La presidencia ucraniana denunció presuntos crímenes rusos luego del descubrimiento de una «fosa común» en Izium, ciudad recuperada por Kiev.
La mayoría de los Estados occidentales han emitido protestas y, como presidente de turno del Consejo de la Unión Europea, Chequia exige la creación de un Tribunal Penal Internacional.
Parece que los viejos trucos siguen funcionando.
En 1989, durante el derrocamiento de Ceausescu en Rumania, Occidente se escandalizó ante el descubrimiento en Timisoara de una «fosa común» con cuerpos de «víctimas del régimen». Pero luego resultó que se trataba en realidad de cadáveres que habían sido sacados de una morgue para montar una operación de propaganda tendiente a demonizar el régimen derrocado.
Esta vez se trata de un cementerio de campaña donde el ejército ruso fue enterrando, uno a uno, 440 soldados ucranianos cuyos cuerpos habían sido abandonados por sus compañeros en el campo de batalla.
Lo que deberían preguntarse los medios de Occidente es ¿por qué ciertas unidades ucranianas no recogen los cuerpos de sus propios soldados?
Eso ya lo explicamos aquí. Como seguidores de la mística del filósofo ucraniano Dimitro Dontsov (1883-1973), los «nacionalistas integristas» ucranianos se consideran descendientes de los varegos, una tribu vikinga de Suecia, y estiman que están participando en una primera batalla del Bien contra el Mal. Según su ideología, las Valkirias van a bajar al campo de batalla para recoger los mejores guerreros caídos e incorporarlos al «Ejército del Crepúsculo» que librará la batalla final contra los rusos.
En otras palabras, para los «nacionalistas integristas» ucranianos abandonar sus muertos en el campo de batalla es dejarlos a la disposición de las Valkirias que van a llevarlos al Valhalla, donde esperarán el momento de participar en la «Batalla Final».
«Ucrania: La ideología de los banderistas», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 21 de junio de 2022.
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