El relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Irán, Javaid Rehman, solicitó formalmente la apertura de una investigación sobre las masacres de 1988 en ese país y sobre el papel que el nuevo presidente, Ebrahim Raissi, pudo haber desempeñado en ellas.
A mediados de 1988, al final de la guerra que Irak –estimulado por varias potencias occidentales– inició contra Irán, el imam Khomeini emitió una fatwa [1] condenando a muerte a los iraníes que habían luchado voluntariamente al servicio del agresor iraquí.
Un tribunal de excepción iraní interpretó aquella decisión del imam Khomeini como una carta blanca para ejecutar a todos los miembros de los Muyahidines del Pueblo y a militantes de partidos de izquierda.
El ayatola Hossein Alí Montazeri, a quien se había anunciado como sucesor del Guía Khomeini, trató inútilmente de oponerse a ese tribunal resaltando que este último estaba ampliando arbitrariamente el verdadero alcance de la fatwa.
Durante 15 días aquel tribunal condenó varios miles de personas que inmediatamente eran ahorcadas o pasadas por las armas. Según diferentes estimados, el número de ejecutados se situaría entre 2 500 y 30 000.
Por definición, los colaboradores iraníes que se habían unido al ejército iraquí ya no podían hallarse en territorio iraní. En realidad, la fatwa del imam Khomeini estaba dirigida sólo contra los que habían sido hechos prisioneros en el campo de batalla.
Ebrahim Raissi, recientemente electo presidente de la República Islámica de Irán, fue juez asesor de aquel tribunal de excepción.
Meses después, el ayatola Montazeri fue destituido, el Guía Khomeini falleció en junio de 1989, el ayatola Khamenei se convirtió en su sucesor y aún sigue dirigiendo el país como Guía de la Revolución Islámica.
[1] Una fatwa es un veredicto emitido por una autoridad eclesiástica islámica. Nota de Red Voltaire.
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