I. Veinticuatro notas en la vida de una mujer sensible es el título de la exquisita novela de Constance de Salm, traducida al español del francés por Isabel Lacruz. Publicada en 1824 y reeditada en 2011, apenas he podido dar con ella y sus 176 páginas, que contienen un estudio de Laura Freixas. Obra que, 1 siglo después, inspira a Stefan Zweig para escribir su novela corta: Veinticuatro horas en la vida de una mujer –traducida del alemán a nuestro idioma, por María Daniela Landa (editorial Acantilado, 2004)–, y que con el resto de su obra literaria, sigue siendo lectura, no obligada, sino deseada porque este vienés (1881-1942) permanece actual. Las “veinticuatro horas” de Constance de Salm, inaugura un nuevo tratamiento de las pasiones eróticas y la irrupción del amor, para darle una nueva interpretación a las 1 mil caras de la singular naturaleza humana; y nos muestra lo que fue el Renacimiento del romanticismo y el protagonismo de la mujer, la nueva mujer de la posrevolución francesa. Historia de ficción que nos describe, con realismo, uno de esos arrebatos del amor-pasión (y sale al encuentro nada menos que Henry Beyle, nuestro querido Stendhal) y sus manifestaciones sensuales y primaveras incluso en invierno, verano y otoño de nuestras vidas.
II. Así que no queda más remedio que leer la creación de ambos autores: De Salm y Zweig, para poder tener las 48 horas en la vida de dos mujeres excepcionales de la fantasía literaria, quizá alimentada de algunos datos y hechos reales para conjugar realismo y romanticismo; para amar y ser amado o incluso no ser correspondido ni con la mirada de una mujer al pasar. O como en el poema de Amado Nervo: “cerrando los ojos la dejé pasar”. Las dos novelas, la de la francesa y el austríaco son maravillosas. Seductoras. Y más cuando uno descubre que son vasos comunicantes de un drama-tragedia, como son los amores de un día o que se sintetizan en 24 horas; las cuales representan suficiente tiempo para vivir toda una vida de amor-pasión, amor-gusto, amor-físico y amor-vanidad, con sus “ocho o diez matices”. De entre ellos nacieron las primeras “veinticuatro horas” de Constance de Salm y las siguientes “veinticuatro horas” de Sweig. En ambas aparecen los celos, la envidia, el enamoramiento, la compasión, lo inesperado… sentimientos que alimentan una historia de amor que nos conmueve y nos arrebata, queriendo hallar en la realidad lo que es literatura.
III. Las 48 horas de De Salm-Zweig, son un tiempo donde dos mujeres nos hablan del amor desde sus perspectivas y experiencias. Nos cuentan lo que piensan, sienten y quieren con su peculiar manera de ser portadoras del eterno femenino. “Dejad –dice Stendhal–, que trabaje la cabeza de un enamorado durante veinticuatro horas y verás lo que resultará”. Y lo vemos en estas dos novelas; donde una inspiró a la otra, para que ambas sean aportaciones de la creatividad literaria. Es el tránsito por un día de las dos son mujeres en su laberinto de amores. Es la constante de la leyenda: Afrodita (en la mitología griega diosa de la belleza, el amor, el deseo, la lujuria, el sexo y la reproducción) es quien envía a su hijo Eros para vengarse de Psique por celos y envidia de su belleza; pero Eros se enamora de ella. “¡El amor…! ¿Qué es el amor…? Un capricho, una fantasía, una sorpresa del corazón, tal vez de los sentidos; un encantamiento que se derrama sobre los ojos, fascinándolos, que se apega a los rasgos, a las formas, a la vestimenta incluso de un ser que sólo el azar nos lleva a encontrar. ¿Que no lo encontramos? Nada nos advierte de ello, nada nos turba… Seguimos viviendo, existiendo, buscando placeres… proseguimos con nuestra carrera como si no nos faltara ¡nada…!”
Ficha bibliográfica:
Autora: Constance de Salm
Título: Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible
Editorial: Funambulista, 2011
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