El imperio estadounidense está en decadencia, que no les quepa la menor
duda. Estamos siendo testigos de cómo la abotargada bestia de movimientos
torpes, ebria de su propia propaganda de superioridad moral, espiritual, militar,
social y material, se precipita hacia el abismo. Hoy, el mundo es visiblemente
multipolar, pero los Estados Unidos continúan pregonando a los cuatro vientos su creencia de indiscutible poderío y superioridad.
Para los ciudadanos con criterio, resulta obvio que la contribución de los Estados Unidos a estos oscuros tiempos está bastante en consonancia con sus ideas de superioridad. Ya sea en el reino del catastrófico cambio climático, los agotados recursos naturales, el colapso económico global o las desventuras militares en estados soberanos, Estados Unidos se ha establecido como líder indiscutible.
A pesar de las promesas de la administración de Obama de «cambio» y «retirada», Irak permanece ocupada por más de 130,000 soldados estadounidenses y 200,000 contratistas privados. Durante mi más reciente visita a ese lugar en 2009, del único cambio notable que fui testigo, fue del deterioro de las condiciones de vida de la población, tal que los superlativos resultan superfluos. Si algo así es posible, lo es en Irak, donde hay menos electricidad que nunca, muy pocos empleos y todavía menos agua potable, el sistema médico ha colapsado mucho más allá de su esquelético estatus, y el número de iraquíes muertos como resultado de la invasión y la ocupación ya excede los 1.2 millones. En el momento de mi visita, uno de cada seis iraquíes se encontraba desplazado de sus hogares.
Según el último informe de la organización Oxfam International [1], una de cada tres personas necesitaba ayuda de emergencia. Férreos en su tergiversación de los hechos, los grandes medios de prensa declaran exactamente lo contrario: que las cosas en Irak están mejor que antes y que Obama está listo para traer las tropas a casa. Queda de parte del crédulo consumidor de tales «noticias» conciliarlo con los planes declarados por la administración de Obama de que habrá entre 50,000 y 70,000 soldados en Irak hasta por lo menos el final de su primer mandato en 2013.
Podemos creer en estos «cambios» como podemos dar fe a los discursos informativo de los medios comerciales, pero con el riesgo de perder toda facultad de razonamiento. Incluso cuando las ocupaciones en curso de Irak y
Afganistán debilitan diariamente lo poco que queda de credibilidad y respeto
hacia los Estados Unidos, el Departamento de Estado se encuentra enfrascado
en idear «negociaciones» con diferentes estados en la región que no son más
que estrategias de incentivos y amenazas. Pero los incentivos no prometen
nada y las amenazas pueden arrasar aldeas enteras de civiles, como lo han estado haciendo en meses recientes en la frontera entre Paquistán y Afganistán.
Quizás el segmento pensante de la población estadounidense se ha cansado de
quejarse. «No en nuestro nombre» ha dejado de ser un eslogan. El desacuerdo
es un tema tabú en los medios, cuya meta es sólo «fabricar consentimiento». El
silencio de los grandes medios de prensa comerciales nos da la prueba de su
alianza con los poderes, pero ¿cómo explicar la notoria ausencia de protestas de los grupos mediáticos liberales y de izquierda contra el desenfrenado e innegable apoyo de su país al estado de Israel?
La mayor parte del resto del mundo considera a Israel como el principal estado
terrorista del Medio Oriente, y con toda razón. Es la única potencia con
armas nucleares que por definición de su propia Constitución no tiene fronteras.
¿Quizás para justificar la continua expansión hacia tierras palestinas?
A finales de 2008, Israel comenzó un ataque militar al pueblo de Gaza, instruyendo a los soldados a dispararles a mujeres, niños y prácticamente todo lo que se moviera. El apoyo aéreo a la ofensiva fue proporcionado por los Estados Unidos con aviones de guerra F-16 que dejaban caer bombas incendiarias de fósforo blanco sobre la población civil. El paquete de apoyo incluía helicópteros Apache, misiles, combustible para aviones con motor a reacción, y bombas de dispersión, todo abundantemente esparcido sobre la población civil de Gaza mientras que el que sería investido como presidente, Barack Obama, permanecía en silencio.
El mundo miraba con horror. Los medios de difusión de los Estados Unidos
debieron haber estado mirando para otra parte, excepto cuando diligentemente
defendieron «el derecho de Israel a defenderse».
En 2008, grupos con intereses especiales les pagaron a miembros de grupos de presión de Washington la coqueta suma de 3.2 mil millones de dólares, una
cantidad mayor que cualquiera de las registradas hasta entonces.
Posteriormente, la actividad de las nuevas colonias o asentamientos israelíes
subvencionada por los Estados Unidos en Cisjordania se duplicó en el mismo
año. Al ofrecer gastos deducibles para las donaciones a estos asentamientos,
el gobierno de los Estados Unidos hizo público su estímulo a las tácticas israelíes.
Sólo ocasionalmente escuchamos algunas débiles denuncias de los nuevos
asentamientos. No por casualidad Israel será el principal beneficiario financiero de la reconstrucción de Gaza como único suministrador de materiales de construcción y autoridad supervisora de los contratos para reconstruir lo que bombardeó. Joseph Heller [2] debe estar estremeciéndose en la tumba.
Israel posee por lo menos 200 ojivas nucleares, mientras que a Irán le quedan
muchos años todavía para obtener una. Sin embargo, la aterradora posibilidad
de otra guerra en el Medio Oriente gira sobre la «amenaza» que Irán representa
para Israel, e implícitamente, para los Estados Unidos. Al menos es lo que la
corriente dominante de los medios desea que creamos. Aquellos que esperaban
un cambio en la política exterior del país cuando el ocupante de la Casa Blanca
cambiara harían bien en comprobar la realidad.
