9-10-2009

JUAN FRANCISCO DE LA BODEGA Y QUADRA: el esfuerzo de marinos peruanos y mexicanos y la afirmación de sus identidades en la consolidación hispana en los nuevos descubrimientos en América y Asia

Han pasado once años desde que se realizara, por primera vez en agosto de 1994, un Coloquio Internacional en Lima, proyecto liderado por el Prof. Jorge Ortiz Sotelo, sobre Juan Francisco de la Bodega y Quadra y Mollinedo. Ha transcurrido también tres años desde que la Cancillería peruana, a través de una video conferencia internacional, pudiera reunir a académicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México; de las Universidades de San Diego y de San Francisco, en Estados Unidos; de Alberta en Canadá y del Perú, para conversar sobre diferentes aspectos de la vida y sueños de Bodega y Quadra así como también, intercambiar reflexiones acerca del trascendental significado de los logros del ilustre marino limeño en la consolidación hispana en América, particularmente, en lo que toca a las minorías indígenas y criollas, a escasos años del inicio formal de la Independencia de la gran mayoría de las nuevas repúblicas americanas.

Me viene con especial agradecimiento a la memoria hoy, el interés y apoyo recibido de la ex Teniente Gobernadora de la Colombia Británica, la señora Iona Campagnolo, cuando me cupo presentarle mi saludo protocolar en ocasión de corresponderme, entonces, servir como Cónsul General del Perú en el noroeste canadiense, espacio que, como se verá, mi coterráneo Bodega y Quadra, conociera mucho mejor y profundamente antes que yo, que simplemente estuve de paso.

La señora Campagnolo era una firme defensora de los derechos de los pobladores originales. Además de haber vivido en Ayacucho, durante los difíciles años del asesino y demencial flagelo terrorista por los que transitó el Perú, tenía un gran conocimiento como dedicación personal hacia todas las minorías étnicas, poblaciones autóctonas o “First Nations” como son descritas y denominadas en la legislación canadiense. Ella fue si no el mayor, el más firme apoyo político en la Costa Oeste, en destacar la figura de Bodega y Quadra en su país y se entusiasmó, aún más, cuando supo que en el diario o los apuntes de Bodega se lee que “...dejó unos indios peruanos establecidos en la isla…”. Ése era el tema que priorizaba la Sra. Campagnolo, la ubicación de esos inmigrantes iniciales y quería identificar la isla aludida para desarrollar mayores estudios en su país. Cabe recordar que el marino limeño no sólo dejó “indios peruanos establecidos” como él mismo lo escribiera, sino que, además, adoptó un niño de la Región citada que lo acompañó siempre, incluso en su travesía de regreso a la Bahía de San Blas, en Nayarit, México. Entiendo que también lo hizo en su viaje final cuando pasó por Guadalajara donde hizo su testamento, Querétaro, donde encontró su médico y luego a Ciudad de México, donde falleciera en marzo de 1794 a la edad de 50 años.

Un criollo limeño

Habiendo señalado lo anterior, me parece pertinente empezar por los orígenes familiares del ilustre y aristócrata marino limeño pues permiten quizás entender algunas de sus actitudes a lo largo de su vida. También es importante aludir al rol de sus siete hermanos como a la observancia familiar de las costumbres en lo que fue, al parecer, el “Patrón familiar de una familia noble española” en aquellos días.

Permítanme, tan sólo referir someramente algunos rasgos de sus exploraciones geográficas y viajes para que sirvan como sustento de las afirmaciones ulteriores que haré así como del presente trabajo, cuyo objetivo quisiera centrar en lo que como diplomático y estudioso del derecho considero un aspecto fundamental, en la denominación de “Peruano Universal”, como lo calificara en 1998 Antonio Menchaca Careaga, y que, junto a otros criollos americanos mostraran su valía y dieran lugar a algunos elementos básicos para las nuevas repúblicas, aunque defendieran, los intereses de un Imperio que los discriminaba pero que atravesaba por un marcado deterioro. Ése el aspecto que considero necesario abordar hoy, sea por el interés de las relaciones, por el trabajo solidario y conjunto con marinos mexicanos, como por el derecho internacional, el juego político-estratégico y el rol de sus protagonistas, en el que Bodega y Quadra adquirió singular preeminencia, dentro del espacio y tiempo en que le cupo actuar.

