El 8 de noviembre de 2014, un «tribunal islamista» conformado por un tunecino y un libio «juzgaba» a 3 oficiales del Ejército Árabe Sirio en Raqqa, ciudad siria considerada como la capital del «Emirato Islámico», también conocido como Daesh.
Los 3 hombres habían sido vendidos al Emirato Islámico por una tribu que fingió ofrecerles hospitalidad durante una batalla alrededor de un yacimiento de gas.
Los 3 oficiales del ejército regular de la República Árabe Siria fueron inmediatamente acusados de estar al servicio de un presidente alauita, lo que para los yihadistas wahabitas equivale a ser un hereje [1], y de ser por ello corresponsables de los bombardeos de la fuerza aérea siria contra los yihadistas del Emirato Islámico.
Los “jueces” condenaron a los 3 hombres por ser alauitas, a pesar de que 2 de ellos era sunnitas [2]. Pero los “jueces” decidieron no ejecutar la sentencia con un balazo en la cabeza ni por degollamiento sino que incitaron a la gente a matarlos a golpes y pisoteándolos.
Miles de habitantes de Raqqa asistieron al llamado «juicio islámico».
En definitiva, la turba golpeó y pisoteó a los soldados hasta matarlos y los yihadistas del Emirato Islámico arrastraron después los cuerpos por toda la ciudad halándolos con motocicletas.
La ciudad siria de Raqqa era anteriormente una ciudad tranquila, célebre por sus festivales de literatura y teatro.
Pero en 2012 varios funcionarios locales pusieron la ciudad en manos de al-Qaeda. Raqqa pasó posteriormente a manos del Emirato Islámico, que la convirtió en su capital. Los yihadistas la abandonaron justo antes de los bombardeos aéreos estadounidenses. Pero volvieron a ella inmediatamente después. Desde entonces, la participación en la plegaria 5 veces al día es obligatoria y las mujeres sólo pueden salir a la calle cubiertas con el velo islámico y en compañía de un miembro de la familia.
¿Qué ha sucedido durante los 2 últimos años para que los habitantes de Raqqa llegaran a hacerse partícipes de este tipo de crímenes?
Siria está en estado de choque. Es la primera vez, desde el inicio de la agresión contra Siria, que una multitud de sirios –no yihadistas extranjeros– participa así en el asesinato de soldados sirios.
El hecho es que los habitantes de Raqqa que participaron en esas ejecuciones, incluyendo menores de edad, han sido convertidos en toxicómanos. Desde hace 2 años, los yihadistas les distribuyen ejemplares del Corán acompañados de dulces que contienen Captagón (fenetilina) en polvo [3]. Mezclada con hachís, esa anfetamina es el elemento fundamental del tratamiento de los yihadistas. En 2 años, parte de la población está tan intoxicada como para participar activamente en el crimen colectivo anteriormente descrito.
[1] Los primeros alauitas fueron seguidores de una religión neoplatónica que se convirtieron al islam chiita. De su religión inicial conservan creencias como la de la reencarnación. Fueron considerados musulmanes hasta los años 1980, cuando algunos predicadores wahabitas los declararon herejes por ser chiitas. La particularidad de la teología alauita consiste en que en esta considera que la fe es más importante que los ritos y, por consiguiente, los alauitas raramente participan en plegarias colectivas. En el siglo XX, autoridades musulmanas –sunnitas y chiitas– emitieron 3 fatwas reconociendo a los alauitas como musulmanes (fatwas emitidas por el Gran Muftí de Jerusalén Hajj Amin el-Huseyni en 1926, el ayatola Hassan Mahdi al-Shirazi en 1972 y al-Sayyed Mussa el-Sadr en 1973).
[2] Contrariamente a lo que afirma la propaganda de las potencias atlantistas y de las monarquías de Golfo, cerca del 70% de los miembros del ejército regular de Siria son sunnitas, simplemente porque el Ejército Árabe Sirio no es el «ejército de Bachar» sino un ejército de conscriptos en el que sirven indistintamente los miembros de todas las comunidades religiosas existentes en Siria.
[3] «Captagón®, arma fundamental de los yihadistas», Red Voltaire, 2 de abril de 2014.
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