Estimadas damas y caballeros:
Este año celebramos el 75º Aniversario de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial. Es de lamentar que este aniversario venga acompañado por los intentos de tergiversar burdamente la Historia, de igualar a los verdugos nazis y a los libertadores de Europa. Dejemos que estos intentos sean cargo de conciencia para sus promotores. Nada ni nadie puede minimizar el papel decisivo del Ejército Rojo, así como de todos los pueblos de la Unión Soviética en la derrota de los nazis. Al mismo tiempo, siempre tendremos presente el ambiente de alianza que reinó en los años de aquella Guerra, la capacidad de los Estados de unirse en aras de la lucha contra una amenaza común, a pesar de las discrepancias ideológicas existentes entre los mismos.
Una unidad de esta envergadura es lo que nos hace falta hoy, momento, en el cual las amenazas y los riesgos son más graves que nunca en toda la Historia de posguerra. Estamos presenciando el derrumbe del sistema de acuerdos en la esfera de la seguridad estratégica y la no proliferación, se está reduciendo el umbral del uso de las armas nucleares, se van multiplicando las crisis regionales, se están pisoteando las normas del derecho internacional, también con el uso de la fuerza y la injerencia en los asuntos internos de Estados soberanos, la introducción de sanciones ilegales y de severas medidas proteccionistas que minan los mercados mundiales y el sistema comercial. Lo que está ocurriendo es, por así decir, la barbarización de las relaciones internacionales y está degradando el hábitat de los humanos.
Se necesita un intercambio de opiniones directo y honesto sobre cómo preservar la paz para las futuras generaciones. El Presidente de Rusia, Vladimir Putin, propone iniciar tal conversación entre los Jefes de Estado de los países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Me gustaría subrayar de entrada que no se trata de crear un nuevo club de acceso restringido, donde a puerta cerrada se tomen decisiones sobre el futuro de la humanidad. Nuestra idea consiste en que los cinco Estados que, de acuerdo con la Carta de la ONU, asumen especial responsabilidad por el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, muestren su voluntad política y redacten recomendaciones en aras del saneamiento del ambiente de la comunicación internacional y la recuperación de la confianza entre todos los países.
La crisis de la confianza se hace notar especialmente en los asuntos europeos, se están fomentando las tensiones, está expandiéndose hacia el este la infraestructura de la OTAN y realizándose cerca de las fronteras rusas unas maniobras de envergadura sin precedentes. Los presupuestos para gastos militares se están inflando sobremanera, siendo fruto de todo ello la impredecibilidad. Está renaciendo en este “hierro” la estructura del enfrentamiento de la Guerra Fría. Antes de que sea tarde, es necesario renunciar al fomento del fantasma de la “amenaza rusa” y de cualquier otra amenaza, apostando por los factores que nos unen.
El punto de partida para tal diálogo debería seguir siendo el principio de una seguridad paritaria e indivisible proclamado, me permitiré recordarlo, al más alto nivel en tales documentos fundamentales como el Acta Final de Helsinki de 1975, la Carta de París para una nueva Europa y la Declaración de la Cumbre de Astaná de 2010.
En las condiciones actuales es imposible garantizar la estabilidad de la región euroatlántica, sin recurrir a una cooperación realmente global en la lucha contra el terrorismo internacional, la migración ilegal, el tráfico de personas y otros retos transfronterizos. Muchos de ellos alcanzaron una envergadura alarmante, debido a unos conflictos sangrientos que azotan Oriente Próximo y en África del Norte. La comunidad internacional a de crear condiciones propicias para que los propios pueblos de los países de la región den solución a sus problemas a través de un diálogo nacional inclusivo, sin que haya cabido a la injerencia externa. Considero inadmisible que el territorio de dichos países sea convertido en el espacio de enfrentamiento geopolítico y de ajuste de cuentas y se recurra a los terroristas, para alcanzar intereses geopolíticos egoístas.
Guiándose por los principios del derecho internacional, Rusia seguirá propiciando el arreglo en Siria alcanzado en el marco del formato de Astaná y de los mecanismos de la ONU, fomentando la aproximación de las posturas de las partes enfrentadas en el conflicto libio, dado que es la única manera de recuperar la condición de Estado de dicho país destruida por la OTAN. La Estrategia de la seguridad colectiva en la zona del Golfo Pérsico se plantea lograr una normalización sostenible de la situación en la región. Y, por supuesto, seguiremos promoviendo una postura sopesada con respecto a la búsqueda de una solución justa para el conflicto palestino-israelí, dados los existentes acuerdos internacionales. Continuaremos sosteniendo que es inadmisible la sustitución de las decisiones jurídicamente vinculantes tomadas acerca del programa nuclear iraní por sanciones unilaterales e ilegales.
