Para saber cuán bueno o malo es ese tratado, recordemos que las grandes corporaciones empresariales presionan para que el TTIP se firme cuanto antes. Y, si a ellos les gusta, no puede ser bueno para la gente común. Susan George asegura que “si se firma el TTIP (más el Acuerdo de Asociación Transpacífico), Estados Unidos controlará el 60 por ciento de la riqueza mundial y tres cuartas partes de todo el comercio global”. Y eso no es nada bueno. “El TTIP es una gran amenaza –insiste George– porque dará a las grandes empresas la oportunidad de enterrar en Europa un modelo social que beneficie a los trabajadores”.

Pero si malo es el TTIP, peor es el Acuerdo en Comercio de Servicios (TISA, por su sigla en inglés) del que apenas se habla. Wikileaks ha filtrado 17 documentos de negociaciones clandestinas de ese tratado secretísimo. Un infame tratado para que grandes empresas y corporaciones trasnacionales puedan eludir todas las regulaciones y leyes de los países y puedan bloquear o eliminar las medidas sociales y de seguridad financiera, además de privatizar los servicios públicos, porque la amoral minoría que detenta el poder económico los considera negocio, no medios para satisfacer derechos.

El TISA condicionaría casi el 70 por ciento del comercio mundial de servicios: telecomunicaciones, comercio electrónico, finanzas, seguros, transporte, distribución, servicios profesionales, servicios postales… El diario Público, que colabora con Wikileaks, ha dado a conocer documentos del TISA pensados y redactados para eludir las leyes de los Estados y que las empresas puedan burlar cualquier control gubernamental o parlamentario.

Negocian clandestinamente el TISA los gobiernos de Australia, Canadá, Chile, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Estados Unidos, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón, México, Nueva Zelanda, Noruega, Pakistán, Paraguay, Perú, Taiwán y Turquía. Y también la Comisión Europea, claro, que pretende representar a los 28 países de la Unión. Es significativo que los únicos países latinoamericanos implicados en ese TISA sean Colombia, México y Panamá, fidelísimos aliados de Estados Unidos, y que no estén Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, potencias económicas emergentes.

El TISA, por ejemplo, busca eliminar cualquier control o limitación a transacciones y movimientos financieros, suprimir cualquier vigilancia del Estado en el sector de la especulación financiera e impedir que puedan prohibirse productos financieros peligrosos, como los que provocaron la crisis. En definitiva, el TISA propone una desmesurada libertad y descontrol financieros. Y ya sabemos a dónde conduce ese desgobierno; a formar nuevas burbujas financieras, que estallen y haya más recesión.

El TISA, secreto incluso 5 años después de su firma, si no lo paramos, exige no obstante transparencia total a gobiernos e instituciones públicas. Deberán anunciar qué leyes y regulaciones piensan aprobar y abrir un debate previo para que las grandes corporaciones y sus lobbies puedan impedir que sean aprobadas o modificarlas en beneficio propio… según el propio TISA.

Además, el TISA forzará que los datos personales en internet queden sin la protección de los gobiernos, que los datos informáticos sean sólo mercancía y que desaparezca la privacidad de los datos digitales. Pero la protección de datos no es cuestión comercial, sino un derecho fundamental de las personas. El TISA, ha denunciado la eurodiputada Viviane Reding, quiere acabar con la privacidad de los datos, mermar hasta eliminar la neutralidad de la red y suprimir las garantías de las personas con el viejo pretexto y falacia de la seguridad nacional.

Los documentos secretos filtrados demuestran –si cabe– que el TISA es más neoliberal, antidemocrático y totalitario que el TTIP.

Es evidente que se han de impedir esos tratados con presión y movilización ciudadanas y, como propone Susan George, profundizando la globalización social así como coordinando y globalizando la protesta.

Fuente
Contralínea (México)