Tengo el honor de referirme a la declaración que hiciera el Ministro de Relaciones Exteriores de la administración chipriota griega de Chipre del Sur [1], Nikos Christodoulides, en la reunión de alto nivel organizada según la fórmula Arria por el Consejo de Seguridad [de la ONU] el 8 de mayo de 2020 sobre el tema «75 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial en suelo europeo – Lecciones de la historia sobre la prevención de nuevas atrocidades, responsabilidad del Consejo de Seguridad », que incluía alegaciones mentirosas sobre diversas cuestiones relativas a Chipre. Como la parte greco-chipriota acostumbra a aprovechar cualquier oportunidad para deformar los hechos relativos a la cuestión de Chipre en todas las instancias internacionales donde la parte turco-chipriota está privada de representación, me veo en la obligación, una vez más, de dirigirme a usted por escrito para restaurar la verdad.
De entrada, es conveniente subrayar que nada justifica en los hechos históricos el intento tendiente a presentar la cuestión de Chipre como un caso de «ocupación» por parte de Turquía. La verdad es simple y puramente que el problema de Chipre apareció en 1963, cuando el ala greco-chipriota de la República de Chipre, establecida en 1960 por tratados internacionales, trató de imponer su voluntad política a los chipriotas turcos por la fuerza de las armas con vista a transformar la República binacional en una entidad chipriota griega. Así lo admitió, por cierto, el dirigente greco-chipriota de entonces, Glafcos Clerides, en sus memorias tituladas «Cyprus: My Deposition», al explicar que la preocupación de los greco-chipriotas era hacer de Chipre un Estado chipriota griego con una minoría turca protegida (vol. 3, página 105). Esa mentalidad todavía prevalece hoy, como puede verse en la negativa de los responsables greco-chipriotas a compartir el poder y las riquezas con la parte turco-chirpriota, así como su rechazo de la igualdad política y de una real participación.
Como resultado de la ofensiva de los chipriotas griegos, en diciembre de 1963, los chipriotas turcos, eso es sabido, fueron expulsados por la fuerza de todos los órganos del Estado y sometidos a una brutal campaña de limpieza étnica. Cientos de civiles fueron asesinados y miles fueron convertidos en refugiados sin techo. Fue ante esas atrocidades cometidas contra los chipriotas turcos que la Fuerza de la ONU encargada de mantener la paz en Chipre fue desplegada en 1964.
Por su parte, Turquía intervino en Chipre después del golpe de Estado de 1974, realizado por los greco-chipriotas y los griegos con vista a anexar la isla. No se debe olvidar que el 19 de julio de 1974, en su alocución ante el Consejo de Seguridad, el arzobispo Makarios presentó el golpe de Estado como una «invasión» por parte de Grecia. La intervención turca tuvo lugar en un contexto marcado por 11 años de una campaña de opresión sistemática contra los turco-chipriotas por la parte griega. Conviene igualmente recordar que ninguna de las resoluciones del Consejo de Seguridad sobre Chipre describe la intervención legítima y justificada de Turquía en 1974, realizada de conformidad con el Tratado de Garantía de 1960, como una «invasión» ni califica de «ocupación» la ulterior presencia de tropas turcas en la isla. Tales alegaciones son simplemente mentiras fabricadas por la parte greco-chipriota para deformar los hechos y la realidad histórica de la isla y seguir reescribiendo su historia, costumbre establecida desde hace tiempo. De hecho, la única ocupación que se menciona en Chipre es la ocupación persistente, por la parte greco-chipriota, de la sede del Gobierno de la República binacional de Chipre, desde hace 56 años.
Hoy, la parte greco-chipriota aplica una nueva política de usurpación, ahora en lo tocante a los derechos del pueblo turco-chipriota como copropietario de los recursos en hidrocarburos que se hallan alrededor de la isla. Las actividades de exploración y explotación de hidrocarburos emprendidas unilateralmente han dado origen a una intensificación del conflicto y a un resurgimiento de la tensión en la isla y en torno a ella. Es asombroso oír al señor Christodoulides hablar de actos que «comprometen gravemente la paz y la seguridad» en el este del Mediterráneo, cuando los responsables greco-chipriotas rechazan categóricamente todas las propuestas de cooperación y de desescalada presentadas por la parte turco-chipriota sobre ese asunto, siendo la más reciente y completa la presentada el 13 de julio de 2019. Conviene subrayar que son las actividades emprendidas de manera unilateral e ilegal en el Mediterráneo por la administración del señor Christodoulides las que ponen gravemente en peligro la paz y la seguridad. La parte turco-chipriota, copropietaria de los recursos en hidrocarburo que se hallan alrededor de la isla, como lo reconoce la comunidad internacional, no hace más que proteger sus derechos y sus intereses, en colaboración con Turquía, ante las violaciones cometidas por la parte greco-chipriota.
En este sentido, creo necesario recordar a los miembros del Consejo de Seguridad que el Secretario General, en su último informe sobre la Operación de las Naciones Unidas en Chipre (S/2020/23), y el Consejo, en su Resolución 2506 (2020), han pedido a las partes cooperar sin dejarse detener por consideraciones políticas como el reconocimiento o el no reconocimiento, que no constituyen un obstáculo imposible de rebasar. Esos llamados a la cooperación muestran sin la menor duda que debe instaurarse una cooperación sin esperar a un arreglo negociado y que el pretexto que los responsables greco-chipriotas invocan para hacer desde hace años una propaganda arcaica hostil a la comunicación directa y la cooperación carece de fundamento. Conviene recordar que sólo a través de la comunicación directa y la cooperación las partes aprenderán a trabajar juntas, a instaurar un clima de confianza y de interdependencia y a construir una relación sana, elementos indispensables para todo arreglo negociado en la isla, pero también para la paz, para la estabilidad y para la seguridad de la isla y de la región. Por consiguiente, quiero creer y esperar que la comunidad internacional exhortará la administración greco-chipriota a cooperar con la parte turco-chipriota sobre la cuestión de los recursos en hidrocarburos hallados alrededor de la isla.
Le agradecería que haga usted circular el texto de la presente carta como documento del Consejo de Seguridad.
[1] Se refiere a la República de Chipre, Estado soberano, miembro pleno de la ONU y miembro de la Unión Europea. La “República Turca del Norte de Chipre”, en cambio, sólo cuenta con el reconocimiento oficial de Turquía. Nota de la Red Voltaire.
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