Vínculos familiares

A comienzos del siglo XVIII, en el pueblo de Pobeña, término municipal de Somorrostro, hoy Muskiz, en Vizcaya, Juan de la Bodega y Quadra, abuelo de Juan Francisco, enviuda de doña Agustina de las Llanas, quien le deja dos hijos de corta edad, Tomás y Juan. Tomás, años después, vendrá a ser el padre de Juan Francisco. El señor de la Casa de Pobeña se casa en segundas nupcias con Josefa del Llano con quien tiene tres hijos. La nueva esposa muestra su preferencia por sus propios hijos y hace que Tomás y Juan sean enviados al Perú, donde son recibidos en Lima, por su tío José de la Quadra, Catedrático de Leyes en la Real Universidad de San Marcos.

La familia Quadra gozaba de una posición relevante. Se dedicaba al comercio como a la construcción y habilitación de navíos con maderas de Guayaquil, actividad industrial propia de los vizcaínos (vascos) en el Perú. Formaba parte de la “nobleza virreynal”. Tomás casa con Francisca de Mollinedo y Lozada Agüero con quien tuvo ocho hijos: cinco (dos mujeres y tres hombres) fueron al clero, los otros tres se dedicaron uno al comercio, otro a leyes y el tercero, a la carrera de las Armas. Ese era el patrón familiar español en los siglos XVIII: la iglesia, la justicia y las armas.

Nuestro protagonista ingresó al colegio mayor jesuita de San Martín y luego a la Real Universidad de San Marcos. En 1762 se le encuentra ya como alumno de la Escuela de Guardiamarinas, en la base naval de Cádiz. Es importante anotar que a dicha Escuela sólo podían ingresar miembros de la nobleza, aunque fuese ya evidente la diferencia entre los Peninsulares y los Criollos.

Como sabemos, a los criollos le eran asignados roles de menor importancia que a los peninsulares y, ante una decisión o diferencia entre ambos, el liderazgo de la empresas o expedición sería dado al Peninsular. A pesar de sus méritos, en la mayoría de veces, los criollos veían postergadas sus carreras y fue especialmente notable en la carrera de las Armas. Ello explica también la reivindicación personal que logra Juan Francisco cuando, en marzo de 1776, alcanza el grado de Teniente de Navío y su ingreso a la importante Orden de Santiago, como recuerda Lohmann en 1947 “…después de seis meses y luego de acreditada su limpieza de sangre…”. La Orden de Santiago fue la más importante de las tres órdenes militares creadas en el siglo XII, luego del arribo de los Príncipes de Borgoña en 1145, en apoyo de sus hermanos celtas afincados en Galicia durante las Cruzadas.

Es conocido que la discriminación “criollo-peninsular” fue uno de los elementos más activos en la germinación de los deseos independentistas en América.

La vida de Bodega se desarrolla a lo largo de la segunda mitad del “Siglo de las Luces”, que iluminaron tanto a Europa como América. Su vida transcurrió entre los reinados de Carlos III y Carlos IV, siendo su más importante participación bajo este último Rey. Trasladado al Virreynato de Nueva España, sirve a órdenes del Virrey Bucarelli, pero al final de la época en análisis, es decir, aquella de las expediciones marítimas y científicas entre 1772 a 1794, lo hace ante un Virrey “novohispano”, don Juan Vicente de Güernes Pacheco y Padilla, segundo Conde de Revilla Gigedo, de quien recibió el total apoyo y confianza.

Panorama geopolítico y económico en el Pacífico Noroeste:

En líneas previas aludí a la importancia de estos marinos criollos, en esta ocasión, de origen peruano o mexicano, y la lucha que debían asumir para defender sus derechos en el decadente Imperio español. Hemos visto también como al marino limeño, y estoy seguro a que a otros de diferente cuna, no peninsular, les fue asimismo difícil, lograr su aceptación dentro de un Imperio que perdía fuerza y prestigio día a día. La historiadora francesa Marie Nöel Bourget calificó este momento histórico como “Instante Frágil” en el sueño humanista europeo extendido al mundo develado por ella.

