Por su parte, Obama anunció el envío de 1 mil 200 tropas adicionales de la Guardia Nacional a la frontera con México; los corifeos de Washington acusan “narcoterrorismo en México”. William Weschsler, subsecretario de Defensa adjunto para Asuntos Antinarcóticos y Amenazas Globales, confirmó, ante el Congreso, la vinculación del Comando Norte en el ámbito de las fuerzas de seguridad mexicanas, que vienen entrenando a militares mexicanos en contrainsurgencia, con tácticas utilizadas en Afganistán e Irak. Avanzan paso a paso en sus planes.

El embajador Carlos Pascual pidió “ajustar” la Iniciativa Mérida. Ahora quieren declararla disfuncional para escalar a un símil del Plan Colombia en México. Todo lo necesario para justificar la creciente integración policiaco-militar de Estados Unidos-México, que es la continuación del proceso de décadas de integración económica y política ?a la anexión? promovida por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN) al servicio de la oligarquía pro yanqui. Quieren, como en Colombia, bases militares en nuestro país y tropas mexicanas para sus guerras en el extranjero.

Magdy Martínez Soliman, coordinador de la Organización de las Naciones Unidas en México, informó, el 22 de julio, que el secretario general Ban Ki-Moon ha insistido que México mande cascos azules, y que esto hará el gobierno de Calderón. Quieren sangre mexicana para sus guerras que califican como “misiones de paz”, lo que viola el artículo 89 de la Constitución.

Autoridades del Pentágono y del Departamento de Estado han admitido que 20 grupos de tarea integrados por fuerzas especiales estadunidenses vienen actuando en Juárez y otras ciudades como parte de la interoperatividad militar entre los dos países, en el marco de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte.

Alan Bersin informó que se está negociando el empleo de Drones del lado mexicano de la frontera (Carlos Fazio, 26 de julio de 2010). Estos aviones no tripulados son los mismos que bombardean la frontera de Pakistán y que han ocasionado “daños colaterales” y civiles inocentes asesinados. ¿Presenciaremos el vuelo de Drones bombardeando Ciudad Juárez?

El descontento en México crece cada día, pues aunque aún no hay amplia conciencia en la mayoría del pueblo del peligro de la integración militar Estados Unidos-México ?pues el monopolio de medios de “información” se encarga de desinformar?, el país está sumido en una profunda crisis que afecta a la población en general. Y es un hecho que todos los ángulos del deterioro en seguridad, económico, político, social, cultural, ambiental son producto del modelo de capitalismo salvaje o neoliberalismo impuesto por Washington y sus organismos financieros internacionales. El modelo ha sido impuesto a “sangre y fuego”. Sin embargo, es ingenuo pensar que el pueblo va a aguantar todo.

Ese descontento se mostró en las elecciones del 4 de julio, en las que se votó para derrotar a Ulises Ruiz, Mario Marín y cuatro gobernadores. El PRI perdió Oaxaca, Puebla, Sinaloa; el PAN, Aguascalientes y Tlaxcala. A nivel municipal, los partidos en el poder local sufrieron serias derrotas. Pero desgraciadamente este voto de “castigo” no resuelve nada, si acaso es una válvula de escape. Pero aunque hay enorme descontento, el país no cambia la ruta que le marcan los organismos financieros internacionales.

El secreto radica en el “sistema bipartidista que impulsa Washington”, que garantiza que no se desarrolle una verdadera alternativa, pues en donde pierde el PRI, gana el PAN, y donde el PAN es rechazado, el PRI regresa. Nos presentan la “alternancia” como sinónimo de democracia; pero, desde hace 21 años cuando el PAN ganó Baja California, ha habido alternancia en el Distrito Federal y en 21 estados sin que ésta haya llevado a que la situación mejore. Todo lo contrario, el retroceso en México es evidente en todos los órdenes. Por un lado, la elección fortaleció al PRIAN, dado que sólo el PRI y sus aliados, y el PAN y sus aliados lograron ser competitivos. El proyecto de Washington del México bipartidista, en el que ambos partidos se alternen en el poder para servir al gran capital y al imperio, se fortaleció, así como también la imagen de que la alternancia es la salida. En estas elecciones, hubo alternancia en seis de los 12 estados. Pero esto no solucionará nada. Alternancia no es sinónimo de democracia. Al quedar el Partido de la Revolución Democrática (PRD) subordinado al PAN, jugando el papel de comparsa, se avanzó en los planes de Washington, pues se fortaleció en los hechos el proyecto bipartidista, que se acompaña como pantalla del “pluripartidismo” y las “alianzas” para dar la imagen de democracia. Ya se especula que seguirán las alianzas PAN-PRD en el Estado de México, Guerrero y Michoacán y otros lugares.

Aunado a ello, las bases del sistema político actual están cada vez más minadas. La crisis política en México se agudiza. A pesar de que la imagen de los medios de comunicación sostiene que el 4 de julio “todos ganaron”, la jornada electoral desacreditó aún más al gobierno mexicano, al sistema político mexicano, al sistema electoral y a los partidos.

