Ni la más radical movilización callejera de ABAP, ni las críticas de la poca prensa no contratada en las planillas de publicidad de la Alcaldía, impidieron que el alcalde Terceros y su oficial Tavel consumen este atentado contra la sensibilidad estética de los cochabambinos.
Finalmente el alcalde Gonzalo Terceros y su oficial mayor de cultura Oscar Tavel hicieron realidad el sueño de Andrés Gavilano, pagado con los dineros de la Alcaldía, por supuesto.
Un día que llegó a Cochabamaba como turista, Andrés pasaba por la Plaza de las Banderas, a media cuadra del estadio Félix Capriles, y soñó que ahí debía lucirse su obra maestra, esa que lo consagraría como el Guissepe Praino andino. Entonces decidió cumplir su sueño dorado a toda costa. Entabló relaciones con una influyente dama (su mejor obra estética), aprovechó las amistades de la mencionada con Oscar Tavel, forjada a plan de cenitas en el restaurante Suiza, y dijo "aquí pondré mi Diversidad en Equilibrio aunque me cueste la cordura". Y así fue.
Del "bombón" al "chaly"
La Plaza de las Banderas era un hermoso espacio público que coronaba el Paseo de El Prado, en la frontera con la avenida Libertador Bolívar, exhibiendo una fuente luminosa diseñada por el escultor cochabambino César Terrazas con un criterio conceptual ligado al nombre de esta plaza, más ornamental que "intelectual", y por eso mismo era el sitio preferido de los recién casados, especialmente gente del pueblo, que solían tomarse su primera foto de matrimono después de la boda, todos los sábados al caer la tarde, posando delante de aquella fuente cuyos chorros iluminados de agua brindaban un fondo espectacular. Corría la voz de que sacarse una foto en la Plaza de las Banderas era un augurio para la felicidad de los recién casados. La destrucción de esta fuente para dar lugar a la escultura de Gavilano abolió esta bella tradición urbana. Ahora la gente cree que con la nueva escultura, esta plaza es "kjencha".
Cuando el alcalde Terceros decidió destruir la fuente luminosa para imponer la escultura de marras, lo hizo no solamente convencido (por Tavel y Gavilano) que aquella "obra maestra" incrementaría el flujo turístico a Cochabamba. Lo que motivó a Terceros fue su afán de "desmarcarse" de la gestión y el estilo de Manfred Reyes Villa, a la que él mismo considera fue un periodo de corrupción, pretendiendo diferenciarse del manfredismo con el sueño de imponer "la era del chalismo" (así como a Reyes Villa le decían "bombón", a Terceros le encanta lucir televisivamente su mote de "Chaly").
La Plaza de las Banderas fue construida por Terrazas (coautor del Cristo de la Concordia) durante la primera gestión edil de Reyes Villa, con un costo aproximado de 25.000 dólares. La obra de Gavilano cuesta mucho menos pero implicó una erogación perdidosa para la Alcaldía al haberse desmantelado innecesariamente una obra que ya formaba parte del paisaje estético cochabambino. Tavel inventó la disculpa de que los sistemas de drenaje de la fuente ya estaban "obsoletos".
La resistencia de Abap
Al comenzar el invierno de este año, los obreros municipales iniciaron el desmantelamiento de la fuente.
La reacción ciudadana fue inmediata. La Asociación Boliviana de Artistas Plásticos (Abap), filial Cochabamba, y el Colegio de Arquitectos de Cochabamba intentaron frenar la demolición de la fuente intentando dialogar con las autoridades; pero Terceros y Tavel, utilizando un cínico despliegue mediático, afirmaban que la destrucción de la fuente obedecía a "criterios técnicos" y que la oposición de Abap ocultaba un "trasfondo político" para "desestabilizar al gobierno municipal".
Legalmente, la Alcaldía no había cumplido los requisitos mínimos para adjudicar la obra de Gavilano. Ante esa observación de Abap, Tavel lanzó una "invitación pública" a través de la prensa, el 12 de mayo del 2002, convocando a los artistas a presentar una obra alusiva a la pluriculturalidad "existente y lista para su emplazamiento" en un plazo de 9 días, es decir hasta el 21 de mayo del mismo año. Obviamente el único que tenía lista la obra con todas las "especificaciones" señaladas era Andrés Gavilano, el genio.
