Durante el encuentro “Diálogo Mediterráneo 2018”, realizado en Roma, el ministro de Exteriores de la Federación Rusa, Serguei Lavrov, señaló a los participantes que es imposible lograr la paz en Irak y Libia sin resolver la cuestión palestina.
En el pasado todos, incluso en Israel, estaban de acuerdo en que el conjunto de conflictos que hoy existen en el Medio Oriente sufren de alguna manera la influencia del más antiguo de todos: las circunstancias que rodearon el establecimiento del Estado de Israel. Sin embargo, los dirigentes israelíes que defienden las tesis de Vladimir Jabotinsky –como el primer ministro Benyamin Netanyahu– rechazan ese análisis y se empeñan en querer separar los problemas regionales unos de otros, retórica que ahora sigue Estados Unidos.
El presidente estadounidense Donald Trump espera alcanzar el restablecimiento de la paz en el Medio Oriente antes de terminar su mandato presidencial y ha puesto en manos de su consejero especial Jared Kushner la misión de elaborar un plan de solución llamado «el Trato del Siglo».
Jared Kushner llegó a dos conclusiones. Primero, que tanto los dirigentes israelíes como a los dirigentes palestinos están más interesados en preservar sus posiciones personales que en servir a sus pueblos. Y, en segundo lugar, que los palestinos –injustamente expulsados de su tierra en 1948– siguen sin aceptar el hecho que desde aquella época han perdido varias guerras y se niegan a aceptar las consecuencias de esas derrotas.
Teniendo en cuenta esos factores, Kushner ha elaborado un proyecto en interés de los pueblos pero que contradice los discursos de los dirigentes y viola los mitos de ambas partes. En todo caso, el anuncio de ese proyecto sigue posponiéndose.
Rusia se propone ahora adelantarse a Estados Unidos y organizar nuevas negociaciones entre israelíes y palestinos, en Moscú y bajo los auspicios de la ONU.
En la práctica, todas las negociaciones anteriores –desde hace 70 años– han fracasado porque se ha marginado a uno u otro de los protagonistas. Esta vez, el proyecto estadounidense está concebido en contra de Rusia y viceversa. La única conferencia que realmente arrojó un resultado fue la conferencia de Madrid porque Washington y Moscú la organizaron juntos. Pero el proceso iniciado en aquel momento se vio interrumpido por el fin del mandato presidencial de George Bush padre y la elección de Bill Clinton.
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