El terrorismo y las redes sociales son una mezcla peligrosa. Cuando ideas incendiarias se unen a personas inestables que viven en países occidentales (sin tomar en cuenta a quienes viven en países de las zonas bombardeadas, ocupadas y que han sufrido muertes en sus propias familias a manos de las fuerzas armadas de países occidentales, principalmente Estados Unidos), muchos pueden ver al terrorismo como la única manera de obtener venganza ante quienes parecen todo poderosos e invulnerables. Eso lo sabe el Estado Islámico, mejor conocido como ISIS (del inglés Islamic State of Iraq and Syria) y suele utilizarlo muy bien.
Ahora el tema cobra nueva importancia. No sólo es por la demanda que los familiares de las víctimas de la masacre de San Bernardino presentaron contra empresas como Twitter, Facebook o Youtube, a las que acusan de haber permitido que existieran y se multiplicaran las cuentas y la propaganda de ISIS y que derivaron en varios ataques terroristas. Todos recordamos esos videos en cámara lenta, bien producidos, de una estética muy cuidada que terminaban con el asesinato de los que ellos denominaban enemigos. Se reclama que las empresas demandadas sabían del uso que la organización le estaba dando, que estaban utilizando las redes sociales y sitios para llegar a nuevos reclutas y para recibir donaciones.
La masacre sucedió en 2015 en San Bernardino, California: Syed Farook y su esposa dispararon a sus compañeros de trabajo, asesinaron a 14 personas y ambos murieron en el lugar cuando la policía trataba de detenerlos. El teléfono de Farook fue recuperado y generó un gran debate sobre la privacidad.
Su teléfono es otro tema que vuelve a ser noticia, pues estaba bloqueado y el FBI (la Oficina Federal de Investigación de Estados Unidos) exigía a Apple que le diera las herramientas necesarias para acceder a la información. Consideraban que, al estar muertos los dos atacantes, en el dispositivo se podrían encontrar muchas respuestas y motivos del ataque, además de buscar contactos y pistas para la investigación. La empresa se negó e inició un largo proceso legal. Hubo quienes reclamaron a la empresa por no ayudar a las autoridades y quienes la apoyaron por proteger la privacidad de los usuarios, pues si violaban el derecho de uno, abrían la puerta para que la autoridad solicitara acceso al de todos.
Ahora sabemos que el FBI pagó casi 1 millón de dólares para que alguien desbloqueara el equipo, lo que sucedió y de paso demostró lo que debemos tener todos en mente: ningún sistema nos protege al ciento por ciento contra violaciones a la seguridad.
Vemos en el caso dilemas a la libertad de expresión, que supuestamente se cuida mucho en Estados Unidos y que libera a las compañías de internet de cualquier responsabilidad sobre el contenido que publiquen sus usuarios. También el tema del derecho a la privacidad y hasta cuándo se debe proteger. Y sobre todo, la poca privacidad con la que contamos.
Pero el tema del terrorismo y redes sociales está lejos de terminar. ISIS estaría creando su propia red social para enfrentar la cacería que se ha desatado en contra de sus cuentas, según el director de la Europol Rob Wainwright. Las redes sociales han sido su principal herramienta de crecimiento ideológico en todo el mundo y no piensan quedarse cruzados de brazos ante la eliminación de su material de propaganda, pues Google, Facebook, Twitter, Telegram, Dropbox, entre otros, ubican y eliminan cuentas y contenidos del grupo terrorista.
Y aunque en esta nueva situación ISIS quedará pronto fuera de las redes sociales comerciales más conocidas, para cuando eso suceda es probable que ya cuenten con su propia plataforma y tengan para entonces miles de seguidores quienes recibirán sus ideas. Y como no hay ningún interés para que países occidentales dejen de ocupar o bombardear las zonas de influencia de ISIS, el odio seguirá creciendo y el terrorismo seguirá recurriendo a la tecnología. Obligar a las empresas a censurar sus contenidos no solucionará el problema.
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