La presentación en Bahrein del aspecto económico del «Trato del Siglo» para el Medio Oriente, encuentro organizado por Estados Unidos, no parece haber obtenido la participación concreta que Washington esperaba. La opinión pública árabe respalda el boicot anunciado por la Autoridad Palestina y los dirigentes árabes no se atreven a contradecir la posición de sus pueblos.
De hecho, la reunión de Bahrein no tuvo las características de una conferencia diplomática. El enviado especial del presidente estadounidense Donald Trump, su yerno Jared Kushner, lidereó un encuentro comparable a los de su empresa inmobiliaria, exponiendo el contenido de su plan con el apoyo de una presentación en Powerpoint y distribuyendo a los participantes un folleto promocional, entre otros puntos comunes con una simple operación de marketing.
Pero lo importante no estaba ahí. Al margen del “taller”, el ministro de Exteriores de Bahrein, Khalifa ben Ahmed al-Khalifa, rompió un tabú al conceder una entrevista al canal 13 de la televisión de Israel. Según ese ministro bahreiní, Israel es un Estado llamado a perdurar con el cual él desearía mantener relaciones pacíficas. Hasta ese momento, sólo dirigentes egipcios habían concedido declaraciones a una televisora israelí.
Es de público conocimiento que los dirigentes de las monarquías árabes del Golfo mantienen relaciones con el Estado hebreo –también lo son los viajes a Israel de personalidades como el heredero del trono saudita, el príncipe Mohamed ben Salman– aunque esos países no confirman oficialmente la existencia de esos vínculos.
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