El 6 de octubre de 2019, los mercenarios kurdos de Estados Unidos en los territorios sirios que la prensa occidental se empeña en designar como «Rojava» todavía custodiaban, por orden de Estados Unidos, 7 campos de prisioneros yihadistas, además de otros 8 campos de detención donde se encontraban las mujeres e hijos de esos terroristas.
Según las YPG –milicias armadas kurdas– habría en esos campos de detención 14 800 combatientes del Emirato Islámico (Daesh) y varios cientos de miles de civiles vinculados a esos elementos.
Hoy podemos revelar que los servicios secretos sirios habían solicitado a los países de origen de los yihadistas extranjeros hechos prisioneros por el Ejército Árabe Sirio que se hicieran cargo de ellos. Algunos de esos países aceptaron la propuesta siria y sus connacionales terroristas les fueron entregados, pero otros países –contrarios a la pena de muerte– pidieron a Siria… que los ahorcara. Por su parte, Francia solicitó a Siria que los yihadistas franceses fueran entregados a los kurdos, solicitud que Siria cumplió.
Tres días después del inicio de la operación turca en Siria, la Casa Blanca solicitó a los países miembros de la coalición contra Daesh que repatriaran a “sus” yihadistas prisioneros ya que las fuerzas estadounidenses iban a replegarse hacia Irak y que «Rojava» sólo era una ficción. Francia, Alemania y otros países rechazaron esa solicitud de Washington [1].
Las YPG anunciaron el 13 de octubre que, aprovechando la confusión causada entre los kurdos por la ofensiva turca, 785 miembros de familias de yihadistas lograron escapar del campo de prisioneros de Ain Issa.
[1] «Declaración de la Casa Blanca sobre los terroristas del norte de Siria», Red Voltaire, 6 de octubre de 2019.
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