Como en Colombia hay una mayor requisa de la droga en sus múltiples formas, comercialización, producción, tráfico, etc, las seis bases que Gringolandia instalará en el país norteño, constreñirán al ilícito comercio a mudar sus bases a otra parte. ¿Adivinará el lector hacia qué país se vendrán a producir los zares de las drogas?: ¡hacia el Perú, así de simple! ¿Qué quiso decir cuando felicitaba el presidente Alan García, a su par de Colombia, Uribe, por las demostraciones colonialistas en pleno 2009 hechas por el Departamento de Estado en Colombia? Es obvio que a nadie se le antojaría una lógica inversa que se alegrara porque los criminales de la droga vengan al Perú a vivir, producir, matar y seguir en su fenicio actuar.
Como los políticos en Perú, los analistas científicos, periodistas de alta capacidad de exégesis, los intelectuales a la carta la mayoría y en general todos han dado vacaciones perennes a la inteligencia, hecho que ya dura largas décadas, cuanto se refiere al narcotráfico se habla con la cautela que da el miedo y la pusilanimidad. Cuando estas dudosas virtudes acompañan sempiternamente al hombre público, suceden cosas como las que debemos recordar y de hace pocos días, no más de quince.
Fue denunciada en La Primera cómo una investigación de carácter penal involucraba en un tema de narcotráfico a los jefes de Seguridad de Lan Chile y Lima Airport Partners, LAP, la concesionaria especializada en perseguir periodistas. Lo que en cualquier parte del mundo, hasta en el sitio más modesto y pequeño, hubiera hecho saltar al más humilde funcionario, aquí no ha provocado ni un comunicado de parte y tampoco que los programas de opinión –o que dicen generarla- toquen ¡ni de relansina! el ríspido suceso. ¿Cómo puede pasarse por alto que una firma que tiene el cuasi monopolio de la aviación comercial en Perú, cuyo dueño, Sebastián Piñera, es posiblemente el próximo presidente de Chile, país con el que el nuestro mantiene un conflicto por delimitación marítima en la Corte Internacional de La Haya y cuyos pilotos sean víctimas de no pocos abusos, y nadie diga nada de nada?
La verdad es que los canjes, el conchabo infame de callar, la cobardía comprada por pingues bolsas, calla a los que no se quieren dar por enterados. La compra de conciencias es un asunto bastante común y asqueroso en la historia pública del Perú. Las excepciones tienen que entender que están a punto de ser cómplices de un crimen contra el Perú.
Otro tanto ocurre con esa empresa acostumbrada al auto-bombo, a la propaganda cosmética y a la caza sañuda de los periodistas que no le son afines, como es Lima Airport Partners, LAP, que está, según dice el auto apertorio penal, allegada a ilícitos de narcotráfico. Que se sepa, en inglés o castellano, jamás han hecho un comunicado aclaratorio. Ocurre que sus mermeleros estudiosos de “opinión y análisis” han llegado a la conclusión nefasta que en Perú bastan 7 u 8 días para que la gente se “olvide” de estos hechos y se preocupe de hijos que asesinan a sus padres; crímenes de peluqueros, balazos que ultiman a perros y demás ocurrencias que son de otros rangos pero que no deciden cómo robarse aeropuertos y vivir sin problemas, gozar de préstamos con aval del Estado peruano y no invertir ¡ni un mango! y llevarse el dinero a carretadas, NO construir la segunda pista del Aeropuerto Jorge Chávez y sí manejarse con engaños y largas vía los medios de comunicación, amables transmisores de aquellos.
¿No debió el Establo, de oficio, convocar a una reunión de emergencia y multipartidariamente instalar una Comisión Investigadora que recabe los elementos imprescindibles para saber, sancionar y tomar una actitud frente a lo que parece la intromisión insolente del narcotráfico en la vida pública de dos empresas importantes como Lan Chile y Lima Airport Partners, LAP? ¿Qué esperan, que tengamos los primeros muertos con balazos en las testas para entender que este asunto puede salirse de las manos? ¿no se están, groseramente, violando los derechos humanos de 28 millones de peruanos con estas potenciales marejadas violentistas?
Que el narcotráfico migre sus modus operandi al Perú porque en Colombia los cánones de represión, aunque fueren un teatro muy bien calculado por tirios y troyanos, es decir los locales y los gringos, constituye una amenaza letal contra Perú. ¿De qué se alegraba felicitando el presidente García Pérez a Uribe, hace pocos días?
¿No es sabido, acaso, que no sólo se trata del vil comercio sino de toda una industria que incluye pandillas motorizadas, sicarios muy bien apertrechados, white collar employees, es decir, gerentes, financistas, secretarias, parlamentarios, muy bien premunidos de argumentos y doctrinas para manejar esos miles de millones de dólares que son parte del gran negocio que mueve al mundo? Mientras que a un imbécil despreciable se le ocurre plantear mordazas contra la libertad de prensa y todos caen en la añagaza con facilidad sorprendente, se persiste en callar y mirar al cielo, silbando culposamente, para evitar la realidad contundente que dicta una investigación penal que revela que hay un asunto de narcotráfico en el que están metidos Lan Chile y Lima Airport Partners, como quedó revelado en el informe periodístico.
¿No sentirán vergüenza los mamarrachos que fungen de catones y que no opinan ni en su casa?
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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