En los 365 (a veces 366) días del calendario gregoriano que rige a casi toda la humanidad (existe el juliano, establecido por Julio César; y estuvo vigente el calendario republicano de 1792 a 1799), se amontonan las fechas para celebrar que son como los juguetes de un niño: para fugaz entretenimiento, apapachos individuales, izar la bandera, hazañas de la historia nacional y mundial, etcétera. Así, el 20 de febrero está dedicado a la justicia social, que más bien debería ser de la injusticia social, puesto que el empobrecimiento mundial aumenta debido a las crisis financieras por el mal gobierno de políticos corruptos, ineficaces y ladrones. A los banqueros que succionan fabulosas ganancias y al neoliberalismo económico que agoniza devastando pueblos, y con su capitalismo salvaje deteriora democracias, vulnera el imperio de la ley y ha creado delincuencias nacionales y ya globalizadas del narcotráfico.
El análisis de Mario Luis Fuentes, colaborador semanal de Excélsior (21 de febrero pasado), nos ilustra sobre este día. Economista por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, en el sexenio de Ernesto Zedillo (éste encauzado a juicio por la matanza de Acteal y que Felipe Calderón ruega a Barack Obama tratarlo con impunidad, porque dizque es intocable), fue director de Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde se desempeñó con más penas y ninguna mínima gloria. Igual que el salinista José Ángel Gurría, que ocupó mediocremente varios cargos, entre éstos la secretaría de Relaciones Exteriores. Pero hoy dicta cátedras sobre anticorrupción, eficacia administrativa y hasta en telecomunicaciones. Si Fuentes Alcalá es autor del texto Justicia Social: la asignatura pendiente, ahora se ocupa críticamente del problema.
Habiendo escrito el libro La asistencia social en México, historia y perspectivas, hoy nos ofrece este análisis: “Ayer se conmemoró el Día Internacional de la Justicia Social; para vergüenza de todos, esta fecha debe de recordarnos que tenemos a más de 52 millones de pobres, que las familias de más alto ingreso perciben 24 veces más que las menos favorecidas, que más de 68 millones de personas carecen de seguridad social, que casi 12 millones viven con hambre, que más de 18 millones no cuentan con servicios adecuados en sus viviendas, que más de 23 millones viven en rezago educativo, y un largo etcétera que revela que somos un país en profunda deuda en esta materia”.
Pasemos de largo ante parte del origen de tan pavoroso drama social (pues con Zedillo y cuando Fuentes estuvo en el DIF y el IMSS, aumentó la injusticia social), para detenernos en que estamos atrapados en ese callejón de injusticias sociales y violencia que sí tiene salida, pero desde hace 24 años (Carlos Salinas de Gortari, Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón) no se quiso hacer nada al respecto y han hundido al menos a 100 millones de mexicanos que sobreviven y son un volcán político que bien puede estallarle al próximo régimen presidencial. A pesar de esto, el calderonismo sólo propone construir… ¡más cárceles! Ya pasó el Día Internacional de la Justicia Social, aunque los demás días son de injusticia social por todo el país.
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