No se puede permitir que el avance de las tecnologías afecte de manera negativa a la estabilidad global. Van encaminadas a prevenirlo las iniciativas, cuyo objetivo es evitar la carrera armamentista en el espacio cósmico y la militarización del espacio cibernético. Estamos dispuestos a trabajar de manera conjunta en otros problemas acuciantes de la agenda internacional del momento, entre los que se encuentran las amenazas epidemiológicas. Dada esta circunstancia, me gustaría subrayar la actitud abierta y responsable de China con respecto a la cooperación internacional en la lucha contra la propagación del coronavirus.
Me gustaría volver a subrayar que la envergadura de los retos globales es tan extensa que los Estados serán capaces de combatirlos, únicamente uniendo sus esfuerzos y respetando invariablemente los principios de una cooperación realmente multilateral. La misma ve de dificultada por los intentos de imponer las reglas de uno, de “privatizar” las Secretarías de los organismos internacionales. Un ejemplo flagrante de ello es la situación que se vive en el marco del Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
Es importante que pongamos coto a estas tendencias peligrosas y volvamos a confirmar de manera inequívoca los principios recogidos en la Carta de la ONU, incluida la igualdad soberana de los Estados y la no injerencia los asuntos internos. Es necesario que todos los principios de la Carta de la ONU sean respetados en la misma medida tanto por los países miembros, como por la dirección de la ONU y de otros organismos internacionales.
Junto con la ONU, son solicitados para la administración global los mecanismos multilaterales y flexibles que promueven una agenda positiva e intentar equilibrar los intereses. Son los G-20 y BRICS, cuya composición refleja la diversidad de culturas y civilizaciones del mundo actual.
Están haciendo su aportación a la elaboración de posturas constructivas con respecto a los problemas de la región euroasiática la OCS, la UEEA, la CEI, la OTSC. El Presidente de Rusia, Vladimir Putin, formuló la idea de la creación de la Gran Asociación Euroasiática que esté abierta para todas las asociaciones y Estados de nuestro enorme continente común, incluidos los países miembros de la Unión Europea.
Estimados colegas:
Rusia siempre ha estado y sigue estando en contra del uso de la fuerza, abogando por el uso de las vías diplomáticas en la superación de las discrepancias, cuya aparición, reconozcámoslo, en rasgos generales, se debe a la propia naturaleza humana. La paz nunca ha sido una cosa fácil de conseguir, son necesarias para ello esfuerzos permanentes y a menudo intensísimos.
Andréi Sájarov, destacado científico que trabajó en la esfera de la física nuclear, Premio Nobel de la Paz, dijo en cierta ocasión: “Una guerra convencional puede acabar en una guerra nuclear, mientras que la propia guerra convencional es fruto de la política”. Es una opinión muy certera. Los diplomáticos, los políticos, toda la comunidad internacional, incluidos los aquí presentes tienen la responsabilidad de preservar la paz. Estoy convencido de que, si es demostrada una actitud sensata, somos capaces de lograrlo.
Pregunta (traducida del inglés): Estamos todos preocupados con la situación en Idlib, pero me gustaría preguntar sobre otro tema, las relaciones entre Rusia y Turquía que en cierto modo representan un enigma para mí. ¿Qué definición ofrecería a estas relaciones, son Rusia y Turquía países aliados o países rivales?
Respuesta: ¿Es un enigma, como quien dice, “envuelto en secreto y colocado dentro de un rompecabezas”?
Tenemos muy buenas relaciones con Turquía. Ello no quiere decir, sin embargo, que tengamos que mostrarnos de acuerdo en todo. Considero que en general en las relaciones entre dos países no puede haber concordia absoluta en ningún tema. De haberla, podría con mucha posibilidad ser fruto de presión por parte de uno de ellos.
El conflicto sirio estalló durante la llamada “primavera árabe”, cuando fue destruida Libia, balanceó al borde del abismo Túnez y toda una serie de los países de la región. Al asediar en verano de 2015 Damasco los extremistas y los terroristas, nadie se planteó ningunas normas humanitarias ni proceso político, todos estaban pendientes del desenlace militar, cuyo resultado fuera el derrocamiento del Gobierno de Bashar al-Asad. Rusia reaccionó a la llamada de auxilio por parte de este Gobierno legalmente elegido. Ahora hemos logrado ayudar al Gobierno sirio y a las Fuerzas Armadas sirias a revertir esta situación, antes que nada, en la lucha contra el terrorismo.
