I. Los capitalismos nutren las violencias sociales: revoluciones, revueltas, protestas y manifestaciones, que desde 1774-1789 aparecen por doquier, sobre todo por las represiones gubernamentales con todo y los costos de homicidios y encarcelamientos por juicios sumarios. Han revivido “el tiempo histórico en el que Marx elaboró El Capital [que] fue un periodo de fuerte crecimiento económico y de rápida ampliación del mercado mundial, hasta que en la década de 1870 emergieron síntomas de agotamiento que […] quebraron aquella dinámica de acumulación capitalista” (Enrique Palazuelos, El Capital a casi medio siglo de distancia. Estudio preliminar a los ocho tomos de bolsillo, ediciones Akal, traducción de Vicente Romano García). Sobrevive el capitalismo de nuestro tiempo tras sus crisis desde 1973, pariendo violencias sociales que anuncia la primera revolución mundial por el conflicto de pobres contra ricos, como moderna versión de la lucha de clases agitada por el desempleo, el hambre y las enfermedades en la atmósfera del neoliberalismo económico.
II. Richard Jacob Bernstein, egresado de la Universidad de Yale (con el tufillo de su paso por la Universidad de Chicago, crisol de los Chicago boys del capitalismo salvaje de Milton Friedman, origen del neoliberalismo económico), es conocido ya por sus anteriores libros: Praxis y acción; La reestructuración de la teoría social y política; Freud y el legado de Moisés; Filosofía y democracia: John Dewey. Ahora nos presenta: Violencia: pensar sin barandillas, repasando y reflexionando sobre el tema en Carl Schmitt, Walter Benjamín, Hannah Arendt, Frantz Fanón y Jan Assmann. Abriéndose paso entre las concepciones preconcebidas “y encontrar nuevas maneras de abordar los problemas que nos aquejan”. Es decir: el aumento de las violencias, de las cuales la revolucionaria en su irrupción moderna desde 1776 (estadunidense), 1668 (inglesa) y 1789 (francesa), conjunta en torno de ellas otras que hicieron girar políticamente a la humanidad en 180 grados. Las revoluciones y revueltas son legal y legítimamente posibles –apunta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su Artículo 136 y en la de 1857 en su Artículo 128– como acto jurídico de la democracia directa para restituir o implantar un régimen constitucional (en el contexto de lo que Eric Hobsbawm expone en La era de la Revolución: 1769-1840).
III. De los más acreditados estudios sobre el tema están, de varios autores, Violencia y política; Leslie J Macfarlane, La violencia y el Estado; Kenneth W Grundy y Michael A Weinstein, Las ideologías de la violencia; los ensayos en la Enciclopedia internacional de las ciencias sociales; en la Enciclopedia de las instituciones políticas; y en la Enciclopedia del pensamiento político; además de “Violencia y política” (revista Sistema, 132-133). La mayoría de las violencias se justifican y explican cuando los pueblos son asfixiados por regímenes autoritarios; o éstos se aferran a alguna modalidad de autocracia o poder de un sólo hombre-grupo. También hay que visitar el texto de Georges Sorel (1847-1922): Reflexiones sobre la violencia, que establece la huelga general como arma violenta contra los opresores del trabajador. Bernstein aclara: “Me he centrado en cinco pensadores que han participado en una reflexión sostenida sobre la violencia […] preguntando qué podemos aprender de ellos sobre la violencia”. Es un texto útil para abordar las nacientes violencias: la delincuencial, la de los autócratas de: “el Estado soy yo”, ensimismados en la democracia representativa en abierta oposición a su complemento: la democracia directa.
Ficha bibliográfica:
Autor: Richard Jacob Bernstein (traducción y presentación de Santiago Rey Salamanca)
Título: Violencia. Pensar sin barandillas
Editorial: Gedisa, 2015
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