El banco central del Líbano, Banque du Liban, instruyó a los principales bancos del país
– no distribuir entre los accionistas las ganancias correspondientes al año 2019
– e incrementar, antes del 31 de diciembre de 2019, sus fondos propios en un 10% en relación con las cifras correspondientes al 31 de diciembre de 2018.
Los fondos propios de los 16 principales bancos libaneses (Bank Audi, BLOM Bank, Société Générale de Banque au Liban (SGBL), Byblos Bank, Fransabank, Bankmed, Bank of Beirut (BOB), Banque Libano-Française (BLF), Creditbank, Crédit libanais, BBAC, IBL Bank, First National Bank (FNB), Lebanon and Gulf Bank, Lebanese Swiss Bank, Saradar) se elevaban a 22 000 millones de dólares, lo cual implica que la recapitalización debería alcanzar los 4 400 millones.
La agencia de calificación crediticia Fitch redujo la categoría de Audi Bank y de Byblos Bank de «CCC» a «CCC-» mientras que la calificadora de riesgo Moody’s degradó la deuda libanesa a «Caa2».
Al parecer, algunos bancos privados libaneses han realizado transferencias al extranjero a pesar de las instrucciones que había impartido el banco central del Líbano.
Aunque la prensa occidental sigue afirmando que la actual revuelta libanesa estalló como consecuencia de la adopción de un nuevo impuesto, es importante señalar aquí que la verdadera causa de las protestas fue la falta de liquidez de los bancos y que el impuesto en cuestión fue sólo una medida adoptada para tratar de enfrentar el problema.
La falta de liquidez de los bancos libaneses es provocada a su vez por las restricciones estadounidenses tendientes a cortar el financiamiento del Hezbollah por parte de la diáspora libanesa –no desde Irán. Debido a esas restricciones estadounidenses, las ganancias de los 16 bancos más importantes del Líbano cayeron en un 6,6% durante el primer semestre de 2019.
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