El ministro israelí de Transportes e Inteligencia, Israel Katz, presentó el 5 de noviembre de 2018 su proyecto de ferrocarril entre el Mediterráneo y el Golfo Pérsico. Se trata de construir una vía férrea que pasaría a través de Jordania, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y el sultanato de Omán.
Israel Katz ya había mencionado ese proyecto en abril de 2017. Pero esta vez lo presentó en el congreso mundial de la Unión Internacional del Transporte por Carretera (IRU, siglas en inglés), realizado en Omán. La IRU no es una agencia especializada de la ONU para el transporte ferroviario sino sólo un sindicato de transportistas por carretera (camiones y autobuses) que se ocupa de negociar las condiciones de circulación a través de las fronteras.
El anuncio del ministro israelí, que no se justificaba en el marco del congreso mundial de la URI, puede estar vinculado a la maniobra israelí de acercamiento diplomático a las monarquías del Golfo, maniobra cuyos principales pasos han sido hasta ahora el reciente viaje del primer ministro israelí Benyamin Netanyahu al sultanato de Omán y la visita de la ministro israelí de Cultura y Deportes a la mezquita Jeque Zayed, en los Emiratos Árabes Unidos.
El «Ferrocarril de la Paz», como lo ha llamado Israel, partiría del puerto israelí de Haifa (cuya explotación acaba de ser cedida al Shanghai International Port Group), atravesaría Arabia Saudita (el príncipe Mohamed ben Salman, heredero del trono saudita y ministro de Defensa, visitó en secreto Israel hace un año), y terminaría en Omán, donde el sultán Qabus –en plena crisis de Alzheimer– fingió recibir a Netanyahu.
El enviado de Estados Unidos para el Medio Oriente, Jason Greenblatt, afirmó en Twitter que «esos esfuerzos respaldan los nuestros», sugiriendo así que el proyecto ferrocarrilero de Israel está vinculado al «Deal del Siglo» anunciado por el presidente estadounidense Donald Trump.
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