El ADN, maravilloso hilo de la vida

Es ampliamente conocido que el ácido desoxirribonucléico o ADN almacena y transmite la información genética en los seres vivientes. El ADN está formado por dos cadenas helicoidales complementarias que están conformadas por una sucesión de moléculas de azúcar (la desoxirribosa, de ahí su nombre), alternando con grupos fosfato; entre las dos cadenas se ubican las bases nitrogenadas: adenina A, timina T, guanina G, y citosina C, a manera de peldaños; por esto al ADN se le compara con una escalera en espiral.

Producto de la evolución molecular en los albores de la vida en la Tierra, el ADN tiene una composición química y una arquitectura molecular muy particular, lo que le confiere características singulares como la especificidad, que deriva de la secuencia de las bases nitrogenadas: adenina, timina, guanina y citosina; la mutabilidad, debido a la posibilidad de cambio en el orden de las mencionadas bases; la replicabilidad o capacidad de autoduplicarse, en virtud del ensamblaje de una nueva cadena sobre la preexistente que le sirve de modelo, y, la transcripción en ácido ribonucléico mensajero ARNm y su ulterior traducción en la síntesis de proteínas que son indispensables para la construcción y funcionamiento de todo ser viviente. (1)

En organismos sencillos como las bacterias el ADN se encuentra formando un anillo, en cambio en los organismos superiores el ADN forma parte de estructuras complejas: los cromosomas.

El ADN alcanzó la estructura de doble hélice como resultado de un proceso de selección molecular. La presencia de las dos cadenas da mayor estabilidad a la molécula, facilita su reparación - una vez que se daña por efecto de las radiaciones ultravioletas y otros factores-, asegura la duplicación en dos moléculas gemelas en el proceso previo a la división celular (mitosis y meiosis) y la consiguiente transmisión de la información genética a la descendencia; además permite la transcripción en ARN y con ello la expresión del código genético en la síntesis de proteínas.

El ADN, con excepcional fidelidad, almacena y transmite la información genética; es estable pero a la vez experimenta mutaciones o cambios que constituyen la materia prima para la selección natural. Apareció en un período temprano en la evolución de la vida y se ha mantenido como tal a través de millones de años, permitiendo la continuidad y la diversidad de la vida en la Tierra. La molécula de ADN es por sí misma una maravilla de la evolución.

El ADN: libro de la vida

El ADN es una especie de libro de la vida, posee su propio lenguaje, que es tan rico y tan complejo como el español. Mientras nuestro alfabeto tiene 26 letras, el alfabeto genético tiene apenas cuatro letras A, T, G, C que corresponden a las cuatro bases nitrogenadas del ADN, con las cuales se forman tripletes (o palabras de tres letras que tienen un significado propio). Esta similitud con el español - o con cualquier otro idioma- es útil para entender el lenguaje genético y su significado: así como una oración expresa una idea o un mensaje, en el lenguaje genético un gen contiene y transmite la instrucción para elaborar un producto: una molécula de una proteína específica.

El trabajo de los genetistas y biólogos moleculares se concretó a “deletrear” el ADN, es decir a encontrar el orden de las bases nitrogenadas ATGCTGCAAGTCTGCA… lo que es equivalente a deletrear una palabra como lo hace un niño y entender su estructura y su significado; esta formidable tarea llevó muchos años de investigación que permitió secuenciar el ADN; más tarde se descifró el código genético, que es el mismo para todos los seres vivos: bacterias, hongos, plantas y animales; lo cual constituye una prueba de la evolución en el nivel molecular.

Con este avance se llegó a saber todo lo que interesaba a los biólogos moleculares; pero la investigación continuó y los resultados fueron sorprendentes: el ADN no solo es la molécula clave de la vida en la Tierra, sino que es el libro y el hilo de la vida. La existencia de los seres vivientes depende en último término de un hilo hecho de ADN, ya que en su estructura molecular está contenido el programa (o el plano) para la construcción de una bacteria, una planta, un ave o un ser humano, y además ha permitido rastrear la historia de la vida en el tiempo; con lo cual se comprueba la unidad y la continuidad de la vida.
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