Hace 20 años que escuchamos a un señor, hoy congresista, pontificar acerca de cuáles son los productos buenos y cuáles los malos para el consumidor.
Jaime Delgado ha opinado sobre casi todo producto, pero siempre teniendo cuidado de no tocar, como se dice, a los grandes, al gran corporativo, que no le hubiera permitido tamaño despropósito. Conocimos a este señor cuando en una feria, declaraba abiertamente que el café era una droga adictiva y que decir cafeína era más o menos como decir cocaína.
Debemos decir en defensa del café como bebida no adictiva, que la Universidad de Harvard, realizó un estudio de 30 años de seguimiento de los hábitos de consumo de sus egresados, como sabemos todos miembros de la élite que gobierna al país más rico del mundo, todos ellos victimas del estrés ocasionado por su posición de liderazgo en la sociedad americana.
Este estudio demostró que la cafeína no es adictiva, sino que la costumbre de tomar café es, a lo más, un hábito. Una vez que le demostramos esto, se dedicó a atacar a las gaseosas que llevan cafeína, que son todas, pues está en el guaraná, ingrediente esencial en las gaseosas, pero cuidándose de no atacar a los dos más grandes.
No obstante, no sabemos que haya hecho algún esfuerzo, ahora que es congresista, por defender al consumidor en algo que es esencial, y es el precio y la calidad de los productos de la canasta básica familiar de los pobres, y es que este tema está en manos de los más grandes consorcios.
Queremos puntualizar tres casos en los que los términos de intercambio no son analizados, ni por los defensores del consumidor, ni por el Estado, que deja que se vayan miles de millones de los bolsillos del pueblo, a las arcas de los comerciantes importadores, donde el mercado no sirve para regular sino todo lo contrario.
Hace años Perú tiene el más alto rendimiento productivo por hectárea de caña de azúcar.
No obstante es un importador neto de azúcar de todas partes, y lo poco que produce lo exporta parcialmente. Al día de hoy el precio del contrato Nro 11 azúcar NY está en 0.1653 centavos por libra peso, lo que equivale a US$ 359.00 la tonelada, en soles nos da un precio de S/ 1.00 sol el kilo. En el Perú el precio al por mayor comienza en 2 soles y llega a 3, lo que hace que sea el azúcar mas caro del mundo.
Todos sabemos que Perú no produce grasas suficientes para alimentar a su población. No tenemos clima para soya, ni girasol.pero mientras el aceite embotellado del Brasil cuesta US$ 1.10 el litro, el aceite vegetal en el Perú cuesta entre 4.50 y 7.50 soles, es decir el doble del precio internacional. Es un producto esencial para cocinar y necesario en la dieta humana.
Recordamos cuando el líder de opinión, Gastón Acurio, propuso etiquetar el aceite de consumo humano en Perú, para que la gente sepa que es GM, y que era mejor ir hacia el consumo de aceite sin modificación genética, pues bien, el aceite sin modificación genética cuesta el doble, con lo cual el ama de casa volvía a la edad de piedra a cocinar con manteca.
Pero quizás el ejemplo más preocupante de muchos, sea el del arroz, elemento indispensable en la alimentación popular. Los precios internacionales de arroz van de 400 a 700 dólares lo que es un promedio de 1.50 soles el kilo, pero con la capacidad de mejorar por producción nacional. En los mercados el arroz no baja de 2.40 soles el kilo, es decir un 50 % más de los precios de transacción comercial general.
Lo anterior significa que día a día, en cada compra individual, se paga un sobreprecio que
de ninguna manera es marginal, sino revela una tremenda distorsión, es como si Perú fuese una isla sin recursos naturales, a quien se vende al precio más elevado pues lo tiene que pagar. Estos centavos por kilo de todos los días pagados por los consumidores, son el mejor negocio del Perú hoy en día, pues no hay competencia, hay una abierta concertación de precios, y hoy en día ya ni se quejan del precio del pollo que es el pollo y la carne más cara del mundo pagada en el Perú.
Pero si bien los precios de los mercados son algo no manejable, lo que sí es manejable, es la calidad de productos de consumo humano. Todos recuerdan cuando dos cucharas de azúcar era la medida, ahora son tres o cuatro, lo mismo con al aceite, el arroz, la margarina o la leche, que la reprocesan hasta cinco veces, estos costos los paga el consumidor. Los defensores, bien gracias, jamás van a chocar con el grupo Paisana o Alicorp, ni que estuvieran locos, persiguen juguetitos en navidad, para justamente arreglar su navidad.
Si el consumidor quiere lo mejor debe pagar precios aún mayores, pero si debe pagar lo que le da el bolsillo, debe resignarse a comer cada vez peor y cada vez más caro, lo que significa que sus ingresos no le alcanzan pues gana de acuerdo a lo que indica el MEF que se basa en el INEI, que maneja cifras extraídas de una tómbola.
En lo que nos interesa en especial que es la situación del café peruano, la cosa va por el mismo camino, y los precios del café instantáneo, el cual es 100 % importador incluidas las marcas "nacionales" son increíbles.
La cantidad necesaria de café verde para hacer un kilo de soluble es de 2,2 veces su peso. Si de acuerdo a la bolsa de NY el precio del café peruano está en S/ 13.39 soles el kilo, el costo en café del soluble sería de 27 soles el kilo, materia prima, si le agregamos un costo industrial y un margen del 100 % sube a 54 soles el kilo. Pues bien el sachet de 10 gramos de café soluble que es el popular vale 1 sol y trae 10 gramos con lo cual, el kilo vale 100 soles y la tonelada de café 100,000 soles. Es el valor por tonelada que se paga al industrial extranjero. La tonelada de café verde cuesta 4,800 dólares. Lo mejor es que parte de ese café es café peruano, por lo que el valor agregado del exterior debería pagar impuestos, que no paga, solo arancel a producto extranjero.
Es así que los exportadores agropecuarios, no perciben lo que llega a costar su producto, ni lo poco que le sirve lo que recibe por su cosecha, pues va al mercado y compra productos caros, rogando para que hayan bajado de precio y tiene que conformarse con lo que hay malo y barato. De esto el MINAG no tiene la más remota idea o no quiere tenerla pues sino en los últimos cuatro gobiernos habría hecho algo para mantener la rentabilidad del campo sin aumentar la brecha de pobreza. Estos son los verdaderos índices macro que no pueden entender o manejar y ni siquiera son instrumentos financieros variables o sofisticadas fórmulas de transacciones de futuros, son los precios de la canasta básica que solo suben y jamás bajan.
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