Salvador Bernabeu, por su parte y con mucho acierto, considera que la figura de Bodega y Quadra resume ese “Instante Frágil” en España del Noroeste americano. “Instante”, agrega, porque la presencia de los barcos españoles “…en la inmensidad del Noroeste fue fugaz: miradas desde los lejanos barcos o pequeñas escalas con contados encuentros con los indígenas…”. Y, “Frágil”, porque la presencia española fue transitoria, quizás irresponsable pero, al final, dominada por la diplomacia británica.

Bernabeu sostiene que “…faltó una política coherente y eficaz: una campaña de descubrimientos, un plan económico apoyado por la Corona o sustentando por una fuerte compañía de comercio –sólo hubo proyecto de algunas expediciones peleteras-, o un proyecto colonizador de la magnitud del que se estaba realizando en la Nueva California”. Este es un aspecto fundamental en lo que devino años después con los incidentes de Nootka, Juan de Fuca, etc. y que llevaron a la firma del Tratado del Escorial o “Nootka Sound Convention” en 1790.

El marco descrito, es particularmente significativo por la concurrencia de elementos que se dan desde los ángulos de la soberanía, la seguridad, la defensa y el comercio que se producía ya en tales costas. Hay que destacar varios elementos:

  Una falta de política sostenida siquiera de establecimientos militares o presidios, como era práctica desde 1768 en la Nueva Galicia, hoy California.
  La presencia de embarcaciones rusas –procedentes de la Península de Kamchatka-, portuguesas (que comerciaban hasta Macao), inglesas que ya comerciaban con los naturales de la zona, no obstante que fue el navegante mallorquín Juan José Pérez Hernández quien las “descubrió” para el Imperio español en 1774, llegando a los 55º, siendo su objetivo alcanzar el 60º. Fue Alejandro Malaspina quien llegó a los 60 grados. Sin perjuicio de ello, debe recordarse -por rigor histórico- que ya el español Ferrer Maldonado en 1588 y el griego Juan de Fuca en 1592 habían navegado esas costas.
  La existencia de comercio intercontinental a través de la Nao de China, del Galeón de Manila (o de Filipinas) que traía productos desde Macao, vía las Islas Sándwich (hoy Hawai) hasta Acapulco y, luego, al Callao. Bodega regresó al Callao para adquirir barcos sobresaliendo entre ellos “Nuestra Señora de los Remedios”, una fragata de 30 cañones a la que llamó “La Favorita” y con la que realizó sus exploraciones.
  Se tiene información también del hallazgo de naufragios – de lo que dio cuenta entre otros el Prof. Jim Delgado, hoy Director del Museo Marítimo de Estambul- de embarcaciones chinas y que, las artes de pesca de los pobladores de Nootka obedecen a los patrones chinos.
  El hecho que no obstante que ya el marino danés Vitus Bering (1728-1729 y 1741-1742) había descubierto el Estrecho que lleva su nombre (40 km. de distancia entre ambos continentes), las expediciones españolas e inglesas seguían buscando el “mítico Paso” entre el Pacífico y el Atlántico, tal como era el Estrecho de Magallanes en el sur del continente. Se creía en la veracidad de un Informe redactado por un tal señor Fonte, que no era exacto.
  Si bien, y como consecuencia del Tratado de Tordesillas (1494) la soberanía de tales territorios fue reclamada por España y que para el primer cuarto de siglo tenía dominio desde el sur hasta la parte norte del México actual, otros navegantes, -entre ellos Francis Drake- habían explorado mas al norte pero sólo hasta los 42 o 43 grados de latitud.
  Debo hacer énfasis también en que toda la información a la que he tenido acceso hasta ahora, da cuenta de las excelentes relaciones existentes entre los pobladores locales o indígenas, a través del Jefe Maccuina, con Juan Francisco de la Bodega y Quadra, entorno que fue crucial en la solución que el marino limeño adoptó, y propuso luego como solución, para el incidente Nutra (Nootka) y la ejecución del Tratado de 1790.
  El comercio era ya una cosa habitual para las poblaciones locales con extranjeros y no se sorprendían de estas nuevas embarcaciones, por el contrario, estaban habituadas a ello. Es quizás esta realidad el precedente histórico más antiguo de lo que hoy se conoce como “Regionalismo Abierto”.

