiciales (descuartizamiento y motosierra), lograron que se desplazaran veredas enteras. Según cuentan los pobladores “… los paramilitares llegaron matando y descuartizando a todo el que se encontraba por su paso (…) aquí, allí, quedaron los cuerpos de doña Lucero, de mi compadre, mi amigo (…) iban con camiones y se llevaban todo de las casas, lo poco o mucho que teníamos se lo llevaron (enseres, plantas solares, aves de corral); obligaron a varios vecinos a arriar el ganado, como 1.200 reses se llevaron, hasta el Dorado. Todo eso se lo robaron, todo eso se perdió…”.
Según Acción Social, se encuentran inscritos como desplazados 5.329 personas. La fuerza pública es responsable del desplazamiento de 62; Paramilitares 566; Sin autor determinado 1.570; Guerrilla 1998; Otros 1.127 personas.
Más de 320 familias de igual número de predios urbanos y rurales de la zona alta de El Castillo [3] Meta, están regresando desde mediados de 2007 y lo que va corrido de 2008. Cansados de la mendicidad, cansados de la ignominia de Estado, decidieron retornar a sus fincas que por más de 30 años han poseído [4] .
Durante la década de los 80 y mitad de los 90, El Castillo al igual que los demás municipios de la subregión del Ariari, fueron considerados la despensa agrícola de Bogotá.
Camiones llenos de plátano, café, cítricos entre otros productos agrícolas, salían todos los días hacia Corabastos. En el Castillo no había pobreza, como hoy. La miseria en la zona rural es actualmente el común denominador, todos los cultivos se destruyeron, se acabó el plátano, el café y las viviendas están destruidas.
Hay una cosa que no ha sido destruida. La dignidad de los campesinos que han decidido volver sus tierras.
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