Luego de tres días de brutal masacre, la posición de la población es clara. Debe renunciar el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) junto a todo su gabinete. Sólo así podrá comenzar una etapa de diálogo y reconstrucción
de la democracia.
Todo comenzó con el rechazo de varios sectores de la población a la decisión gubernamental de vender el gas boliviano al capital extranjero y transnacional. El gobierno, reacio a cualquier diálogo o consulta respecto a la venta de este recurso natural, prefirió seguir adelante con su propósito, mientras sembraba la confusión entre la opinión pública, a la que le decía que no existe ningún plan para vender el gas, acusando a la vez de sedición a quienes expresaban su rechazo.
Las protestas sociales para rechazar la venta del gas se dieron inicio el 19 de septiembre y desde ese día el gobierno ha decidido emplear "mano dura" contra toda voz opositora. Apenas al día siguiente de comenzadas estas protestas, cinco personas, entre ellas una niña de ocho años, perdieron la vida en enfrentamientos con las Fuerzas Armadas. Casi un mes después, el número de muertes es cada día más escalofriante, entre el 11 y 13 de octubre más de 57 personas han perdido la vida bajo la metralla de los militares leales al presidente.
Esta política dictatorial y represiva lindando con el asesinato con que actúa el gobierno ha decidido sea así, lo que era un reclamo para formular una consulta para decidir qué se debe hacer con el gas, ahora es un pedido unánime de la población para que renuncie a la presidencia Gonzalo Sánchez de Lozada.
Pocas veces en la historia se han visto movilizaciones tan grandes de resistencia. Acaso sea por eso que muchos periodistas hacen comparaciones entre las jornadas que se viven estos días en Bolivia, con las de la Revolución del 52. Es indudable que los alcances que tendrá este mes de octubre, teñido con sangre aymara, serán históricos en lo que respecta a la organización política, económica y social del país.
Desde la iglesia hasta la vicepresidencia
Mientras el presidente se empeña en seguir mintiendo a la población, insistiendo en que la masacre es por culpa de una minoría que busca acabar con la democracia, minuto a minuto, desde todos los confines del país, surgen voces exigiendo su renuncia. Vienen desde todos los rincones populares, de los movimientos sociales, de los sindicatos, de las universidades, de las juntas de vecinos, de las entidades cívicas de las ciudades, pero también la iglesia católica ha manifestado al respecto y desde el oficialismo también llegan voces de apoyo a esta medida.
El día lunes 13 de octubre, La Arquidiócesis de la ciudad de El Alto y la Pastoral Penitenciaria declararon que la única solución a la crítica situación que vive el país es la renuncia del presidente. El padre Willy Flores, de la Arquidiósesis de El Alto, explicó que el presidente ha acumulado demasiados errores y muertos y que es por eso que el único modo de pacificar el país es que Gonzalo Sánchez renuncie.
Carlos D. Mesa, vicepresidente de la República declaró ayer que no renunciaba pero que le quitaba su apoyo al presidente. Hoy, más conciliado llamó al presidente a abrir un diálogo sin condiciones.
El día de ayer también se supo de las renuncias del ministro de desarrollo económico, Jorge Tórrez, del MIR y de cinco periodistas de Canal 7, la televisión estatal, quienes renunciaron en protesta por la manipulación de la información, respecto a la masacre, impuesta por el gobierno. Otro mirista, el alcalde de El Alto, José Luis Paredes se ha sumado a las movilizaciones alteñas y exige la renuncia del presidente. Su homólogo paceño, Juan del Granado también exige la salida de Gonzalo Sánchez de Lozada.
Entre los sectores sociales que en este momento exigen la renuncia del presidente se encuentran: las Juntas Vecinales de El Alto, los trabajadores de El Alto, la Central Obrera Boliviana, la Confederación Sindical de Trabajadores Sindicales de Bolivia, el gremio de los choferes, los trabajadores de la prensa de La Paz, el Movimiento Al Socialismo, la Comision de Derechos Humanos de la Camara de Diputados, los colonizadores, los campesinos de la provincia Ichilo de Santa Cruz, las entidades civicas de Potosi.
Un presidente ilegítimo
Fue durante la masacre del 12 y 13 de febrero cuando se pidió por primera vez la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada. La razón, la sensación que dio el gobierno de no estar manejando el país y no tener autoridad sobre ninguna de sus instituciones. Mucho se habló de que en medio de la crisis el Goni tuvo que salir huyendo en una ambulancia, y aunque esta versión fue rechazada, la aparición del presidente en televisión, dando un mensaje casi desde la clandestinidad, dejaron una clara imagen de su incapacidad de mando.
Pero si en esa época sólo los movimientos sociales reclamaban la renuncia de Gonzalo Sánchez; mientras que los demás sectores de la sociedad todavía confiaban en que mediante el diálogo y la apertura el gobierno podría seguir su camino, ahora, con más de 107 muertos nadie desea que el Goni permanezca en la silla presidencial; salvo, claro está, él mismo y los EEUU.
El principal temor que en febrero impedía unificar criterios en torno a la renuncia del presidente era el miedo a afectar así la democracia y la constitucionalidad. Para gran parte de la opinión pública, el argumento de que Gonzalo Sánchez había sido elegido en las urnas era suficiente como para rechazar cualquier pedido de renuncia. Lo que no se quiso decir en esa época era que la presidencia de Gonzalo Sánchez esta viciada de ilegitimidad desde el día que asumió el mando.
Gonzalo Sánchez de Lozada llegó a la presidencia con un 21 y tantos por ciento de los votos. Dos temas definieron la votación en las elecciones de 2002: la venta del gas y el modelo neoliberal. El único partido que defendía el modelo y la venta del gas era el MNR, el resto, unos más radicales que otros, presentaban serios desacuerdos en esos dos puntos. De ahí se puede colegir dos cosas, que la gente que no votó por el MNR votó contra la venta del gas y contra el modelo neoliberal y luego que la mayoría de la población votó en contra de Gonzalo Sánchez de Lozada.
¿Cómo llegó a la presidencia? Llevando adelante el negociado más vergonzoso que ha vivido el país. Hubo de pedir el auxilio del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, luego de haber insistido en campaña que jamás llegaría a un acuerdo con ese "partido de narcotraficantes". Jaime Paz Zamora, líder del MIR, que durante la campaña se había declarado más cercano a Evo Morales que al Goni, contrario a la venta del gas y proclive a una revisión del modelo, sin el menor empacho se despachó una frase célebre, de las que tanto le gustan, para sellar su acuerdo con el MNR: "qué difícil es ser boliviano en algunas circunstancias".
Tenemos entonces que la legitimidad de este gobierno se ha construído sobre dos grandes mentiras. El pedido de renuncia del presidente, por tanto, no afecta a la legimitad constitucional de su mandato porque ésta no existe, ha sido fraguada de modo deshonesto. Su renuncia tampoco afectaría a la vida democrática de Bolivia (como algunos se empeñan en argumentar), por el contrario, si se queda peligran la democracia y la vida de miles de bolivianos.
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