Cualquier dinero que no sea declarado por alguna colectividad política, que no sea contabilizado, se lo oculte, exceda del monto fijado por la ley de partidos políticos, de las cajas o cuentas que fueren ¡son de origen sucio! Peor aún si hay coberturas, maniobras, disfraces, urdimbres de quienes “donan” y los que reciben. Esos billetes son absolutamente cochinos.
Ayer lunes en El Comercio una larga entrevista al abogado Nakakasi abunda en términos que pretenden hacer pasar a los dineros puercos de Odebrecht como contribuciones graciosas y de las que hay que probar su origen ilícito. ¿Habra financiado el tremendo espacio en el subdecano la Confiep?
Consignemos el rotundo mentís que publicó el agudo penalista Guillermo Olivera Díaz:
“Las llamadas –por Nagasaki- donaciones, hechas a escondidas, con harta noctunidad, entregdas en bolsas plásticas u otros contenedores, de color negro, en algún lugar ajeno al ojo público, que no se declaran a ONPE, que no se contabilizan en el partido político, que exceden infinidad de veces el monto máximo establecido por el Artículo 30 de la Ley de Partidos Políticos, que buscan mantenerse ocultas de por vida, que se niegan cínicamente a los fiscales y jueces del caso, porque saben se saben sucias o turbia, NO SON JAMAS UNA REGLA DEL SISTEMA ELECTORAL. Ni siquiera son reglas de carácter electoral sino totalmente ajenas a un normal acto eleccionario.
Ontico-ontológicamen te, no pueden ni deben reputarse lícitas donaciones, préstamos o veniales falsas administrativas. Son claramente entregas delictivas –y no donaciones- de dinero, que se convierten en activos (bienes o servicios) con motivo de una torcida, ilegal, delictiva e inmoral campaña electoral presidencial, regional o local. En el caso de Odebrecth, no interesa si el dinero proviene de la caja 2 (de sobornos), de los fondos legales de la empresa, pues el “origen ilícito” también lo constituye el hecho que se aleje del objeto social de la empresa, que no es coimear, ni intervenir en la política partidaria de un país. El acto electoral puro, que subyace tras la entrega es lícito, pero se imbrica o preña con delitos de diverso jaez, al intervenir una pléyade de oscuros y sigilosos protagonistas, con hechos de naturaleza nocturna, que debemos reprobar si queremos adecentar la política y no criminalizarla aún más”.
¿Cuál es el objeto social de Confiep, además de ser apéndice de todos los gobiernos entreguistas y rastrera para celebrar el cholo barato y el azúcar caro cuyos resultados se notan en los balances empresariales? Ciertamente NO ES la campaña electoral. Sus integrantes deben militar en partidos políticos, postular o candidatear con sus ambiciones o plataformas electorales. Verbi gracia: la empresa privada si les parece interesante o rentable, pero ¿qué hacían financiando, con dinero sucio de Odebrecht, programas de televisión enderezados a destruir a uno o más candidatos?
¿Qué pito toca en Perú una empresa corrupta como Odebrecht metiéndose a regalar Cristos en Chorrillos y financiando con US$ 200 mil supuestamente entregados a un ex candidato presidencial para otro postulante que dice que él NO ROBA? ¿Para qué repetirá la monserga que ni él mismo cree?
¿Y los demás recipendiarios, igual de rateros y ladrones?
La campaña mediática apunta a suavizar la ira popular e impregarla de una falsa apreciación de las cosas para atenuar los castigos a los inmorales políticos que recibieron las donaciones y para la monstruosa especie que es una falta administrativa o menor y que se arregla con multas.
¡A la cárcel todo Cristo!
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