La República Islámica de Irán acaba de festejar el 39º aniversario de la Revolución. Millones de iraníes salieron a las calles en todo el país, mostrando su apoyo al ideal antiimperialista del imam Khomeiny.
Por su parte, el jeque Hassan Rohani, presidente de la República Islámica, hizo un llamado a la unidad, en referencia a la ola de protestas de enero. Rohani exhortó además al respeto de las minorías étnicas y religiosas, algunas de las cuales se implicaron ampliamente en aquellas protestas.
Los conflictos políticos se centran ahora alrededor de la sucesión del Guía de la Revolución, el ayatola Alí Khamenei. Una amplia corriente se pronuncia por la eliminación de esa función, creada en el particular contexto de la Revolución y para el ayatola Khomeiny, siguiendo el modelo de República que preconizaba Platón. El presidente Rohani mencionó en su discurso la convocación de un referéndum destinado probablemente a dirimir esa cuestión.
La eliminación de la función de Guía de la Revolución pondría automáticamente a los Guardianes de la Revolución (los pasdaran) bajo la autoridad del presidente de la República, con quien están abiertamente en conflicto.
Pero el debate público se ha focalizado más bien sobre la obligación de portar el velo islámico, en el caso de las mujeres, y la de portar barba para los hombres. Un estudio realizado por el think tank presidencial iraní al inicio de la presidencia del jeque Rohani, en 2014, afirma que al menos la mitad de los iraníes desea la abrogación de ambas reglas, ambas de carácter religioso.
Hacia el final de su último mandato, el ex presidente Mahmud Ahmadineyad se había pronunciado públicamente en ese sentido, ante las cámaras de la televisión, lo cual lo llevó a entrar en conflicto con algunos de sus aliados.
Pero el verdadero problema de los iraníes es otro. Las clases más pobres de la sociedad iraní están sufriendo una grave caída de su nivel de vida mientras que la clase clerical y los responsables políticos hacen ostentación de su opulencia. Es de hecho alrededor de ese problema que se decidirá probablemente el futuro del país.
El presidente Rohani, que cuestiona los medios financieros a la disposición de los Guardianes de la Revolución, propone que estos últimos se dediquen solamente a sus funciones militares y que abandonen todas sus actividades económicas e incluso ha obtenido el respaldo del Guía, Alí Khamenei, en ese sentido. Para obligar a los Guardianes de la Revolución a aceptar esa reforma, el presidente Rohani ha propuesto que las empresas que estos controlan pasen al pueblo.
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