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Cuestiones nucleares
Desde que el presidente Truman decidió lanzar dos bombas atómicas sobre Japón para demostrar a los soviéticos la superioridad militar de Estados Unidos y convencerlos de que no debían volverse contra los anglosajones al término de la Segunda Guerra Mundial, ha habido numerosas iniciativas destinadas a disuadir a Washington de ordenar una repetición de aquellos crímenes. La URSS se dotó de su propia bomba, abriendo así el camino a la proliferación, mientras que los Estados neutrales militaban, por el contrario, a favor de un mundo sin armas nucleares. Se impusieron tratados internacionales que consagran la ventaja estratégica de las grandes potencias y prohíben a las pequeñas todo intento de dotarse de las mismas armas. Estos tratados están siendo utilizados con fines políticos, para acusar –con razón o sin ella– a los Estados que no aceptan la sumisión (Irán, Corea del Norte) y proteger a los socios (Israel, India-Pakistán). En el contexto de la crisis económica estadounidense, el presidente Obama anunció una reactivación de las negociaciones a favor de un mundo sin armas nucleares. Pero numerosas regiones del planeta ya están contaminadas, ya sea porque sirvieron de polígono de pruebas o por haber sido teatro de combates con municiones de uranio empobrecido.