Así planteado el panorama y circunstancias que rodean la acción del marino limeño y de los mexicanos que lo acompañaron en la Misión encomendada al primero, surgen, con abrumadora relevancia: la debilidad del Imperio y las dudas como las confusiones entre las autoridades españolas.

Problemas y preocupaciones en Nutka (Nootka):

El Imperio español estaba preocupado por noticias recibidas del interés expansionista del Zar de Rusia para poner establecimientos en la costa septentrional americana y monopolizar el comercio peletero, los cuales sólo fueron avistados por la expedición de Esteban José Martínez y Gonzalo López de Haro en 1788. Con anterioridad España habían enviado tres expediciones pero ninguna había dado con tales evidencias.

Las expediciones anteriores trajeron grandes descubrimientos geográficos y cartográficos de las costas pero la Corona española guardó silencio sobre las mismas. No hubo una política de difusión. Quizás ello obedeciera a la debilidad que afrontaba aunque fuera aliada de Francia, cuyo pueblo estaba muy próximo a iniciar una revolución la cual, atendiendo lazos de sangre borbónica, incluso demandó la respuesta de las autoridades españolas recibiendo como respuesta el ser invadida por las fuerzas revolucionarias francesas.

Los historiadores dan cuenta que los navegantes españoles conocieron del comercio peletero de compañías inglesas y otras pero que no era ello su principal preocupación prioritaria en ese momento, pues se pensaba que llegarían refuerzos rusos para instalar los establecimientos. Se tenía conocimiento que también habían minas de oro en la zona aunque no se sabía de cantidades ni que fueran equiparables a las del Sur. La Corona española instruyó a su Embajador para que protestase ante el Imperio en San Petersburgo por la intromisión de barcos rusos en costas españolas.

El sevillano Esteban Martínez fue comisionado a la zona a la que llegó junto a marinos mexicanos que conocían de los viajes de Quadra, previamente. A su llegada encontraron dos embarcaciones angloamericanas –Lady Washington y Columbia- y una tercera –la Iphigenia Nubiana- de bandera portuguesa, pero que pertenecía a la compañía inglesa del comerciante John Meares. Luego llegó un tercer barco inglés –Princesa Real- y la situación se complicó por lo que el capitán español capturó a los tripulantes y sus barcos, y los envió al puerto de San Blas, en México. Esta noticia, provocó la protesta inglesa quien fue informada interesadamente por John Meares quien había exagerado los hechos, y aducía además, que se le había sustraído de un establecimiento que él compró al jefe Maccuina.

En febrero de 1790, en cumplimiento de instrucciones del Secretario de Estado, Conde de Floridablanca, España protestó a través de su embajador ante la Corona inglesa pidiendo que sean reconocidos los derechos españoles en el futuro. La Nota inglesa de respuesta, alimentada por la información de Meares, exigió la restitución de los barcos y efectos ingleses, reservándose el derecho de pedir mayores satisfacciones por posibles ofensas al pabellón inglés.

La situación fue adquiriendo mayores proporciones que incluyeron el aprestamiento de flotas y buques de guerra por ambas partes, de reiterados Intercambios de Notas hasta que el 18 de junio, el citado Conde de Floridablanca propuso:

1. Arbitraje por un monarca escogido por Inglaterra
2. Iniciar las discusiones aceptando sólo hechos probados
3. Que España daría satisfacciones siempre que Inglaterra concediese una contra satisfacción a España, caso de demostrarse que Inglaterra violó derechos hispanos.

Las negociaciones concluyeron en el Tratado del Escorial (Nootka Sound Convention) el 28 de octubre de 1790, instrumento que fue considerado en medios de la Corona española como un agravio –temporal- en los derechos españoles en el Pacífico septentrional. Cabe destacar que, en ese “Instante frágil”, una guerra hubiera sido perjudicial para España y así fueron cursadas instrucciones a Nueva España a fin de dar cumplimiento al mismo y terminar con el incidente.

