En largos ratos me meto a las casi 900 páginas, tamaño cuartilla, de la muy selecta recopilación poética Antología general de la poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días (editorial Océano, 2012), de Juan Domingo Argüelles. Ni por equivocación buscó quién hizo la selección, prólogo y notas en todas las entidades del país. Por esto, no pocos poetas quedaron fuera sin que esto cause su olvido, ya que por fortuna para los lectores se recitan en la radio y se publican en periódicos y en otros libros. En Sonora, por ejemplo, hay más de mil poetas. Uno de ellos es el extraordinario Abigael Bohórquez. Asimismo, en otras latitudes encontramos al maravilloso regiomontano Ernesto Rangel Domene, quien publicó poemas, canciones y prosas.
Un queridísimo amigo-confidente de Rangel Domene puso en mis manos nuevos libros y un disco compacto con canciones de este poeta, que además pulsa las cuerdas de la guitarra como un bohemio nervioso, de sonrisas espontáneas, con adornos de fuerza viril en los músculos de su cara. ¿Lo conocí? Sí, de manera breve; y tal vez prosperó una amistad entre el hacedor de poesías y yo, su lector. La inspiración le venía de pronto, lo asaltaba y daba rienda suelta a la pluma o lápiz sobre el papel. ¡Cómo admiraba al poeta español Pedro Garfias!, sobre quien escribió Memoria de Pedro Garfias, a través de lo que aquel le contó. Domene vivió asilado en la capital del país, odiando el encarcelamiento de las oficinas y su burocracia, pensando en cómo fugarse para siempre de ellas.
De Memoria de Pedro Garfias escribe una nota, que en la bibliografía de El canto urbano aparece citada, publicada en el periódico Diario del Yaqui (editado en el municipio de Cajeme, Sonora). Releer a Rangel Domene es una vibrante delicia sentimental. Hay una fuerza que estremece los sentidos pues vive y revive en sus poemas, transmitiendo a sus lectores la pasión con la que le fascinaba escribir, cantar, conversar… Y estar en silencio, como si se fuera volando en alas de sus musas para regresar como si nunca se hubiera ido. Es un poeta del amor, la sensualidad, el recuerdo…
En El canto urbano, Rangel Domene nos deja una concepción integral de lo humano (demasiado humano, diría Nietzsche). Es un canto schilleriano de amor a la humanidad. Y que el autor nos explica en el proemio a su poema grandioso. Una convocatoria a la alegría, la paz, la convivencia “para que prevalezca entre nosotros la fraternidad, la inteligencia y la concordia”. Este poema es un himno. Uno de sus versos reza: “Yo quiero alzar mi voz enamorada”. Darse a la lectura de El canto urbano es nadar desde mar adentro a la playa y caminar a las ciudades. Toda la obra de Rangel Domene nos lleva, verso a verso, prosa a prosa y canción a canción, por entre los senderos de la vida para amarla como él amó a su esposa, a sus hijos, a sus amigos, a la vida…
Ficha bibliográfica:
Autor: Ernesto Rangel Domene
Títulos: Antología poética y El canto urbano
Editorial: Ediciones Castillo, 1994
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