Los secretarios de Marina Armada de México y de la Defensa Nacional no han presentado rigurosamente sus bienes. El de Marina sigue usando el helicóptero, para presentarse a sus oficinas. Ambos se transportan en aviones privados, y ambos están en la lista de quienes perciben mayores sueldos que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Están en esa lista, entre otros, el subsecretario de la Defensa, Dagoberto Espinosa Rodríguez, quien recibe 180 352 pesos mensuales; el subsecretario de Marina, almirante Eduardo Redondo Arámburo, con 174 000 pesos; Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, más de 145 000 pesos cada mes; el subsecretario de Gobernación, Zoé Robledo –hijo de quien fue desgobernador de Chiapas–, se embolsa más de 145 000 pesos mensuales; Cedric Iván Escalante Sauri, subsecretario de Infraestructura en Comunicaciones y Transportes, pasaditos 151 000, y Javier May Rodríguez, de Desarrollo de Bienestar, 142 000 y pico de pesos.
La información, que debemos al reportero Rivelino Rueda (El Financiero, 20 de febrero de 2019), nos hace saber que los lópezobradoristas nos han estado tomando el pelo, ya que cerca de 14 funcionarios reciben, pues, más alto salario que el fijado por López Obrador; y siguen tan campantes. Todos los que se subieron al carro de Morena, más por oportunismo que por convicción y que quien los encabeza aceptó como compañeros de viaje sexenal (si es que como ha repetido: “no me voy a reelegir”, como si la Constitución lo permitiera), cobran como priístas.
Por lo que queda claro que no hay congruencia. Don Andrés Manuel es, políticamente, bipolar; o como aquel dios griego, tiene dos caras: con una ve lo que le parece mal y con la otra apoya lo que le parece bien. Y es que no deberían sus funcionarios de la organización presidencial hacer lo que se les pega la gana; y además, en las propias narices del tabasqueño. Pues los mencionados tienen mayores salarios. Tal vez será porque no tienen esposas millonarias, como el mismo López Obrador.
Ahora sabemos que los funcionarios del lópezobradorismo, que trabajan mucho menos que los del Inegi, el INE, etcétera, se fijaron sueldos de élite y de corrupción. Y se las dan de honrados. Pero nadie les ha dicho que sus excepciones, con las de otros más, como el conflicto de intereses que ronda a casi todos los del primer círculo presidencial (es decir, a los que permanecen tras bambalinas en los “bla, bla, bla de madrugada… ¡cómo les gusta hablar y hablar!), daña al presidencialismo lópezobradorista. Y ahí están los nombres, para que los morenistas que atacan en las redes las libertades constitucionales de prensa para informar y criticar, no anden soltando sus andanadas a la Maduro, para tratar de intimidar. Pero es necesario ejercer esas libertades, pues son conquistas duramente ganadas por el pueblo, la sociedad, los indígenas ninguneados y víctimas de las burlas de López Obrador y sus incondicionales.
La imparcialidad lópezobradorista rápidamente se vuelve parcialidad para descalificar a los que oponemos contrapesos tratando de impedir que se sigan consumando los abusos del poder presidencial que han persistido en el pasado; y que el ahora flamante presidente tanto criticó. Y es que siguen los favoritismos y el despotismo, para privilegiar a los que se alinea con el todopoderoso inquilino de Palacio Nacional. Esto mientras desmantelan todas las guarderías de manera indiscriminada y clausuran los comedores para que los necesitados de ese servicio, como en Venezuela, deban ir a los transportes de basura a recoger comida podrida y contaminada.
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