Desde el desmembramiento de la Unión Soviética, la OTAN se ha transformado para convertirse en instrumento global del imperialismo estadounidense. Ya en este momento, los países árabes del Golfo Pérsico –con excepción de Yemen y del sultanato de Omán– se han integrado a la alianza atlántica, junto con Israel. Siguiendo esa línea, Qatar sirvió de pantalla a los mercenarios que la OTAN utilizó contra Libia.
La OTAN está en plena temporada de aniversarios. El 9 y el 10 de diciembre se celebraron en Amman, Jordania, los 20 años del «Diálogo Mediterráneo». Estuvieron presentes el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y los 28 representantes del Consejo del Atlántico Norte con los embajadores de los 7 países asociados: Argelia, Egipto, Jordania, Israel, Marruecos, Mauritania y Túnez. Hace 3 años, recordó Stoltenberg, «durante la operación dirigida por la OTAN para proteger al pueblo libio, tanto Jordania como Marruecos aportaron grandes contribuciones militares. Eso fue posible gracias a años de cooperación militar entre nuestros países».
El «Diálogo Mediterráneo» prevé, en efecto, la formación de oficiales de los países asociados en las academias militares de la OTAN, entre las que se encuentran el «Defense College» de Roma y la academia de fuerzas especiales, representada por los «Equipos Móviles de Entrenamiento» que la OTAN envía a trabajar en el terreno. A esas actividades se agregan las previstas en los «programas de cooperación individual» de la OTAN con cada uno de sus 7 asociados.
El más importante es el que se desarrolla con Israel, ratificado por la OTAN en diciembre de 2008, precisamente 3 semanas antes de la operación israelí «Plomo Fundido» contra la región de Gaza. Ese programa establece la conexión de Israel con el sistema electrónico de la OTAN, el aumento de las maniobras militares conjuntas y de la cooperación en el sector del armamento y hasta la ampliación de la «cooperación contra la proliferación nuclear» –sin tener en cuenta que Israel, única potencia nuclear de la región, se niega a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear y que rechazó la propuesta de la ONU para la realización de una conferencia para la desnuclearización del «Medio Oriente».
«Con el surgimiento del Emirato Islámico y la manera como se extienden la violencia y el odio en todo el norte de África y en el Medio Oriente esta sinergia entre nosotros es más necesaria que nunca», subrayó Stoltenberg ante los asociados. Y, refiriéndose a Jordania, la definió como «una isla de estabilidad en un mar de turbulencia» y elogió su «contribución a la estabilidad de la región y las operaciones realizadas con los países de la OTAN».
Merecidos elogios. Jordania contribuyó a crear el «mar de turbulencia», participando primeramente en la guerra de la OTAN que destruyó el Estado libio y después en la guerra secreta de la OTAN contra Siria. Al igual que Turquía, Jordania es un puesto avanzado de esa operación que, realizada en coordinación con Israel, tiene como verdadero objetivo no destruir el Emirato Islámico sino acabar con el Estado sirio. Por sus méritos, anunció Stoltenberg, las fuerzas armadas de Jordania pasarán a formar parte de la «Fuerza de Respuesta de la OTAN».
Después de celebrar el 20º aniversario del «Diálogo Mediterráneo», el secretario general de la OTAN y los 28 representantes del Consejo del Atlántico Norte se fueron a Doha (Qatar) para celebrar allí –el 11 de diciembre– el 10º aniversario de la «Iniciativa de Cooperación de Estambul», o sea la asociación entre la OTAN y 4 monarquías del Golfo: Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar. Stoltenberg se refirió a «la campaña de Libia como ejemplo de la manera como la OTAN y sus socios pueden trabajar juntos». En la guerra contra Libia se distinguió Qatar, país que –como declarara entonces el propio jefe del estado mayor [1], infiltró en Libia miles de comandos con órdenes del Pentágono. Ese mismo Qatar –según una investigación del Financial Times– gasta actualmente miles de millones de dólares para financiar y armar los grupos islamistas en Siria, incluyendo el Emirato Islámico, igualmente respaldado por Kuwait y Arabia Saudita.
¿Será por casualidad que el secretario general de la OTAN nunca mencionó al Emirato Islámico durante su estancia en Doha?
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
[1] “Qatar admits sending hundreds of troops to support Libya rebels”, Ian Black, The Guardian, 26 de octubre de 2011.
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