Los recientes Juegos Olímpicos de Pekín fueron la expresión de lo mejor del atletismo y el deporte mundial en el momento. El evento en el que compitieron 10.500 atletas de 204 países exige una lectura desde la perspectiva biológica y social.

Para iniciar es preciso recordar que los atributos del cuerpo humano tienen raíces en su condición de primate superior que perfeccionó su locomoción bípeda, liberó sus brazos y sus manos para nuevas funciones; una visión binocular y estereoscópica le dio sentido de distancia y un cerebro con una amplia corteza cerebral le permitió el desarrollo de la inteligencia en sus múltiples dimensiones, una de ellas es la inteligencia corporal y cinestésica necesaria para la práctica del atletismo y el deporte. El ser humano no es un ángel caído del cielo sino un primate erguido, es un ser emergente producto de su pasado evolutivo y de su historia socio cultural.

Se afirma que el cuerpo humano es una máquina perfecta, sus sistemas y órganos se integran en una unidad bioarquitectural maravillosa: el sistema esquelético formado de huesos, cartílagos y articulaciones está accionado por su potente sistema muscular, alimentado por el sistema cardiovascular y respiratorio de alta eficiencia, y dirigido por el sistema nervioso de coordinación del más avanzado desarrollo filogenético.

Sorprende la diversidad de acciones mecánicas que es capaz de realizar con gran destreza, lo mismo pruebas de velocidad como de resistencia, de fuerza como de precisión; es capaz de caminar, correr, saltar en distancia y en altura, nadar en muy diferentes estilos, dominar la gimnasia olímpica y la natación sincronizada, entre otras disciplinas. Bajo la consigna: más rápido, más fuerte y más alto los atletas y deportistas buscan alcanzar su máximo rendimiento físico.

La cultura física en el desarrollo humano integral
El hombre y la mujer han demostrado a través de la historia del atletismo, el deporte y la cultura física que son capaces de lograr el desarrollo corporal con singular armonía y belleza que se expresa en la propia figura humana y en la infinidad de movimientos de refinada perfección y sentido estético.

La práctica del atletismo y los deportes tienen alto valor formativo ya que desarrolla el cuerpo pero también el espíritu, implica desarrollo físico e intelectual, en esto radica la importancia en la formación integral del ser humano. La expresión men sana in corpore sano resume la unidad del cuerpo y la mente, enaltece al ser humano y hace aflorar su fortaleza física y su belleza natural. De ahí que es censurable la implantación en el cuerpo humano de elementos extraños para mejorar la apariencia, lo que implica transformación del cuerpo según los modelos que impone el mercado; con lo cual el cuerpo humano ha devenido en un objeto susceptible de manipulación. (Viene a la memoria el título de una telenovela colombiana cuyo nombre no quiero escribir por respeto a los lectores).

La competición en el nivel olímpico es la expresión de los logros mayores que son capaces de alcanzar los hombres y mujeres de todas las razas y todos los continentes, debe inscribirse en la confraternidad entre todos los pueblos. Competición que debe ser limpia: sin doping, sin drogas, ni exceso de químicos… Las nuevas marcas alcanzadas son en verdad sorprendentes, pues llegan al límite superior del rendimiento físico y fisiológico. Como ejemplo cabe mencionar los nuevos registros alcanzados por el jamaiquino Usain Bolt: 9.69 segundos en 100 m, y 19.30 segundos en 200 m., y por el nadador norteamericano Michael Phelps que marcó 4.07 minutos en los 400m.

Pero, si bien las olimpiadas son competencias individuales, los atletas y deportistas son productos sociales que expresan el estado de desarrollo del atletismo y el deporte y la importancia que dan los países a la cultura física, de ahí la diferencia en los resultados en medallas olímpicas. Los atletas y deportistas olímpicos son producto de años de preparación con técnicas nuevas, equipos y aparatos modernos, asistencia médica, soporte institucional, económico…

Por eso es especialmente meritorio que el atleta ecuatoriano Jefferson Pérez haya logrado dos medallas olímpicas y varios campeonatos mundiales de marcha, gracias a su anhelo de triunfar, disciplina y tenacidad. Surgió de una familia modesta y llegó al máximo podio mundial. Pérez es un ejemplo de superación y un referente para todos los ecuatorianos. No debe ser empujado a la arena política porque eso afecta su buena imagen.

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