De hecho, si analizamos más a fondo y trascendemos las apariencias, esta elección debilitó a todos: al PRI y al PAN, y al sistema político que perdió legitimidad. Se tiñó de rojo con los asesinatos de Rodolfo Torre Cantú (PRI), candidato a gobernador en Tamaulipas; Mario Guajardo Varela (PAN), candidato en Valle Hermoso; Joel Arteaga (PRI) en Zacatecas; Rey Hernández (Partido del Trabajo), y Pedro Brito (PAN) en Guerrero. Se exhibió, con la detención de Greg Sánchez Martínez, candidato a gobernador en Quintana Roo; la consignación de José Abella (PAN), candidato a la alcaldía de Córdoba. Se manchó por los escándalos de espionaje telefónico a Fidel Herrera, Ulises Ruiz, Mario Marín, así como por las acusaciones al candidato del PRI al gobierno de Sinaloa, Jesús Vizcarra, de ser compadre del Mayo Zambada; se enrareció con el secuestro de Diego Fernández de Cevallos. Fueron unas elecciones sucias al máximo.

La elección también liquidó la percepción de que el PRI “va de gane” rumbo a 2012, pues le arrebataron tres de sus plazas fuertes: Oaxaca, Puebla y Sinaloa, semilleros de votos, lo que significó un retroceso notable para el tricolor. El PRI perdió las alcaldías de Oaxaca y Puebla, y el control de los congresos de Oaxaca, Puebla y Chiapas. En Durango, Veracruz e Hidalgo, disminuyó su votación y se vio seriamente amenazada su victoria. A nivel municipal, se le fueron 167 alcaldías, la cuarta parte de los municipios que manejaba en 2007; se redujo el número de habitantes que gobierna el PRI y los recursos que maneja. Así que aunque aparentemente el PRI salió ganador (por controlar nueve de los 12 gobiernos), quedó muy raspado.

El PAN mostró también su debilidad, pues por sí mismo no tiene la fuerza para ganar y lo que logró fue gracias a las alianzas. Lo más ridículo es que “sus” candidatos provienen del PRI: Mario López Velarde, de Sinaloa, es senador del PRI con licencia; Rafael Moreno Valle proviene del PRI y es gente de Elba Esther Gordillo; también Gabino Cué salió del tricolor.

Perdió el PRD su alianza con el PAN; mostró la subordinación de los Chuchos” ?situación que era obvia desde que el Tribunal Electoral, manejado por Calderón y Beltrones, le dio el triunfo fraudulento al dirigente del PRD, quien está a las órdenes de Calderón?. Además, el PRD perdió Zacatecas.

Paradójicamente, es cierto que esta elección movilizó a millones de votantes contra el mal gobierno, sea del PRI como en Oaxaca y Puebla o del PAN como en Aguascalientes y Tlaxcala, y se vencieron cacicazgos nocivos. Ahora es importante que se haga justicia contra los crímenes de Ulises Ruiz y Mario Marín, y se les aplique la ley luego de un juicio político.

Los cambios en el gabinete, los pleitos de cúpula tanto en el PRI como en el PAN, la agudización de la violencia que los agentes de Estados Unidos llaman narcoterrorismo son muestra de la agudización y tensión política.

El empeño de Calderón en dar dinero a los padres de los niños víctimas del incendio de la Guardería ABC, en Sonora, revela la inquietud en Los Pinos por el descontento que crece en vísperas del bicentenario, alimentado por la impunidad con que actúa el mal gobierno.

La actuación de los paramilitares en San Juan Copala, Oaxaca, y la ausencia de castigo ante el asesinato de Bety Cariño y Jiry Jaakkola son muestra de impunidad; al igual que el golpe de la Suprema Corte contra las pensiones del Instituto Mexicano del Seguro Social; la falta de castigo a los criminales de la Guardería ABC; la negación de derechos de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); la impunidad en Atenco respecto de los crímenes de Javier Cortés y Alexis Benhumea, y las violaciones a mujeres en la represión del 3 y 4 de mayo de 2006.

El ascenso del movimiento democrático y popular es la respuesta de abajo a la crisis. La liberación de los dirigentes de Atenco, la urgencia de Calderón de levantar la huelga de hambre en el Zócalo, el inicio de la negociación con el SME –que puede terminar en un engaño–; la reactivación del movimiento de Andrés Manuel López Obrador, la articulación de las luchas contra las corporaciones mineras extranjeras por la Red Mexicana de Afectados por la Minería, las acciones del Congreso Nacional Indígena son respuestas frente a la crisis.

Al término de la elección, la crisis política en México se ha agudizado y el pueblo exige soluciones. Queda claro que sólo la movilización popular y la renovación democrática lograrán que México salga de la crisis y que triunfe la soberanía. El movimiento de Andrés Manuel López Obrador se dispone a derrotar al PRIAN y a la oligarquía a la que sirve. La conciencia de la necesidad de organizarse se profundiza entre millones de mexicanos. En todos los estados y sectores de la sociedad hay grupos organizándose. La unidad de todos los mexicanos por encima de ideologías, partidos, religiones, edad, sexo, estilo de vida, origen nacional es imprescindible para poner un alto a la descomposición que sufre México y así conquistar la plena independencia.