Permanezcamos conscientes del hecho de que la administración demócrata del
presidente Barack Obama y el Congreso controlado por los «Demócratas» se
rigen por las mismas políticas de la administración Bush que han llevado a la
bancarrota a Estados Unidos económica, moral, militar y espiritualmente.
Cambios en que podemos creer. Dos viejos y apropiados adagios vienen a mi
mente: « ¿Qué es lo que desea todo hombre con poder? Más poder». Y «
¿Cuánto es suficiente? Un poquito más».
Podemos ahora, sin vacilación, hacer desaparecer de nuestras mentes cualquier
ambigüedad que haya existido en ella. Los hermanos siameses de las corporaciones y Wall Street aún dirigen el gobierno de los Estados Unidos. Los legisladores federales responsables de regular los grandes negocios en los Estados Unidos han recibido, desde 2001, 64.2 millones de dólares. Los donantes incluyen funcionarios de bancos de negocios como Merrill Lynch, Morgan Stanley, AIG, Bear Stearns y Goldman Sachs.
Prácticamente cada miembro de la Comisión de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes que supervisó vistas sobre cómo se gastaba el primer rescate recibió contribuciones de estas instituciones financieras durante el proceso de elecciones de 2008. Qué conveniente para estas compañías «demasiado grandes para fracasar».
El ex Consejero Económico del FMI, Simón Johnson lo describió sucintamente:
«La industria financiera ha penetrado realmente nuestro gobierno».
La codicia, el poder, y la glotonería dictan la política nacional y exterior de los Estados Unidos. Estamos gobernados por un morboso híbrido de capitalismo
corporativo militarizado que literalmente está consumiendo y desintegrando
nuestro planeta.
El último informe augura que el Ártico podría bien estar completamente libre
de hielo en el verano ya para el 2010. Desde el primer Día de la Tierra en 1970, la cuarta parte de todas las especies de nuestro planeta se ha extinguido, y se prevé que otro millón se extinguirá en los próximos 40 años como resultado
del cambio climático. Pero para la prensa corporativa estadounidense, el cambio climático global sigue siendo el gorila de 300 kilos en una habitación que desaparecerá si se le continúa ignorando completamente. Cada año los efectos se hacen más patentes y devastadores.
La noticia alarmante para aquellos que pueden soportarla es que como siempre
esto representa un buen negocio para la gran industria del petróleo y la de
la energía nuclear.
Una noticia de aún mayor importancia es que las fosas de almacenamiento
radioactivas de barras de combustible agotado contaminan áreas de Carolina
del Norte cerca de la planta nuclear Shearn Harris, convirtiéndola en una de
las zonas más contaminadas de Norteamérica.
Ya se ha establecido, sin que quede lugar a duda, que la información ofrecida
por los grandes medios de los Estados Unidos [y la gran prensa comercial
internacional íntimamente ligada] no es fidedigna o digna de confianza. Nos
vendieron falsas justificaciones para las guerras en Irak y Afganistán, y continúan tergiversando e ignorando la catástrofe humana que a diario se extiende en esos países.
Falsifican el papel de los Estados Unidos en el Medio Oriente y
en otros lugares y se niegan a informar con exactitud sobre la inminente crisis
del cambio climático.
Proyecto Censurado presta sus servicios a aquellos que desean que les sirvan la verdad. Gracias a este proyecto, las noticias más importantes de cada año que la prensa corporativa ignora o no reporta encuentran visibilidad y existencia pública.
Exhaustivas investigaciones llevadas a cabo durante meses reúnen noticias en
un volumen anual que se ha convertido en una herramienta confiable para
investigadores y medios de prensa. Cada vez más, periodistas, activistas, académicos e investigadores de todo el mundo cuentan con ella.
Conmemoramos y felicitamos el progreso del proyecto. En un momento en
que la necesidad de contar con un periodismo independiente y de medios de
prensa no afiliados al gobierno o corrompidos por éste es mayor que nunca,
Proyecto Censurado ha creado un contexto para informar la verdad de todos
los temas que importan. Ha construido un valioso puente entre aquellos que
desean informar sincera y transparentemente y aquellos que desean ser informados de igual manera.
En una entrevista realizada hace algunas décadas, la desaparecida periodista
Martha Gellhorn le comentó al veterano colega John Pilger: «Todos los gobiernos
son malos, y algunos son peores».
Queda por lo tanto de nuestra parte buscar fuentes de información en las que
podamos confiar, o incluso recopilar nuestra propia información y divulgarla.
Es en esta tarea en la que somos afortunados al tener un aliado como Proyecto Censurado.
[1] La confederación Oxfam Internacional fue fundada en 1995 por un grupo de organizaciones no gubernamentales independientes con el objetivo de trabajar en conjunto para lograr un mayor impacto en la lucha internacional por reducir la pobreza y la injusticia. Actualmente está compuesta por 14 organizaciones que tienen sus sedes en: Australia, Bélgica, Canadá, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Hong Kong, Irlanda, México, Países Bajos, Nueva Zelanda, Quebec, España y Estados Unidos. El Secretariado de dicha organización tiene su sede en Oxford, Reino Unido, y es el encargado de coordinar las oficinas de incidencia política en Bruselas, Ginebra, Nueva York,Washington DC y Brasilia.
[2] Joseph Heller (1923-1999). Novelista estadounidense, estudio en la Universidad de New York. Se hizo famoso por sus sátiras sobre la Segunda GuerraMundial y con su primera novela Trampa-22, donde realizo una crítica a la ética militar norteamericana coincidiendo con la Guerra de Vietnam.
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