Ni la más radical y furiosa movilización callejera de Abap y del Colegio de Arquitectos, ni las críticas de la poca prensa no contratada en las planillas de publicidad de la Alcaldía, ni siquiera los reclamos del propio Concejo Municipal, impidieron que el alcalde Terceros y su oficial Tavel consumen este atentado contra la sensibilidad estética de los cochabambinos.
Homenaje a la salteña
El 14 de septiembre pasado, un grupo de intelectuales y "wisthu vidas" cochabambinos entre ellos Roberto Prada, Coco Mayorga, Beto Toranzo, W. García Mérida, Titi Vargas, Carlos Canelas M., Turi Torrico, Gonzalo Vargas, Mauricio Requena, Hugo Peñaranda, Lucho Ávila, Gino Ríos, Ubaldo Anze, Chura Gonzáles, Marcelo Salinas Irigoyen entre muchos otros, reunidos en el solar de "Doña Berta", leyeron en voz alta e hicieron suyo un manifiesto publicado ese día en el diario Opinión por el escritor y poeta Juan Cristóbal MacLean.
Juan C. MacLean se preguntaba por qué diablos la Alcaldía no había elegido otro lugar, entre tantas áreas verdes que dispone la ciudad, para ubicar la escultura de Gavilano, en vez de destruir una obra ornamental que no molestaba absolutamente a nadie.
Y más aún, al conocer la calidad estética de aquella escultura tan cacareada por su autor y sus padrinos municipales, la reacción de MacLean, fiel reflejo de la reacción del cochabambino medio, concentraba una carga de indignación imposible de mesurar en adjetivos. "Esa escultura se vería mejor en una plazuela de El Alto de La Paz", escribió el literato.
Al ensayo-manifiesto de Juan Cristóbal MacLean siguió una ácida crítica editorial publicada por la revista "Oh" de Los Tiempos, en la cual otro MacLean, Eduardo, calificaba la obra de Gavilano como un "engendro pétreo". ¿Pero qué es esto?, preguntaba el observador indignado, "¿Es un pollo en un asador? ¿Un espermatozoide con su carga genética malograda? ¿Es una ninfeta a punto de dejar el capullo? ¿O es un meteorito en el instante del impacto para dejar sin resuello a los últimos dinosaurios municipales? Nadie lo sabe".
Según Roberto Prada, los cochabambinos no deben perder la calma. Al fin y al cabo, la escultura de Gavilano es una perfecta salteña insertada a un mondadiente a manera de mastil. "La salteña es un patrimonio cochabambino y era justo hacerle un homenaje. Lo injusto es que la escultura no fue instalada en la Plaza de Cala Cala, donde nuestro inolvidable Gordo Ja Ja Já popularizó esta reliquia gastronómica. Pero ahora la Plaza de las Banderas es un buen lugar para organizar una feria de la salteña", afirma Prada.
Terceros, el mejor Alcalde
Una reciente encuesta televisiva califica a Gonzalo "Chaly" Terceros como el mejor Alcalde de Bolivia, con una simpatía que supera el 74 por ciento. Terceros, que inició su vida política como militante del MIR (aunque niega esa filiación), fue uno de los artífices de la desaparición del MBL en Cochabamba tras sumarse al partido de Reyes Villa para continuar su carrera en el poder municipal.
Debe el éxito de su imagen (sólo imagen), a una agresiva política de relacionamiento con medios de comunicación utilizando, para ejercer control sobre influyentes sectores del periodismo cochabambino, una serie de prebendas y privilegios especialmente relacionados con contratos de publicidad en la Alcaldía, de los que no existe información transparente.
Terceros ha logrado incluso "seducir" a periodistas y medios de comunicación que tradicionalmente combatían a Manfred Reyes Villa, y por eso enfatiza en "diferenciarse" de su antecesor que, generosamente, le cedió el cargo.
La "buena imagen" labrada por Terceros a costa de un derroche de recursos orientados a campañas mediáticas, le permite a este Alcalde mostrar una apariencia de eficacia promocionando pequeñas obras o acciones demagógicas como la entrega de "un millón de plantines para hacer de Cochabamba un lugar de primavera eterna".
Sin embargo la política municipal en temas sensibles como el de la cultura es un desastre total, tal cual lo muestra el caso de Gavilano u otros hechos como la agresión sufrida por la Escuela de Artes Plásticas y las políticas disociadoras con que la Oficialía de Cultura pretende dividir a los pintores y escultores manipulando los premios de artes plásticas.
¿Cuánto más le durará a Terceros esta "buena imagen"?
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