Desde el salinismo se ha recurrido a los principios propagandísticos de Joseph Goebbels (consultar el ensayo de Leonard W Doob: Goebbels y sus principios propagandísticos), escritos y aplicados por el nazi radical e intransigente con los que “Goebbels quisiera demostrar su inquebrantable lealtad a Hitler y exponer la ineptitud de los estados mayores alemanes, jactarse de sus propios logros, su respetabilidad y su devoción a la causa nazi y expresar sus críticas contra otros nazis rivales, como Goering y Rosenberg”. El salinismo usó esa técnica nacionalsocialista. Y, nuevamente, Enrique Peña compra esa ideología para tratar de lavar su imagen, no al interior de nuestro país, sino fundamentalmente en el extranjero. Para esto, crea la Coordinación de Marca País y Medios Internacionales, donde la mano que mece la cuna es la del director del Fondo de Cultura Económica a través de Eduardo Sánchez (coordinador de Comunicación Social y Vocería); Andrés Massieu (coordinador general de la Oficina de la Presidencia) y Paula Carreño King (titular de la nueva oficina Marca-País y Medios Internacionales).
Estos tres estarán bajo el mando de Aurelio Nuño, de facto en funciones de vicepresidente del peñismo. Si esto es un hecho, como lo informó el reportero Francisco Reséndiz (El Universal, 1 de mayo de 2015), entonces asistimos ya a la implantación de los 19 principios del propagandista Goebbels. Y muy a propósito de esto, el mismo día del anuncio de la nueva oficina presidencial, el periódico El Universal publicó un breve apartado del libro de Enrique Müller titulado Debate revive a Goebbels. Así que Peña quiere lavarse la cara… ¿Tras las elecciones querrá lavarse las manos si decide ir al fondo de las represiones militares-policiacas-marineras contra el nuevo despertar del México bronco?
En el Diario Oficial de la Federación se publicó el Decreto por el que se Reforman, Adicionan y Derogan Diversas Disposiciones del Reglamento de la Oficina de la Presidencia de la República (30 de abril de 2015). Y Aurelio Nuño, con edificio propio dentro de Los Pinos que albergará la nueva oficina, dirigirá la millonaria campaña goebbelsiana para el “fortalecimiento” de la imagen y “percepción” del mexiquense. Y es que, a pesar de las palabras de Hans Kelsen en su magnífico y perdurable ensayo: “Esencia y valor de la democracia”: “por difícil que sea su reforma, es continuamente renovada para ponerla de acuerdo con las necesidades del tiempo” (Teoría general del Estado), el señor Peña se encuentra atrapado en su propia telaraña de los 11 cambios a una Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que tiene un sentido jurídico positivo, porque desprecia el hacer y quehacer de la po-lí-ti-ca del buen gobierno republicano, como lo propone Norberto Bobbio en su ensayo: “Política y derecho”, de su enciclopedia Teoría general de la política.
Con la personalidad autoritaria de Peña, es consecuente recurrir al recetario de Goebbels, pues su vocabulario gerencial de neoliberalismo económico muestra y demuestra que el peñismo está más que desesperado tras haber sido abortada su corrupción por la periodista Carmen Aristegui y sus reporteros, contra la que abusó del poder autocrático para, por medio de Eduardo Sánchez, la mano negra en MVS de los Vargas, censurar su actividad periodística enfocada sobre todo en el periodismo de investigación para ofrecer a la opinión pública de la nación una completa, veraz y contrastada información.
Los 19 principios nazis, cuyo original se encuentra en la Universidad de Stanford, es un manuscrito que refleja fielmente la estrategia y la práctica propagandística de Goebbels; y es una orientación conveniente con respecto a sus voluminosos materiales propagandísticos, centrados en “la teoría nazi de la centralización autoritaria, y también la del ansia de poder que sentía Goebbels”. El decreto peñista casi copia el programa nazi: “participar en el diseño de las estrategias de comunicación para fortalecer la imagen y percepción de México [¿de México, de la nación o solamente de Peña?] en el extranjero […] cambios [para] agrupar, compactar y eficientar las funciones de diversas unidades de apoyo técnico y de la estructura interna de la Oficina de la Presidencia [es decir, Aurelio Nuño, para seguir posicionando a Luis Videgaray rumbo a la sucesión presidencial], conforme a las tareas y responsabilidades que ha encomendado el presidente”.
Se trata de que Peña siga gastando millones de pesos y dólares para tratar de limpiar su imagen; y para esto ha contratado a los publicistas de Salinas de Gortari –como si a éste lo hubieran transformado–. Se quiere hacer de Enrique Peña Nieto otro Carlos Salinas de Gortari, los dos corruptísimos y fracasados políticamente. Salinas se tuvo que ir al exilio y después los Carreño-Carlón y Carreño King le escribieron libros-ladrillos que están en la basura. Harán lo mismo con Peña, quien ha fracasado internamente. Y es despreciado internacionalmente con el epitafio a su muerte política de: “no entiende que no entiende”; y pillado con un botín de bienes inmuebles, millones de pesos, terrenos al por mayor, monedas e inversiones… ¿De dónde… herencias, sobornos y otros empresarios con los que niega tener conflicto de intereses? En la nota del reportero Alonso Urrutia (La Jornada, 2 de junio de 2015), Peña es como el retrato de Dorian Grey, mostrando sus perversiones económicas y promulgando la legislación anticorrupción.
No habrá lavado de la imagen de Peña, calcada sobre la de Salinas de Gortari.
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