En su testamento, recuerda Soler, Floridablanca señaló que “…se valió la Inglaterra del pretexto del suceso de Nutka, en el Mar Pacífico, para armarse, amenazar y pensar en la ruina de nuestro Comercio con Indias y con nuestra Marina”.

Bodega y Vancouver:

El artículo 5 del Tratado del Escorial, y esto es tomado del trabajo del Profesor Bernaveu, es particularmente importante:

“…las dos cortes acuerdan que sus barcos tendrán libre entrada y derecho a comerciar en la costa del Noroeste e islas adyacentes situadas al norte de la dicha costa ya ocupada por España. Tal afirmación tenía dos lecturas pues se incluía a Nutka dentro de lo ya ocupado, mientras Inglaterra relegaba esta ocupación a San Francisco. Así ocurrió cuando Vancouver, por parte inglesa, y Juan Francisco de la Bodega y Quadra por la española, se encontraron en Nutka para fijar los límites de ambas naciones, teniendo que dilatar la conclusión de su trabajo hasta que este tema fuese aclarado por ambas Cortes”.

La conclusión era obvia y así lo escribe el autor citado: “España quería encontrar una coyuntura mas favorable y, mientras tanto, ejercerían un condominio y comercio en una zona no ocupada por España, pero evitando que un tercero se instalase”.

Las Cortes designaron que debían viajar Comisarios para inspeccionar y coordinar la entrega del establecimiento español a Inglaterra y para resolver las cuestiones pendientes. Esa fue la instrucción de Floridablanca.

Bodega y Vancouver fueron designados para cumplimentar tal instrucción. Sin embargo, el Virrey RevillaGigedo, amplió la instrucción citada en sentido que se tuviese especial cuidado en alcanzar un punto o límite divisorio desde el cual se prohíba a los ingleses el comercio y la navegación en los dominios de California.

Vancouver llegó a Nutka en setiembre de 1792, cuatro meses después que Bodega y fue atendido en forma en extremo cordial. A Bodega se le habían planteado dos cuestiones de absoluta importancia a la luz de las instrucciones de Floridablanca: ¿Qué entregaría a Vancouver? ¿los establecimientos españoles? ¿lo que se decía que era de Meares, cuestión que había que investigar? o la totalidad de dichos territorios, decisión que no se consideraba en posición de asumir pues afectaba al Imperio, del que él formaba parte.

Su educación, experiencia, edad y formación aristocrática le posibilitó establecer una atmósfera de amistad y camaradería con Vancouver para tratar esta cuestión. Hubo almuerzos, cortesías sin pedir contrapartida, entrega de víveres, etc. etc. Maccuina, el Jefe local, era partícipe de la hospitalidad de Bodega también con quien desarrolló gran amistad. Baste recordar que Esteban Martínez había dado muerte a un Jefe de su tribu y eso requería de compensaciones.

Bodega descubrió que las instrucciones de Vancouver eran recibir las propiedades que se decía eran inglesas. Tales propiedades no existían. Pensó que tal afirmación podía ser una invención de Meares, las pudo destruir él mismo: había que investigar, pero el Comandante inglés Vancouver, de origen holandés, no se iría sin tal entrega pues ésa fue su única instrucción para ejecutar el Tratado del Escorial.

Las dudas continuaron en Bodega y tenía que ganar tiempo para la ejecución del Tratado. Pensaba -convicción que después fue apoyada por el Virrey y por la propia Corona española- que el cumplimiento de las instrucciones significaba transferir soberanía a Inglaterra, lo que no estaba dispuesto a hacer. En las conversaciones, negociaciones e intercambio de correspondencia con Vancouver, este elemento estuvo presente.

Para Bodega no debía terminar el dominio y presencia españolas en América. Se podía coexistir y establecer acuerdos con otras potencias pero no alejarse pues había intereses definidos en América para España. Potencias como Inglaterra y Portugal pensaban lo mismo. En menor medida potencias menores como Holanda que también comerciaba con América. La historia le dio la razón.

Bodega y Quadra prefirió transferir posesión temporalmente más no propiedad, delegando esto último a una decisión ulterior de las Cortes de ambos países.

