Con los eventos de las últimas semanas en el Valle de Cachemira, es importante hacernos unas cuantas preguntas geopolíticas. ¿Por qué precisamente en aquella región? ¿Por qué ahora? Y, ¿por qué particularmente entre Pakistán y la India?
La India y Pakistán están dando varios pasos importantes para salir del control que sobre ellos ejerce Estados Unidos. La India se está oponiendo a la compra de los sistemas de defensa S-400; y mantiene el comercio del petróleo con Irán. También está trabajando en la construcción del importante puerto iraní en Chabahar para contribuir en completar un camino casi privado de canales de transporte norte-sur.
Pakistán, bajo la dirección política del primer ministro Imran Khan, está intentando alinearse con China por sus fuertes inversiones en su One Belt One Road conocida también como Corredor Económico China-Pakistán [1]. También está en la primera línea en las reuniones entre rusos e iraníes para lograr una paz en Afganistán. Por estas razones, la administración estadunidense de Trump ha congelado las ayudas a Pakistán, bajo el pretexto de que este país no fue lo suficientemente capaz en la lucha contra el terrorismo. Esto ha provocado una guerra de declaraciones entre Trump y Khan, quien le ha recordado al magnate estadunidense que aquel poco e insignificante dinero que Estados Unidos ha enviado a Pakistán no representa nada frente a las pérdidas económicas y humanas que Pakistán ha sufrido.
Si existiera una sola posibilidad de paz entre India y Pakistán, sería –por cierto– en el contexto de unificación de los dos países a través un plan económico y de relaciones comerciales dignas y entre iguales, justo lo que el dragón chino está proponiendo con la Nueva Ruta de la Seda, y que, además, solucione el problema de la continua ocupación militar estadunidense y de la Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán.
Hay que decirlo una vez más. Todo lo que contribuye a encender las tensiones entre estos dos adversarios sirve sobre todo a los intereses nacionales del águila fascista del Norte, Estados Unidos; para sembrar su caos en su Guerra Sin Fin. El presidente Khan fue elegido justamente para sacar su país de ese pantano.
Parece que Khan está dispuesto a resistir las directrices de Trump, cuya política exterior en la región es la misma que desarrolló Barack Obama en su momento, aunque sí con métodos diferentes.
Pero el ataque terrorista del grupo Jaish-e-Mohammed, se da también, unos días después de que el príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman llegara al último momento a salvar el tipo de cambio de Pakistán con la promesa de un financiamiento de 10 billones de dólares para construir una planta petrolera saudí en el puerto de Gwadar –ahora propiedad de China.
Todo esto me hace volver al conflicto entre Armenia y Azerbaijan en 2016, cuando el secretario de Estado estadunidense de ese entonces, John Kerry, se encontraba con el respectivo líder de Azerbaijan, Ilham Alijev, y así se rompían 20 años de difícil paz.
John Bolton, consejero de Trump para la seguridad nacional, está ansioso de evitar que Trump dé la orden para retirar a los marines de Afganistán, luego de la desastrosa conferencia en Varsovia que se realizó contra Irán. Bolton, el secretario de Estado estadunidense Mike Pompeo, y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, tuvieron que irse sin haber logrado el apoyo internacional necesario. Aparte, de la sirvienta Polonia –siempre muy dócil a los intereses de las potencias imperialistas– Europa, en primer lugar Alemania, no aceptó las peticiones de Trump. Por eso Bolton está presionando a Pakistán para firmar un acuerdo de paz con los talibanes, algo que permitiría a Estados Unidos mantener la presencia de sus fuerzas armadas en la región.
Washington está presionando a Islamabad, con Arabia Saudita y Emiratos Árabes. Aquí la Casa Blanca mira hacia Pakistán, no para contener o derrocar definitivamente a los Talibanes, sino para cooptarlos a través un “acuerdo de paz” para que acepten ser otro peón militar estadunidense y poderlos utilizar en su ajedrez geopolítico imperial junto a otro peón en Erbil, la parte kurda de Irak, que colinda con las provincias kurdas en Irán. De acuerdo con el exembajador de la India en Pakistán, MK Bhadrakumar:
“Lo que los saudíes y los Emiratos Árabes esperan como follow-up en un futuro próximo” es una supuesta reactivación “de la tradicional ideología afgano-islamista de los talibanes en su visión típicamente ultranacionalista” afgano-céntrica y hacer prevalecer dentro de esa organización “su tendencia hacia la doctrina de los wahabies”, para poder así hacer posible la integración de los talibanes en la red yihadista global y convivir con otras organizaciones extremistas, las variantes del Estado Islámico o de Al-Qaeda. Lo anterio, con el objetivo de que los proyectos geopolíticos de Estados Unidos puedan activarse desde territorio afgano hacia regiones como Asia Central, el Cáucaso o Irán, y todo esto, bajo el liderazgo de los talibanes, la burguesía compradora afgana.
Bolton convenció a Trump de aceptar la retirada de una gran parte de las fuerzas de armadas estadunidenses de Siria, pero no antes de lanzar unos ataques aéreos contra el Ejército regular sirio del gobierno constitucional de Bashar Al-Asad y su eje de la resistencia Áabe, con el fin de permitir la retirada de las hordas de terroristas y mercenarios del Estados Islámico en Irak. Y todo esto para cumplir con la promesa de Trump en su campaña electoral, una guerra relámpago contra la República islamista de Irán.
Por lo tanto, al contestar a la pregunta del por qué la crisis entre India y Pakistán, lamentablemente, debemos considerar varias razones:
– Seguir sembrando el caos en esta región como fin estratégico de la política exterior estadunidense.
– El Estados Islámico se está retirando bajo los duros golpes del eje chiita de la resistencia en Siria, pero aún tenemos que combatir a Irán.
– Castigar a la India por haber tenido la osadía de abandonar su colaboracionismo con Estados Unidos.
– Debilitar el poder de Khan, ya muy difícil que controlar.
– Es una advertencia a China para que entienda que Estados Unidos está dispuesto a todo lo que sea para no perder su control en aquella región.
A todo esto, sumar las reuniones entre Corea del Norte y estados Unidos (Kim y Trump) y veremos cómo Estados Unidos se la está jugando para poder salir hegemónico no sólo en esa región sino a nivel mundial. Lo que se está poniendo en discusión son los proyectos estadunidenses para un nuevo orden unipolar (sin que le importe si se llega a un conflicto directo con China). En este sentido, Estados Unidos no tienen nada que perder encendiendo la región asiática entre potencias en conflicto. Imran Khan y el primer ministro de India, Narendra Modi, ambos, deben bajar sus tonos y acciones y en, este sentido, la devolución del militar indio detenido por Pakistán es un paso hacia la paz.
[1] Se trata del proyecto conocido como "Nueva Ruta de la Seda". Nota de la Red Voltaire.
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