El Papa Francisco es el jefe del Estado Vaticano, por tanto es pertinente preguntar ¿cuántas y qué clase de inversiones o industrias trae al Perú en su ya muy publicitada visita de enero 2018? Con la excepción de estampitas y adornos cerámicos que yo mismo compré en la Plaza San Pedro, no hay otra empresa allá. Ciertamente si se trata de finanzas bancarias y trapisondas por el estilo, sí que son expertos o recordemos al “cajero de Dios” Paul Marcinkus, al Banco Vaticano y Ambrosiano.
¿Desde cuándo Perú paga a los jefes de otros Estados viajes de abultadas sumas que no están en el presupuesto y carecen de cualquier –hasta la más mínima- justificación? Se sabe ya que el alcalde de Trujillo, Elidio Espinoza, anunció la inversión de 3 millones de soles para reformar o remodelar la Plaza de Armas. ¿Qué, no hay otras urgencias realmente genuinas e importantes?
De repente es una visita confesional o religiosa la del Papa Francisco a Lima, Madre de Dios y Trujillo, La Libertad. Entonces ¡que la pague el Vaticano! O la Iglesia Católica local que en virtud de un tratado internacional, el Concordato, que jamás ha sido discutido ni refrendado desde que se firmó en 1980 por el Congreso de la República, NO paga impuestos de cualquier clase y tiene las arcas llenas.
Es de tal magnitud la confusión y desorden en Perú que un ministro, Alfonso Grados, ya ha sido designado para “coordinar” dicha visita. Entonces eso significa que vamos a tener un portafolio papal y sólo para ese propósito en Perú. ¿Dice eso la Constitución? Tengo muy serias dudas. Por tanto hay un tema de conflicto constitucional con un Estado soberano como Perú.
Los monaguillos que fungen de locutores en radio y televisión ya están anunciando que la visita tendrá “impactos” en los temas ambientales, de violencia y familia. Parece un optimismo desbordado y enloquecido: un sacerdote jefe de otro Estado ¿nos trae la piedra filosofal para solucionar los agudos, añejos y atávicos problemas del Perú?
En la cocción del tema hay ingredientes múltiples y cada quien cumple su papel. Que el Vaticano o la Iglesia Católica local paguen esa visita y que no se hagan contrabandos con la respetable fe que en forma mayoritaria profesa el pueblo peruano. Con groseras improvisaciones sólo consiguen aguzar la mirada observadora de los críticos que NO comulgamos con aspas de molino. Así vengan en envase con cruz y sotana.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter