Muy cerca de las costas españolas, una empresa estadunidense rescató del fondo del mar monedas de oro y plata “acuñadas e impresas en Potosí, Lima, Santiago de Chile y Popayán”. Los metales habían sido extraídos de minas desde México hasta la Patagonia, transportadas hace siglo y medio por una embarcación llamada “Las Mercedes”, hundida por barcos de guerra ingleses, cuando arreciaba el choque de Inglaterra contra España; y su rescate provocó una disputa legal entre ésta y la empresa caza-tesoros Odissey Marine Exploration.
Un tribunal estadunidense concedió el fallo favorable a España y le han devuelto 595 mil monedas de oro y 212 de plata, que contenía la nave hundida cuando navegaba hacia Cádiz, el 5 de octubre de 1804 (El País, 28 de febrero pasado).
Existen 30 peticiones para repartir las monedas históricas, con la efigie del rey Carlos IV de España, y ser exhibidas y resguardadas en museos españoles. Ninguna de Latinoamérica y mucho menos de los países saqueados por los colonizadores (empezando por Felipe Calderón, la mayoría serviles a la “madre patria”, que nos dio en la madre con sus robos, explotación indígena, destrucción de ciudades, etcétera). Cada año rodean al rey Juan Carlos I de España (cuyo yerno Iñaki Urdangarin está siendo investigado por corrupción al amparo de la monarquía), en las reuniones de “Hispanoamérica”, para, más que recordar, insistir en que continúa el dominio hispánico gachupín. Ningún gobierno latinoamericano ha reclamado la pertenencia de ese tesoro que fue robado. El ministro de Educación del gobierno derechista español, José Ignacio Wert, sin comprometerse, indicó que enviará cinco monedas a cada país latinoamericano. Una limosna.
Además de las monedas hay seis lingotes de cobre y estaño y cajas de rapé de oro. El gobierno español ha decidido consumar el robo de ese tesoro que pertenece a los latinoamericanos. El tribunal estadunidense fue parcial al reclamo judicial hispánico, pues en derecho es propiedad de América Latina. En “agradecimiento”, Wert enviará al gobierno estadunidense 10 monedas. Pero no tienen facultades para, tras el robo, repartir lo que no le pertenece. Los gobiernos latinoamericanos deberían de demandar ante tribunales españoles e internacionales la devolución de las monedas que, con el trabajo agregado de indígenas en la extracción de los metales, acuñación e impresión, son propiedad nuestra.
Ese tesoro es producto del saqueo-robo de españoles-gachupines que, a la esclavitud impuesta a los nativos (apodados por error de los descubridores encabezados por Cristóbal Colón: indios, porque supuestamente habían llegado a las Indias… ¡con todo y las creaciones geográficas, cuyo iniciador fue Américo Vespucio y de donde deriva el nombre de nuestro continente), añadieron la voracidad por los metales, ya que en esa época el país que tuviera más oro era el más poderoso; y saquearon de nuestras minas toneladas de ese metal precioso y plata.
El fallo del tribunal estadunidense fue correcto. Ahora los gobiernos latinoamericanos deberían reclamarlas a España, puesto que ningún derecho tiene sobre este tesoro, producto del robo.
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