Los registros de los radares presentados en Moscú por el jefe del estado mayor de la fuerza aérea rusa no dejan lugar a dudas: la aviación turca, que en aplicación de los acuerdos de coordinación había recibido previamente el plan de vuelo del Su-24 ruso, tenía órdenes de posicionarse para derribarlo. La información radar revelada en Moscú deja muy mal parada la versión de la OTAN.
Dos días después del ataque contra el Su-24 ruso por parte de un F-16 turco en el espacio aéreo sirio, el general Viktor Bondarev, jefe del estado mayor de la fuerza aérea rusa, hizo una sorprendente declaración que modifica totalmente la imagen que ofrecían los medios de prensa occidentales, empeñados en reflejar únicamente la versión turca.
En aplicación del memorándum sobre la campaña en Siria firmado el 26 de octubre entre Moscú y Washington, la parte rusa había informado a sus homólogos estadounidenses… 12 horas antes de la misión de los dos bombarderos Su-24 en el norte de Siria.
La parte rusa entregó todos los detalles de la misión, incluyendo la hora de despegue (las 09h40), la altitud (entre 5 600 y 6 000 metros) y los blancos que serían bombardeados: los alrededores de la región de Chefir, Mortlu y Zahia, cerca de la frontera con la región turca de Hatay. Los bombarderos tácticos rusos Su-24 despegaron desde la base aérea de Hmeymim a las 09h40, conforme al horario previsto, llevando cada uno 4 bombas OFAB-250. Entre las 09h51 y las 10h11, los bombarderos rusos se movieron en una zona de espera a 5 657 y 5 800 metros de altitud respectivamente, al sur de la ciudad siria de Idlib. A las 10h11, los dos bombarderos tácticos rusos recibieron las coordenadas GPS de los blancos e hicieron una primera pasada sobre el objetivo a las 10h16 largando las primeras bombas. Después de maniobrar para volver sobre el blanco para el segundo ataque, uno de los aviones rusos fue alcanzado por un misil aire-aire disparado por el F-16 turco a las 10h24.
Un análisis de los datos de control sobre los objetivos, análisis corroborado por la dinámica de los blancos, muestra que la red de radares que vigila el conjunto del espacio aéreo sirio detectó –entre las 09h08 y las 10h20– la presencia de 2 aviones F-16 turcos que maniobraban a 4 200 metros de altitud en el espacio aéreo de la región turca de Hatay, fronteriza con Siria. Los aviones turcos habían despegado a las 08h40 y aterrizaron a las 11h00.
Conociendo el lapso de tiempo que necesitan dos F-16 para echar a andar sus motores, rodar sobre la pista, despegar desde la base aérea de Diyarbakir y alcanzar la zona situada a 410 kilómetros de su base, es evidente que los dos F-16 turcos recibieron su misión una hora antes del despegue de los bombarderos rusos. Esto demuestra que los pilotos turcos sabían que se hallaban ante aviones Su-24 rusos, y que conocían los detalles de la misión de dichos bombarderos, detalles que utilizaron en la preparación de su propia acción para posicionarse y derribar uno de los aviones rusos de manera que pudiesen presentar el hecho como si los bombarderos rusos hubiesen penetrado en el espacio aéreo turco. Por consiguiente, los pilotos turcos seguramente habían recibido instrucciones de no aplicar el procedimiento previsto en los tratados internacionales –tratados firmados por Turquía–, donde se prevé la intercepción, seguida por la obligación de establecer un contacto visual [entre el interceptor y el avión interceptado] y la obligación de hacer un disparo de advertencia con el cañón de abordo antes de pasar, finalmente, a la destrucción.
Según el general Viktor Bondarev, durante todo su vuelo el bombardero se mantuvo a una distancia de más de 5 kilómetros de la frontera sirio-turca, antes de entrar en la posible zona de tiro del misil aire-aire guiado por el calor disparado por uno de los aviones F-16 turcos, avión que voló casi perpendicularmente a la dirección del vuelo de los bombarderos rusos Su-24. El avión turco efectuó un viraje de 110 grados, que duró 1 minuto y 40 segundos, para alcanzar el bombardero ruso en su parte trasera.
A causa de ese viraje, el F-16 turco se internó 2 kilómetros en el espacio aéreo de Siria –donde permaneció alrededor de 40 segundos, mientras que el Su-24 sólo estuvo 17 segundos en el espacio aéreo turco. Esos 40 segundos fueron suficientes para el F-16 fuera visible en las pantallas de los radares de la base aérea de Hmeymim, mientras cerraba la maniobra de ataque, descendiendo bruscamente a menos de 2 500 metros de altitud.
Esta maniobra posicionó el F-16 turco detrás de uno de los dos bombarderos Su-24 rusos, a una distancia de 5 a 7 kilómetros y con una velocidad de acercamiento que le permitía lanzar su misil aire-aire. Antes del ataque, nunca hubo en ningún canal de radio, ni siquiera en la frecuencia especialmente habilitada para la cooperación, ninguna grabación de algún llamado de advertencia proveniente ni de los pilotos, ni de los órganos de control del ejército turco.
La conclusión del general Bondarev es que los pilotos turcos se prepararon durante varias semanas específicamente para derribar un bombardero ruso sobre la frontera con Siria y que los últimos detalles de la emboscada fueron ultimados por los turcos –probablemente con sus aliados de la OTAN– durante las 12 horas posteriores a la recepción de la información enviada por los rusos antes del despegue.
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