Aparte de recetarnos hasta el aturdimiento grandes dosis futboleras, ahora enfocadas principalmente en su escenario ruso para la competencia mundial de este deporte a punto de llevarse a cabo en este mes de junio, Televisa nos ha presentado en vivo y en directo –y repetido hasta el cansancio– la boda real de uno de los integrantes de la ya en decadencia monarquía inglesa. Y es que el gobierno peñista no halla cómo distraer a los públicos para que sus individualidades y colectivamente como sociedad y como pueblo, entretenidos en espectáculos masivos se olviden de las crisis que inmisericordemente y por obra y gracia de sus ineptitudes nos azotan: la crisis política-electoral; la crisis económica de alza de precios, bajos salarios y desempleo; tanto como la crisis social que representa el empobrecimiento de no menos de 55 millones.
A todos esos millones también hay que agregarle los damnificados que dejaron los terribles terremotos que sufrió, sobre todo el centro y el sur del país; concentrados sus estragos principalmente en la Ciudad de México y los estados de Morelos, Puebla, Oaxaca y Chiapas. Y donde miles de mexicanos perdieron el miserable patrimonio que a lo largo d emuchos años de arduo trabajo, habían conquistado. Y, por si sigo faltara: la incontenible corrupción del peñismo, los empresarios, los banqueros, las farmacéuticas y demás integrantes del capitalismo disfrazado de neoliberalismo económico, que ha sido devastador para la mayoría de la población.
Así que para la distracción surta efecto, presentan la dizque biografía de un cantante, el tal Luis Miguel, español-italiano-mexicano; aunque muchos afirman que nació en Puerto Rico. Y la boda real de la irreal monarquía inglesa tan anciana como su misma reina, que contando con 92 años, ha reinado durante 65 de ellos; porque uno de sus descendientes se ha matrimoniado y la publicidad-propaganda debe darla a conocer. Y en tiempos en que ese sistema británico está ingresando al museo donde están arrumbadas las obsoletas monarquías que fueron arrasadas por las Revoluciones democráticas y populistas que tuvieron su clímax en la de 1789; la Revolución francesa que según la historiografía clásica, marca el inicio de la Edad Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna.
La “boda real” fue todo un espectáculo montado por los medios de comunicación ingleses y sus repetidoras del sensacionalismo, porque divulgaron un hecho llevado a cabo por dos simples mortales y lo convirtieron en un acto propio de la existencia del “derecho divino de los reyes” En el caso británico, esta doctrina se asocia estrechamente con los primeros reyes de la Casa de Estuardo y las tesis de los teólogos carolinos, quienes fundamentaban en la Biblia las concepciones de Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra, Carlos I de Inglaterra y Carlos II de Inglaterra. Y donde un buen Rey “se reconoce a sí mismo como destinado para su pueblo, habiendo recibido de Dios la carga del gobierno”.
Reyes que se apoderaron de los gobiernos con base en raíces religiosas (de antes y después de Lutero) y de dominio preconstitucional, luego disfrazadas de constitucionales (y derecho consuetudinario, como el actual de los británicos), que fueron derribadas cortando las cabezas, por ejemplo a Jacobo por Cromwell y a Luis XVI por la Revolución de 1789. Que la realiza inglesa perdure es la irónica fantasía de un museo en vivo. Y en nuestro país, Televisa ordenó a sus locutores que difundieran esa “boda real”, como si fuera un acontecimiento relevante, cuando ha sido un canto del cisne por morir para dar a conocer a la moribunda monarquía isabelina. Así que esta empresa sobre todo, aunque también otros medios de comunicación, han difundido el acto para entretener y distraer a sus auditorios audiovisuales.
De la misma manera, Peña y Televisa se han regodeado con la biografía del cantante Luis Miguel. Y el “señor presidente” hasta se enorgulleció de estar al pendiente de su exhibición, asesorado por su esposa Angélica Rivera. Ésta, al menos no ha negado ser una “estrella” de Televisa; y la cual es bien conocida como “La Gaviota”, mote producto del rol desempeñado en una telenovela. Pero, Peña, su producto electoral del 2012 ha negado serlo, cuando es otra de las “estrellas” de Televisa. Decadente empresa que se aferra a las series de mafiosos y ahora de este cantante para seguir teniendo audiencia.
Así que mientras Peña Nieto ha mencionado en su twitter que no se pierde ni uno de sus capítulos, el país está al borde del despeñadero, porque el mexiquense y su pésimo y corrupto desgobierno, crearon las condiciones de pobreza infames, de violencia que a la fecha arroja más de un millón de homicidios (sumando los de su antecesor: Calderón). Y los cómplices de ambos gozan de encubrimiento y viven alegremente en la impunidad. Peña ha de estar gozoso por no perderse un capítulo de la serie televisada de Luis Miguel y porque vio la boda real. Y está por irse del cargo que desprestigió y huirá del país porque lo odiamos los mexicanos que sabemos lo terrible que ha sido su mal gobierno.
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