Ya el Jefe Maccuina había dicho que nunca vendió nada a Meares, que el establecimiento no existió pero ante las dudas de Vancouver, Bodega optó por dejar todos los establecimientos españoles, incluso las casas, oficinas, la huerta cultivada, batería instalada a la entrada del estrecho, mientras las Cortes decidieran, retirándose él a Fuca. Agregando que “…para mantener una paz sólida y permanente, que era conveniente remover obstáculos… sin perder el legítimo derecho español…, lo que era el deseo del Rey – a quien calificó como “mi amo”- …y que para no molestar la Paz entre los súbditos de una y otra parte, desde ese último establecimiento se ha de fijar el punto divisorio desde el cual para el norte sea común la libre entrada, uso y comercio, conforme al artículo cinco de la Convención. Sin que puedan formarse otros sin permiso de las respectivas Cortes, ni pasar al Sur los ingleses”.

Luego de un permanente intercambio de Notas, realizado entre el 29 de agosto y el 20 de septiembre de 1792, la ejecución del Tratado se resolvió en el contexto de los lineamientos planteados por Bodega y Quadra. Ese mismo día hubo una confrontación, sobre la información que dio Meares, en la que participó el marino Duffin (quien casualmente había llegado a bordo de una nave portuguesa y estuvo cuando Martínez capturó a los marinos ingleses) con el jefe Maccuina. Fueron testigos de la misma oficiales españoles e ingleses demostrándose que Meares había faltado a la verdad cuando informó a la Corte inglesa. Copia del Acta fue entregada a Vancouver.

Especial mención merece que el punto divisor identificado y propuesto por Bodega y Quadra fue, tiempo después y con algunas ligeras modificaciones, la actual línea de frontera común entre Canadá y los Estados Unidos.

La figura de Juan Francisco de la Bodega y Quadra constituye, sin lugar a dudas, un punto de convergencia, quizás emblemático del ejercicio de una potencia dominante frente a sus colonias como a los intereses de otras potencias extra continentales, de la mezcla de países, culturas y de minorías étnicas; del nacimiento de sentimientos independentistas: el hermano de Bodega en Guatemala, con quien el ilustre marino vivió algún tiempo tuvo contacto con miembros de la Ilustración americana y el propio Manuel Quimper, gran navegante limeño a órdenes de Bodega luchó por la causa patriota luego de haber servido a la Corona española. Bodega utiliza el término Perú cuando se refiere a los indios que dejó en las islas y no he leído aún, lo que no quiere decir que no exista obviamente, documento alguno en el que haga mención al Virreynato del Perú.

Bodega y Vancouver fueron rivales por su causa pero grandes amigos en lo personal. Bodega, 15 años mayor, falleció en 1794 a la edad de 50 años, mientras que Vancouver en 1798, no sin antes escribir un hermoso elogio, diría un epitafio, sobre la muerte de su amigo, con quien denominaron en conjunto a la isla grande como la Isla de Quadra y Vancouver, hoy Isla Vancouver donde esta ubicada la capital de la Columbia Británica: Victoria.

La Corona española consideró un éxito la negociación de Bodega pues se había ganado tiempo y no había sido una pérdida total de territorio. Dos años después hubo nuevas negociaciones con lo que dicho emplazamiento debió ser abandonado en 1795 y fue “devuelto” a los ingleses –como bien acota del Castillo Morán-. Sin embargo, no podrían levantar asentamientos permanentes.

El “Royal Museum de Victoria” guarda imágenes, réplicas de uniformes y elementos de la época pero tiene una placa debajo del uniforme de Bodega donde dice que fue un español que murió en México y no dice la fecha de su nacimiento ni el lugar: Lima, Perú, 24 de mayo de 1744. Falleció en México el 26 de marzo de 1794. Ojalá algún día se ubique el lugar de su entierro en Nayarit o Ciudad de México. Ojalá que algún día exista esa placa y se reconozca el origen peruano del ilustre marino y de los marinos mexicanos que lo acompañaron. Como anécdota, permítanme expresar, finalmente, que el busto que donó el Rey de España a Canadá, el 17 de marzo de 1984, tiene una fecha equivocada acerca del nacimiento de Bodega: el busto esta ubicado en Victoria, en la gran plaza frente al Parlamento de la Columbia Británica.

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