En una etapa determinada apostamos por la ONU en la solución de dicha crisis. Fue creado proceso de Ginebra, en el cual participé en persona, junto con el entonces Secretario de Estado de EEUU, John Kerry. Las negociaciones transcurrían sin demasiados éxitos, sin lograrse ningún resultado positivo. Más tarde nuestros interlocutores de la ONU decidieron posponer las reuniones de este formato para mejores tiempos. Al darnos cuenta de que corríamos el peligro de no salir nunca de aquel atolladero, Rusia, Turquía e Irán formularon la iniciativa de promover bajos sus auspicios un proceso político. Moscú propuso que no participaran en el mismo los emigrantes que residían en otras capitales, sino las personas que tenían influencia real en la gente que combatía contra el Ejército sirio. Lo conseguimos y el proceso de Astaná empezó a funcionar. Les estamos muy agradecidos a Kazajstán, por facilitar con hospitalidad un espacio en su capital. No me gustaría mostrarme demasiado seguro, pero, a falta de otros ejemplos, sigue siendo la herramienta más eficaz de la asistencia a la ONU en el avance hacia los objetivos estipulados en la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU.
No es nada sencillo, nada que Rusia, Irán y Turquía tienen objetivos muy distintos con respecto a Siria y a toda la región. No me gustaría entrar en detalles, todos entendemos a qué me estoy refiriendo. Nos unimos en nuestro deseo de no permitir la destrucción de la República Árabe de Siria, cuna de numerosas y grandes religiones y civilizaciones, donde a lo largo de siglos y milenios coexistieron los musulmanes, los cristianos y los representantes de otras confesiones, el deseo de garantizar que reine la paz en Siria y que sea iniciado el diálogo político. Logramos hacerlo, ayudando a la ONU a iniciar un proceso que está en marcha en estos momentos en el marco del Comité Constitucional. Fue formado y empezó sus actividades todavía a finales de 2018. Sin embargo, todos conocemos la historia de este asunto: nuestros interlocutores occidentales de hecho formularon a la ONU un ultimátum exigiendo que no apoyara las propuestas presentadas por el Gobierno y la oposición sirias. Un año entero se fue en disputas absurdas sobre dos o tres apellidos que por alguna razón no les gustaban a nuestros interlocutores occidentales.
Perdimos un año y en la actualidad la situación habría podido ser diferente. Sin embargo, no guardamos rencor a nadie e intentamos guiarnos por los hechos reales. Y los hechos reales son los siguientes: persuadimos a todos los indecisos de que se diera “luz verde” a dicho Comité que celebró dos temporadas de sesiones, estando preparándose ahora la tercera. Hoy me he reunido con el Enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen. No hacemos un drama de los ritmos del funcionamiento del Comité, pero tampoco queremos dar la impresión de que funcionará eternamente. Lo importante es que los sirios lleguen a acuerdos entre ellos.
Y en este sentido nuestras relaciones con Turquía tienen mucha importancia, dadas las posibilidades que tienen Rusia e Irán también, al contactar con los altos cargos sirios y las posibilidades que tiene Turquía de influir en la oposición y en los grupos armados que combaten “sobre el terreno”. Me gustaría señalar que estamos interesados en que una influencia positiva en la oposición fuera ejercida por otros países que contactan con la misma, en primer lugar, las monarquías del Golfo Pérsico. Nuestro objetivo es mancomunar los esfuerzos y propiciar la creación de las condiciones que ayuden a los sirios trabajar con comodidad.
Me gustaría señalar otro detalle que está relacionado con Idlib que ha mencionado en su pregunta. Es el hecho de ser inevitable la victoria contra el terrorismo. Ya en varias ocasiones nuestros interlocutores estadounidenses anunciaron haber superado al Estado Islámico y erradicado como tal el terrorismo en Siria y en Iraq. Sin embargo, más tarde la “hydra” vuelve a levantar la cabeza. Es necesario tener en cuenta que, además del Estado Islámico, están el Frente al-Nusra que se llama ahora Heyat Tahrir al-Sham. Ambos grupos fueron catalogados por el Consejo de Seguridad de la ONU como grupos terroristas. En estos momentos tienen bajo su control la mayor parte de la zona de seguridad de Idlib, lo que representa un gran problema. Es uno de los últimos focos del terrorismo, por lo menos en la orilla oeste del Éufrates.
Me he reunido hoy con mi homólogo y amigo turco, Ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu. Los acuerdos alcanzados por Rusia y Turquía suponen el cese de las hostilidades, la creación de una zona desmilitarizada, pero lo más importante es que es necesario diferenciar entre la oposición y los terroristas. Dichos acuerdos de ninguna manera suponen la renuncia a una lucha implacable contra los grupos terroristas. Es una tarea difícil, dado que los mismos intentan usar a la población civil como escudo humano. Lo hemos visto en el tristemente famoso campo de refugiados Rukhban y el al-Hawl que se encuentra bajo el control de las unidades kurdas que cooperan con EEUU, además de en otras regiones del mundo. La tarea es difícil, pero los contacto que mantienen Rusia y Turquía a nivel de expertos, diplomáticos, militares, servicios de seguridad se siguen manteniendo, para que se logre cumplir con los mencionados acuerdos con respecto a Idlib. Los próximos contactos serán mantenidos la semana que viene.
