No obstante las incertidumbres que circularon durante algunos meses, el triunfo de Barack Hussein Obama se logró de manera contundente.
Sin embargo, lo más importante fue la gran participación social, como nunca, donde más del 70 por ciento de los posibles votantes acudió a las urnas.
Obama ejemplificó la importancia de esos comicios con una mujer negra de 106 años que vivió el esclavismo en sus tiempos mozos y ahora sintió cómo se alzó con la victoria uno de su mismo color, quien es hijo de un keniano. Pero, asimismo, los rostros llorosos del pastor Jesse Jackson y de la conductora de televisión mejor pagada en la actualidad, Oprah Winfrey, fueron representativos de la transformación por venir.
La campaña –no se olvide– fue la más costosa que se tenga memoria (más de 2 mil millones de dólares). La gran mayoría se erogó para tratar de convencer a los indecisos. Y la batalla no paró ni siquiera al inicio de las votaciones, ya que se utilizó hasta el último minuto para insistir que uno u otro tenían razón en sus planteamientos.
Obama compró media hora en las más importantes cadenas de televisión para insistir que sí podía obtener el triunfo. Algo que no logró hacer, debido a su falta de dólares, John McCain. Por medio de internet, Barack logró aportaciones de 600 millones por parte de 3 millones de sus compatriotas; mientras que el senador por Arizona recibía el apoyo de las empresas petroleras de forma abrumadora.
Ello posibilitó que el mulato dijera: los grandes consorcios deberán pagar más impuestos próximamente, se regularán las acciones en Wall Street; mientras que el veterano activista en la guerra de Vietnam señalara, eufemísticamente, que no se necesitaba gravar más a los estadunidenses ni a las empresas.
Son muchas las razones de la victoria del egresado de Harvard, aunque principalmente se basan en la descomposición de la sociedad, la situación grave en el sistema de salud y el temor a que las pensiones no alcancen para los veteranos que están jubilados o esperan hacerlo próximamente. Las tres de índole económica, aunque se resumen en la llamada crisis hipotecaria y la quiebra de instituciones financieras. A fin de cuentas, George Bush fue el villano de la película. En el fondo, se trata de la bancarrota del llamado neoliberalismo.
Como apunta genialmente Norman Mailer, estamos ante un sistema de empresas que “en mi opinión, es una monstruosidad: ahorrar dinero con base en sermonear a los pobres y lamerle el culo a los ricos”.
Recomponer todo no será fácil. Por eso Obama ha pedido a todos su colaboración decidida, ya que bien señala: el gobierno no todo lo puede y, además, las dificultades no se resolverán en uno o dos años. Las soluciones vendrán en el mediano plazo, por lo que ya apunta a su reelección.
En su discurso del triunfo se refirió a la paz, la esperanza, las oportunidades y la necesidad de enfrentar el cambio climático, entre algunas de las buenas razones para estar optimista. Máxime que su victoria se la debe, en mucho, a las comunidades de hispanos que le hicieron vencedor en estados donde menos se esperaba. Aunque asimismo logró mayorías contundentes en California y Chicago, donde los paisanos son muy activos.
El mexicanólogo Jorge Bustamante previó desde el 5 de febrero de este año que Barack sería ganador en las elecciones internas del Partido Demócrata y en las generales. Los políticos, como siempre, no le hicieron caso. Tampoco han tomado en cuenta algo más que dijo el tocayo: es necesario llevar a cabo una política para las decenas de millones de compatriotas que viven en gringolandia. Acá, los intelectuales son despreciados por el poder, allá se les incorpora en las estrategias más importantes.
No obstante la tragedia, al perder a Juan Camilo Mouriño, Calderón felicitó a quien no tomó en cuenta, pues sus simpatías estaban con McCain, un error más de política exterior.
Por cierto, Televisa hizo el ridículo en su transmisión ante el despliegue de CNN –¡Saludos, Carmen Aristegui!–, no sólo por su falta de cobertura, sino por las opiniones simplonas de muchos, donde se salvó el exembajador Jorge Montaño. Los periodistas no son locutores que adjetivan y aportan datos frívolos, sino se preparan y dan a conocer aspectos novedosos e importantes.
Con Obama se puede iniciar una era de esperanza para la humanidad, no porque desaparezca el capitalismo, sino quizá para darle a ese sistema un rostro humano, como querían hacer con el socialismo los checos: Alexander Dubcek y Gustav Havel. ¿Se podrá?
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