Pregunta (traducida del alemán): Creo que sus declaraciones con respecto a Siria no son del todo convincentes. ¿De qué manera quiere el Gobierno ruso garantizar la soberanía de Siria, mientras que las tropas de Turquía están presentes en Adlib, Afrin y otras regiones del norte del país? Todo parece indicar que se quedarán allí mucho tiempo. No me parecen convincentes sus declaraciones.
Respuesta: Es una pregunta sencilla. No hacemos lo que hacemos en Siria para convencerle. Usted es periodista, si no me equivoco. Está en su derecho de hacerse su propia idea de los acontecimientos. Hacemos “sobre el terreno” lo exigido por la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU. Además de otros detalles, garantiza la soberanía y la integridad territorial de la República Árabe de Siria. No es Rusia la que debe garantizar la soberanía de Siria, lo está garantizando el Consejo de Seguridad de la ONU.
Además del problema de Idlib, la principal dificultad consiste en lo que ocurre en la orilla este del Éufrates, donde esta soberanía es pisoteada burdamente, donde son creados organismos de poder paralelos con evidente orientación al separatismo. Lo comentamos con regularidad con nuestros interlocutores estadounidenses que siguen presentes en la zona.
Ya he mencionado los problemas de Rukhban y al-Hawl, los de Al-Tanf. Ello presenta una amenaza para la soberanía de la República Árabe de Siria. Actuamos en estricta correspondencia con las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU. Lo primero es la lucha contra el terrorismo, la solución de los problemas de carácter humanitario y la asistencia al retorno de los refugiados. Dicho sea de paso, la Unión Europea se niega en rotundo a participar en la creación de condiciones idóneas para el retorno de los sirios a sus casas, por esperar un progreso real en el proceso político. Antes la condición formulada el inicio de las labores del Comité Constitucional. El organismo empezó a trabajar, pero no vemos ninguna ayuda al retorno de los refugiados por parte de la UE.
Otra esfera que figura en las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU es la reforma constitucional y el proceso político. Para ello fue creado el Comité Constitucional. Junto con Turquía e Irán ayudamos a los sirios a llegar a un acuerdo sobre este muy importante mecanismo. Eso es lo que estamos haciendo. Y usted ya verá, si le parece convincente o no. Estamos acostumbrados a que nos critiquen. Las críticas ayuda a buscar soluciones creativas. Esperaremos sus evaluaciones y consejos constructivos.
Pregunta (traducida del inglés): Veo una cierta consecuencia en lo que dice sobre Siria, al ser mencionada la integridad y la soberanía. Sin embargo, si hablamos de Libia, veremos que Rusia no apoya al Gobierno reconocido, pero apoya al mariscal Khalifa Haftar, lo que conducirá directamente a la escisión del país. Mi pregunta es, ¿qué objetivos persigue Rusia en Libia realmente, dado que apoya a la parte que conduce al país a la desintegración?
Respuesta: Me veo obligado a no mostrarme de acuerdo, porque el mariscal Khalifa Haftar y el Ejército Nacional Libio que dirige fueron reconocidos por el Consejo de Seguridad de la ONU como una de las partes enfrentadas en el conflicto. Es un hecho confirmado en la reciente Conferencia de Berlín para Libia. Luego el Consejo de Seguridad de la ONU aplaudió los resultados de la Conferencia de Berlín y llamó al Primer ministro del Gobierno nacional, Fayez al-Sarraj, a proceder a resolver la no observancia del régimen del cese de las actividades, cumplir los acuerdos relativos a la vida económica del país y al proceso político (preparativos para las elecciones, la Constitución, etc). Es por eso porque Khalifa Haftar no es símbolo del separatismo, sino una parte del conflicto libia reconocida como tal por la comunidad internacional, incluidos los participantes en la Conferencia de Berlín para Libia y el Consejo de Seguridad. Es parte del conflicto que empezó con la destrucción del Estado llamado Libia como consecuencia de una acción completamente ilegal emprendida, como seguramente recordará, por la OTAN en 2011.
Respondiendo a su pregunta sobre qué estamos haciendo en Libia, le diré que intentamos ayudar a los libios, junto con otros países, a reconstruir lo que fue destruido como resultado de una burda violación de los principios recogidos en la Carta de la ONU. En breve se lo acabo de exponer.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter